47 | ONE MORE TIME

4.7K 450 99
                                    

UNA VEZ MÁS.

•••

Miraba alrededor, mientras mi respiración se iba volviendo cada vez más agitada

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Miraba alrededor, mientras mi respiración se iba volviendo cada vez más agitada. Sentía como si el corazón fuera a salirse de mi pecho y tuviera la bilis a punto de ser expulsada por la boca.

Jamás pensé que algo pudiera afectarme de una manera tan profunda y dolorosa, hasta el punto de tener que parar, relajarme y tratar de dejar la mente en blanco para evitar así sufrir un ataque de ansiedad.

Pero mi mente era incapaz de quedarse en blanco porque a penas podía dejar de pensar en Carl. En el castaño y el daño que había causado dentro de mí en a penas diez minutos, como si fuera una auténtica bomba atómica reventada en lo más profundo de mi ser.

A los pocos minutos, ya no respiraba con rapidez, sino con dificultad. Me costaba, como si mi cuerpo quisiera dejar de hacerlo para derrumbarme en el suelo y que todo se volviera negro. Las piernas me pesaban y a penas podía moverlas, arrastraba los pies y con ellos las hojas y ramas secas que cubrían el suelo del bosque.

Apoyé mi cuerpo sobre el tronco de un árbol y dejé escapar un suspiro ahogado cuando tras caminar y caminar durante lo que pensé que eran horas ya no sabía dónde me encontraba.

Me quedé en la misma posición hasta que empezó a anochecer; casi doce horas. Incapaz de moverme para tratar el camino de vuelta, para buscar algo de comida o un refugio. Para volver a intentar buscar el camino que me conduciría de vuelta a Alexandria.

Era como si no quisiera volver porque sabía que volvería a ver a Carl y que aquellos ojos azules sólo me romperían más.

Me sentía vacía, expuesta, exuberantemente herida. Estaba tan unida a Carl, de una manera tan intensa y fuerte que aquella discusión y mis ganas de mandarlo a la mierda me estaban empezando a destrozar por dentro.

Quería que dejara de doler, pero no podía. El dolor de un disparo me resultaría el triple de indoloro que el que me estaba produciendo mi cabeza.

Yo misma era mi mayor enemiga, sabía que era un error amar a alguien en un mundo lleno de caos, en un mundo donde los muertos viven. Donde todo dura un segundo era patético enamorarse. Pero, hecha añicos o no, mi más profundo yo no podía negar que estaba terriblemente enamorada de Carl Grimes.

Y con sus consecuencias, mayores o menores, debía aceptarlas porque sabía que por mucho que me alejara, por mucho que lo intentara o dejara mi mente en blanco, los sentimientos que emanaban de mi corazón no cambiarían. Me sentía estúpida, por no saber decirme a mí misma: "basta", pero era como una droga a la que era tremendamente adicta, la necesitaba en mi vida, para reclamar mi dosis diaria, para irradiarme de la capa de felicidad utópica que me producía.

Abrí mi mente. Fui sincera conmigo misma, porque Carl me hacía sentir realmente feliz. Hacía que olvidara el resto del mundo y los caminantes que lo rodeaban. Él creaba ese mundo en el que tenía la seguridad y certeza que quería vivir, un motivo por el que despertarme día a día, para avanzar poco a poco y sobrevivir. Me hacía pensar que valía la pena.

Y me dolía saber que quizás no estábamos destinados como creíamos, que no había un para siempre, que los te quiero no eran eternos, que las caricias y los besos pasarían a ser fríos y que todo aquello que habíamos creído se estaba esfumando.

No sabía si yo había sido una ingenua o el un ladrón. Logré atravesar un laberinto para tratar de volver a encontrarme a mí misma, mi una en un millón. Carl había ayudado a encontrar lo mejor de mí misma pero sentía frío, como si todo lo que le hubiera dado se hubiera ido. Los cimientos de mi interior, aquellos que me mantenían fuerte y en pie, que me hacían levantarme cada día con la esperanza de que podría haber algo más, estaban cayendo como si hubiesen sido derrumbados por una enorme bola de demolición.

Me puse en pie, todavia sollozando y comencé a dar vueltas siguiendo una dirección al azar para tratar de encontrar el camino de vuelta a Alexandria.

Descolgué el arco de mi espalda y llevé una flecha a éste. No sabía si era por no haber bebido o comido en más de diez horas, por el cansancio o simplemente por el dolor que sentía pero mi visión comenzó a nublarse y mis piernas a temblar. Cerré los ojos, sintiendo como perdía el equilibrio hasta caer por una colina de tierra cercana a mí.

Solté un pequeño grito cuando la flecha que cargaba se clavó en el lado izquierdo de mi abdomen. Un dolor agudo mezclado con un ardor recorrió todo mi vientre y no pude evitar sollozar mientras agarraba la flecha para sacarla de mi vientre.

Cogí aire y soltando un grito de dolor, con dificultad y sin dejar de llorar la agarré con fuerza y la saqué del tirón volviendo a gemir por el dolor que me provocaba.

Todo empezó a volverse borroso poco a poco. Oía gruñidos de caminantes a lo lejos, pero no sabía exactamente de dónde provenían.

Ya no podía abrir los ojos, pero mi cabeza solo se inundaba con los recuerdos vividos con Carl.

Carl Grimes y yo. Nuestra dinastía, esa que pensaba que habíamos empezado a construir.

Pensé que habíamos construido una dinastía que ni el cielo ni la tierra podrían remover.

Pensé que habíamos construido una dinastía como nunca antes hecha.

Pensé que habíamos construido una dinastía que no se podría romper. Pero en aquel momento todo estaba roto.

Tenía la suficiente conciencia como para saber que la vida estaba abandonando poco a poco mi cuerpo, y que probablemente, nadie sabría de mí, qué me había pasado, por qué no había regresado.

La camisa de cuadros que me puse frente a Carl, antes de salir de Alexandria, se había empapado completamente de sangre.

Cerré los ojos tras echar un último vistazo a la herida y dejé caer la mano de mi abdomen al suelo.

Tal vez todos estaban buscándome, entre ellos Carl. Quise pensar que estaría preocupado por mí, y que a pesar de nuestra enorme discusión, saldría a buscarme.

A pesar de todo, le amaba. Amaba a Carl Grimes como nunca había amado a nadie y por ese único motivo deseé que me encontrara.

Porque me estaba muriendo, y en ese momento de últimas oportunidades me di cuenta de que quería vivir.

Quería vivir para verlo una vez más.

Dinastía │ Carl Grimes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora