Capítulo XXIV: Coming Soon

138 24 22
                                        

—Vamos, Martha, deja de tirar —se quejó Maggie subiendo por las escaleras camino a su casa. Sacó las llaves de su bolsa, aún intentando controlar a la perra desbocada. Abrió la puerta y Martha salió disparada al interior, ladrando con entusiasmo—. ¿Pero por qué estás tan contenta?

—¡Martha ha vuelto! —la voz de Roger recibió a la perra.

—Maggie debe de estar en casa ya —indicó Brian, también desde el salón donde se encontraban.

—Roger, deja de desconcentrarte de una vez. Tenemos que grabar de nuevo —se quejó Freddie de forma tajante.

La chica cruzó la entrada y llegó a la sala de estar. Se encontraba patas arriba. Mercury, con unas gafas de sol de Maggie, estaba sentado en la butaca en el centro de la habitación. Brian estaba posicionado detrás del sillón, John sentado en uno de los reposabrazos y Roger en el suelo acariciando a Martha, que casi no le hacía caso por la atención que se había cobrado el último de ellos, Sam Browning, sujetando el móvil de alguno de los cuatro.

—¿Sammy? —cuestionó la chica cuando lo vio allí—. ¿Qué haces ahí?

—Maggie —carraspeó e hizo una mueca.

—¡AÚN NOS QUEDA UNA TOMA MÁS, NO TE MUEVAS! —exclamó Freddie, sobresaltando a todos.

—Freddie, por Dios. Hemos grabado lo mismo treinta y cinco veces ya. Me duele el trasero de estar aquí sentado —se quejó John con entonación desesperada.

—Me está dando dolor de espalda por llevar aquí agachado tanto rato —murmuró Brian masajeándose el hombro.

—¿"Una toma más"? —preguntó la chica dirigiéndose más bien a Sammy—. ¿Se puede saber qué estáis haciendo?

—Me pidieron que les ayudara a grabar un vídeo y... —comenzó a explicar.

—Llevamos aquí desde esta mañana, pero el nivel de exigencia de Fred se ha disparado y creo que a este paso moriremos. Sálvanos de esta miseria —imploró Roger con voz estática y mirada perdida, aún sentado en el suelo abrazado a la perra.

—Desde esta mañana. Pero si son las seis de la tarde —reflexionó en voz alta la muchacha, mirándolos incrédula.

—¿¡VES EL NIVEL DE EXIGENCIA DEL QUE HABLO!? —el rubio se le agarró a la pierna gritando.

—Vale, vale —Maggie se zafó de su agarre y tiró de Sammy hacia la cocina—... Tomaos un descanso, ¿de acuerdo?

—Maggie, cariño, NO PODEMOS PARAR AHORA. ¡TENEMOS QUE ACABAR ANTES DE QUE SE VAYA LA LUZ! —Mercury se levantó dando un zapatazo.

—Freddie, ¿qué problema tienes con las quinientas versiones QUE TENEMOS YA? —se unió a los gritos Brian.

Freddie dio otro zapatazo— ¡QUE NO HAN SALIDO BIEN PORQUE HE PESTAÑEADO DEMASIADO!

—ESTO NO ES UNA FOTO PARA EL PASAPORTE, A QUIÉN CARAJO LE IMPORTA CUÁNTO PESTAÑEES —Roger se puso en pie y le señaló acusador.

—¡A MÍ ME IMPORTA!

—QUÉ PROBLEMA TIENES, ¡CON ESE EGO ENORME SOBRE TUS PESTAÑAS!

—CALLA Y VE A PEINARTE ANTES DE VOLVER A GRABAR, PEDAZO DE MERLUZO.

John se dejó caer en el sillón y Brian escapó al sofá a descansar también. Mientras tanto, Maggie había cerrado la puerta de la cocina y se frotaba la frente con alteración. Se recordó a sí misma a su propio hermano, dueño del estrés de toda la familia.

—Maggie, ¿se puede saber quiénes son esos tipos? Esta mañana pasé a saludar y ellos ya estaban aquí —le preguntó Sammy como ya esperaba ella.

—Son... unos amigos de Ethan. De la discográfica. Son músicos. Amigos. Músicos —explicó hablando demasiado rápido.

—Y... ¿por qué están en vuestro apartamento?

—Viven aquí —se le escapó a Maggie.

—¿Que viven aquí? Pero...

—¡NO! QUIERO DECIR —carraspeó con severidad—. Quiero decir. Viven aquí... temporalmente. Unas... semanas. Hasta que encuentren un apartamento barato. Ya sabes. Músicos. No tienen dinero —soltó una risilla nerviosa.

—Ah, ya veo —frunció el ceño asimilando la información entrecortada de la chica—... Pero tantas personas viviendo en este piso, estaréis muy apretados.

—Bueno, son unos bichos raros pero al menos no ocupan tanto espacio. Son muy... delgados y eso —dijo ella, preguntándose por dentro qué clase de respuesta acababa de dar.

—Lo que sí es cierto es que son algo... extraños. Tienen un estilo bastante anticuado —comentó Sammy.

—Unos auténticos esperpentos, sí. Ya sabes, Ethan también es muy rarito —volvió a soltar otra risotada alterada.

—Maggie, ¿va todo bien? Pareces estresada —se preocupó el joven, poniéndole una mano en el hombro.

—¿Estresada? ¡Nah! ¡Qué cosas tienes! ¡Estoy estupendamente! —rió de nuevo.

—Te estás riendo demasiado, eso es muy inusual en ti y me estás preocupando —Sammy la miró juicioso. Se oyó el timbre del apartamento en el exterior.

—Es que... Es que... Es el trabajo, estoy cansada y eso. Nada más —alzó los brazos con una sonrisa estirada—. ¡Todo va bien!

La puerta de la cocina se abrió de sopetón— ¡MAGGIE!

Los cuatro muchachos angustiados estaban agolpados en la entrada.

—Maggie, te necesitamos —dijo John primero.

—Tenemos un problema —explicó Brian.

—¡CÓDIGO ROJO! —gritó Roger detrás de los demás.

—¿Código rojo? —preguntó Sammy mirando a Maggie y a los chicos.

Se creó un silencio y entonces Freddie de forma apoteósica lo rompió—... El dragón... nos ataca.

—...

—...

—...

—...

—...

—Ha quedado super dramático para la ocasión, ¿verdad? No me deis las gracias.



KEEP YOURSELF ALIVE #4: Crossing the HOT SPACE! ♕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora