Capítulo 14 (Parte 2)

Comenzar desde el principio
                                    

Nos despedimos de él amistosamente, pero sus palabras nos ha sonado a ambas a excusa.

Lo observamos marchar hasta que se pierde entre los adolescentes, mucho más adelante. Reducimos nuestro paso hasta que quedamos al final de la fila de Aspirantes. Tampoco hay rastro de Gabriel, pero la silueta de Castiel es aún visible un puñado de metros por delante, caminando solo con las manos en los bolsillos.

Solo entonces soy capaz de escupir la pregunta que lleva un rato reconcomiéndome por dentro.

—Kalie— me atrevo a preguntar— Tú… ¿Tú no has oído nada?

Ella entorna los ojos.

—¿Oír? ¿Cuándo?

—Hace… hace unos minutos. Me ha parecido oír… voces. Todas repetían lo mismo. Decían Pronto”.

Kalie me mira confusa.                                

—¿Pronto? ¿Qué…?

—Sí, pronto— interviene una tercera voz. Suena ronca y entrecortada. Pero por encima de ello, suena amenazante. Las dos nos giramos hacia la procedencia de la voz como movidas por un resorte.

Entre la espesa maleza a un lado del camino ha aparecido un hombre. El pelo grasiento y encrespado cuelga libremente desde su cabeza hasta encima de los hombros. En su rostro magullado brilla una siniestra sonrisa. Sus ojos están muy abiertos, confiriéndole una expresión permanente de sorpresa. Pero por debajo de todo ello, un indudable brillo de inteligencia, astucia. Da un paso más y su cuerpo sale de entre los arbustos. Ropa hecha verdaderos jirones entra en nuestro campo de visión, dejando trozos de piel indefensos frente al aire frío. Una banda lisa cruza su pecho desde el hombro hasta el abdomen, vacía excepto un extraño símbolo. Un cuadrado rodeado por un círculo, que a la vez es atravesado por una cruz diagonal.

—Pronto— repite, y la sonrisa se extiende aún más.

En ese momento Kalie  y yo retrocedemos al mismo tiempo, como si de pronto fuéramos conscientes de la presencia del hombre. Un búho ulula en alguna rama cercana a nosotras, y pegamos un bote.

—¿Pronto qué?— no sé de donde salen mis palabras; pero lo hacen, desmintiendo mi anterior suposición de que tenía la garganta plagada de pegamento. Suenan frías, y distantes, pero son mías.

El hombre ladea la cabeza como un niño curioso, y se acerca algo más a nosotras. Los arbustos llenos de bayas y moras silvestres se agitan, movidos por el débil movimiento. En ese momento las manos del hombre se elevan, señalando el cielo.

—¡Pronto!— la continua repetición me hace empezar a perder la paciencia— La paz no es eterna, al igual que la maldad no es perecedera. Cuidaos bien, niñas. Pequeñas tan bonitas como vosotras no deberían andar solas por ahí a estas horas, ¿nadie os había advertido? Hay gente mala…

—Nosotras no estamos solas— le corto, comenzando a exasperarme. Al instante miro a mi alrededor para confirmar mi afirmación, pero solo el susurro del viento responde a mi llamada. No hay ni rastro del grupo de Aspirantes.

Estamos solas.

Kalie aprieta mi brazo con increíble fuerza mientras retrocedemos sin apartar los ojos del hombre, casi instintivamente. Él continúa observándonos, sin hacer ningún movimiento.

—Ah, ¿no?— él hace una pausa— No tengáis miedo, niñas. No os haré daño.— dice. Después, moviendo solo los labios, termina la frase: “Hoy no” Las palabras del hombre retumban en mi cabeza.

El crujido de una rama unos metros por delante del camino nos hace sobresaltarnos. Las posteriores pisadas veloces recorriendo el bosque hacen que una repentina inseguridad pase rauda  por el rostro del hombre.

—Tener cuidado, chiquillas.

Inmediatamente después de pronunciar estas palabras desaparece, fundiéndose en la maleza. Ni el suspiro de su respiración disminuyendo, ni el ruido de zancadas alejándose nos permite saber que el hombre ha estado aquí hace solo unos segundos.

—¿Leia?— grita una voz. Una voz indiscutiblemente conocida. Castiel. Castiel viene a por nosotras.

—¡Estamos aquí!— grita Kalie, pues mi garganta está atorada. Esta vez de verdad.

Unos segundos después, la conocida silueta del ángel irrumpe en donde nosotras nos encontramos, apenas distinguible por la extraña oscuridad que se ha adueñado del ambiente.

—Oh Dios mío— murmura, y se le ve realmente alterado. De repente me encuentro entre sus brazos, con la cabeza apoyada en su pecho, y él me mantiene junto a su cuerpo apretándome con fuerza— Estáis bien. ¿Acaso… acaso tenéis idea de lo que podrían hacerme si pierdo a dos Aspirantes?— dice, ya recuperado su humor después del susto. Suelto una carcajada entrecortada— Volvamos con los demás. Mejor… mejor no digamos a nadie acerca de esto, ¿de acuerdo?— propone, y Kalie y yo asentimos, conformes. Al mismo tiempo ella y yo hacemos un pacto sigiloso acerca de no contarle ni a él ni a nadie sobre el hombre, y su extraño comportamiento.

Apenas hemos recuperado el aliento cuando Castiel dice:

—Vámonos ya. Ya me contaréis después el motivo por el que casi os pierdo. Y más vale que resulte convincente— en ese momento parece casi un profesor severo impartiendo una reprimenda. Creo que es la primera vez que le veo serio desde que le conozco— No me gusta este lugar.

Sin poner ningún tipo de objeción a su orden, abandonamos el lúgubre rincón del bosque, corriendo hasta que me arden los pulmones, sin separarme en ningún momento de Kalie y Castiel.

No nos lleva mucho tiempo encontrar al grupo, que aguarda sentado formando un círculo en un pequeño claro de la arboleda.                                                                                

Aprovechamos un momento de distracción de nuestro sargento para colarnos por entre la maleza y arrastrarnos hasta quedar justo detrás de los Aspirantes sentados en el extremo más alejado del círculo. Un par de ellos se sorprende al vernos, e incluso uno pega un bote. Kalie y yo ahogamos una risita. La mayoría de Aspirantes que están vueltos hacia nosotros nos lanzan miradas repulsivas, pero ninguno comenta nada. Sobre todo tras ver al ángel situarse a nuestro lado con una mueca burlona. Entonces todos ellos se voltean hacia delante de nuevo, incómodos. Kalie y yo intercambiamos miradas petulantes, y alzamos la cabeza hacia Marcus y los demás ángeles, que ya han terminado su charla individual y se dirigen a nosotros.

Bueno, aquí os dejo la segunda parte del capítulo, como prometí ;) Ayer me pasé toda la tarde para terminarlo (aunque no lo parezca, lleva mucho trabajo) y espero que os haya gustado ^^.

Lo segundo era comentaros una propuesta. En el aviso anterior me propusieron hacer un maratón (puede que lo haga más adelante, cuando tenga un par de capítulos seguidos escritos), y un grupo de whatsapp. Me gustó la idea. Si alguien quiere participar que me avise por comentario;)

Y nada más, ¡Un beso! ^^

-Sonia :) 

Ángel GuardiánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora