Capitulo 8: I problemi continuano

Magsimula sa umpisa
                                    

Salieron de ahí después de que el doctor les diera el nombre de la medicina para el tratamiento y las recetas.

-¿Quieren ir a comer pizza?-. Preguntó la señora.

Santino miró a Tato, quien solo suspiró y negó con la cabeza.

-¿Quieres ir al cine? -. Insistió, solo para recibir la misma respuesta. -bueno... -.

-Si no les molesta -. Habló por fin el chico. -Preferiría volver a casa solo-.

-Claro -. Respondió con ternura.

Se despidieron con un abrazo y Tato tomó camino al lado contrario. Llegó a un parque donde parecía solo tener ánimos para un helado de chocolate, buscó una banca alejada de todos los demás y se sentó para comenzar a comer. Triste, miraba sus manos y se preguntaba ¿en qué momento las manchas harían aparición en ellas? Tocaba su rostro, su ceja y su barbilla, ni siquiera podía saber como eran las manchas que ya tenía.

De pronto, sus pensamientos fueron interrumpidos por un chillido débil que se escuchó entre las hierbas. Guardó silencio para tratar de escucharlo de nuevo, sin embargo al no oírlo de nuevo, culpó a su mente. