Roger, John, Brian y Freddie caminaban desanimados por la calle. El sol brillaba con fuerza, y hacía calor. Abril estaba a punto de terminar y el tiempo había cambiado en muy pocos días.
—No me puedo creer que nos hayan echado —se quejó el rubio, pateando una piedra.
—No lo digas así, sólo nos han mandado a hacer la compra —rebatió Brian.
—Pero era muy evidente que no nos querían por medio, me siento rechazado —Freddie hizo un puchero.
—La verdad es que no estábamos ayudando demasiado haciendo té frío y sándwiches mordidos —John le lanzó una mirada a Roger, el cual se ofendió por la acusación.
—¿¡Por qué das por sentado que yo había mordido los sándwiches!?
—Si hay algo mordisqueado siempre es cosa tuya, Roger —indicó Brian con una mueca.
—Yo te vi —Freddie juntó las manos y cruzó los dedos con una mirada maliciosa.
—Maldito traidor... —Roger le lanzó una cáscara de plátano.
—¡Ugh! —Mercury la esquivó como pudo—. ¿¡De dónde has sacado esa porquería!?
—No había plátanos en casa —pensó en voz alta Brian.
—Tengo mis propias reservas —Taylor se comió el plátano satisfecho por su venganza.
—Casa, eh —dijo John, con aire melancólico—... Supongo que ya podemos llamar a eso casa.
—Es donde vivimos, Deacy. Tampoco lo dramaticemos —Roger le dio un codazo.
—Y a este ritmo no parece que vayamos a volver a nuestro tiempo, ¿no creéis? —Brian se rascó la nuca y echó una mirada al cielo.
—No tengo muchas esperanzas ya —John soltó un suspiro y Roger asintió apretando la boca pensativo.
—Pues, ¿sabéis lo que os digo? —Freddie se adelantó y se paró frente a ellos, atrayendo su atención y deteniendo su paso—. Me niego rotundamente a quedarme toda la vida en este siglo. ¿Visteis la ropa que se lleva ahora? ¿Dónde quedó el glam y el estilo? ¿Y esos cacharros que usan todo el tiempo? ¡Son una panda de tarados! No escuchan música de verdad, y ni siquiera hablan entre ellos. Miradles.
Señaló a la gente de la calle que pasaba ignorándolos, utilizando sus teléfonos completamente desinhibidos. Visitando redes sociales que ellos cuatro eran incapaces de comprender. Haciéndose fotos cambiando drásticamente su expresión amargada por una sonrisa resplandeciente.
—Puede que suene como un viejo que no quiere adaptarse a los tiempos modernos. Me molesta bastante sonar así. Pero en teoría eso es lo que soy. No quiero ser como ellos —negó con la cabeza frunciendo el ceño—. Ya sé que no tenemos forma de volver. Y si tenemos que quedarnos aquí, pienso hacer las cosas a mi modo. Aunque sea más difícil. Y aunque nadie nos quiera. Les obligaremos a querernos, tal y como pretendíamos hacer en nuestro siglo. ¿Estáis conmigo, queridos?
Los tres se le quedaron mirando, para después mirarse entre ellos. Soltaron una risilla y volvieron la vista a Mercury.
—Todos somos unos viejos inadaptados, Freddie —dijo con sorna Roger.
John rió— Claro que estamos contigo.
—Somos una familia, después de todo —añadió Brian con una sonrisa, apoyando un brazo en el hombro de John.
—Eso es lo que quería oír, mis reinas —Freddie hizo un ademán con la mano con aire poderoso—. Y ahora, ¡a comprar comida y a volver a casa!
—¡Sí, señora! —respondió Roger con una mano en la frente, haciendo reír a todos.
Volvieron a emprender la marcha. Caminaron una manzana más y llegaron a un supermercado Tesco del barrio. Con una moneda cogieron un carrito del que se apoderó John.
—¿Por qué no lo puedo llevar yo? —imploró Roger por quinta vez.
