n u e v e

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TaeHyung jugaba con sus deditos mientras iba en el asiento de copiloto del auto del azabache, ya habían pasado dos meses desde lo ocurrido e irían al juicio de una vez por todas. Jungkook no quiso que el castañito fuera a dicho evento hasta que este estuviera listo, por lo mismo cuando un día, el menor fue hacia donde él y le dijo que estaba listo, no dudó ni un segundo en apoyarlo.

No sabía muy bien como es que los policías habían tenido tanto tiempo de rehen a Hoseok sin que éste lograra pagar algo con su excesivo dinero, pero eso no le importaba mucho, con el hecho de que estuviera ahí encerrado y no le pudiera hacer daño a su TaeTae, todo estaría bien.

Su TaeTae.

Sonaba tan bonito.

Y es que después de estos dos meses junto a él se había dado cuenta de muchas cosas, como por ejemplo de que se estaba enamorando perdidamente del menor, y no es solo desde ahora, si no desde la primera vez que lo vió apareciendose en el restaurante, con sus heridas y su llanto descontrolado.

Era un ángel, un bendito Ángel que él pudo haber cuidado.

-Jungkookie...-Escuchó la dulce voz del chico a su lado que lo sacó completamente de sus pensamientos e hizo un sonidito para que el menor prosiguiera hablando.-Tengo miedo... ¿Qué pasa si no logramos que Hoseok se quede en la cárcel y me haga dañito de nuevo? No quiero que me golpee nuevamente, Kookie...-Puchereó y el azabache sintió su sangre hervir pasando por sus venas.-

-Lo lograremos, TaeTae.-Estacionó el automovil con cuidado y detuvo el motor volteandose en su asiento para mirar al menor.-Confía en mí ¿Si?-El menor asintió aún con el puchero en sus labios.-Todo saldrá bien y tu nunca más sufrirás ¿Lo entiendes? Ángel, el abogado y yo tenemos las suficientes pruebas y testimonios, sumado el tuyo también, como para que logremos que ese tipo esté en la cárcel hasta el día de su muerte...

El menor asintió y cerró sus ojitos suavemente cuando sintió los belfos de Jungkook chocando delicadamente con los suyos. Un calorcito tan reconfortante se concentró en su pechito y sonrió sintiendo toda la sangre subir a sus mejillas y bajó la mirada avergonzado.

Le gustaban los besitos de Kookie.

Los abracitos de Kookie.

Los mimitos de Kookie

Le gustaba Kookie.

-¿Vamos?-Preguntó el azabache y el menor asintió con seguridad.-

Todo saldría bien, porque Jungkookie lo prometió.

I saved you ─ kooktaeWhere stories live. Discover now