—Porque eres capaz de meterte dentro e impulsarte contra alguna estantería —John agarró el manillar del carro para protegerlo.
—Roger, tú te vas a buscar la mantequilla y los yogures, cielo —Freddie le señaló el pasillo indicado.
—Tsk, nunca os fiáis de mí para nada. Luego soy el que tiene que arreglar todo lo que... —se interrumpió a sí mismo chocando con una montaña de paquetes de rollos de papel higiénico, que estuvo a punto de desmoronarse. Los tres soltaron una carcajada sonora y lo miraron con superioridad.
—¿Decías? —le preguntó Brian ladeando la cabeza con sorna.
—... Mantequilla y yogures, voy —se alejó a regañadientes, dando pasos largos.
Después de tardar demasiado tiempo en encontrar las cosas que necesitaban de la lista, y de molestar al dependiente de la tienda más de una vez con preguntas de respuesta obvia para cualquier persona del siglo XXI, salieron con las bolsas en dirección al apartamento. Ya era de noche, pero aún quedaba gente en las calles.
—¿Qué hay del concierto de bandas de ayer? ¿No vamos a decir nada sobre ello? —preguntó Brian con inocencia, pero Roger le gritó repentinamente para evitar que siguiera hablando.
—Tengo suficiente con las pesadillas que me van a quedar de por vida. Qué mancha en el expediente... —dijo el rubio alterado bajo la mirada confundida de May.
Brian negó con la cabeza— No fue tan mal, no exageres.
—Sólo nos tiraron palomitas, podría haber sido peor —dijo benevolente Deacon riendo por la expresión de Roger.
—Yo tampoco quiero hablar de ello, niños. Olvidemos que ocurrió —imploró Freddie con un gimoteo exagerado.
—Otra cosa que se saltan los guionistas —se quejó el más alto—. Bueno, ya nos irá mejor a la próxima vez.
—Puede que después de sacar el disco —Deacon se pasó una de las bolsas a la espalda.
—Damos el peor concierto de la historia con el peor público de la historia y además no podemos ayudar a buscar un nuevo apartamento, qué cadena de fracasos llevamos encima —soltó Roger en un gruñido.
—¿Visteis cómo no dejaban de hacer cosas raras con esos móviles? No entiendo cómo se socializa en este tiempo —comentó con fastidio Brian.
—La mejor parte fue cuando empezaron a pedirnos canciones raras. Como si tuviéramos pajolera idea de la música que se escucha ahora —siguió John con una mueca—. ¿Quién diablos será Ed Sheeran?
Freddie se había parado frente a una pared de la calle sin que ninguno se percatase, hasta que Brian se giró y le vio allí. Se detuvieron los tres y le miraron extrañados.
—Creo que esto más que un fracaso, es una victoria para las reinas —murmuró Freddie con una sonrisa resuelta, arrancando un papel que ya había leído con detenimiento.
—¿Qué dices, Fred? ¿Qué tienes ahí? —preguntó intrigado Roger, al igual que los otros dos.
—Vamos a seguir haciendo las cosas a nuestra manera, mis queridos amigos —Mercury se giró a ellos y estiró el brazo para que vieran la hoja que sujetaba.
—"Pisos de alquiler para músicos"... —leyó Brian para todos.
—No puede ser —soltó rápidamente John, escéptico.
—Tiene que ser una maldita broma —dijo Roger con una risa nerviosa.
Freddie la dobló y se la guardó en el bolsillo de la chaqueta. Soltó una risotada— ¿Quién necesita un estúpido teléfono de esos para poner las cosas en orden?

ESTÁS LEYENDO
KEEP YOURSELF ALIVE #4: Crossing the HOT SPACE! ♕
FanfictionCOMPLETA (spin-off de la saga KEEP YOURSELF ALIVE ♕) No es necesario haber leído las precuelas para entender los acontecimientos de esta novela. Recomendado leer en cuarto lugar, pero el orden es irrelevante para seguir la trama. // ¿Te imaginas...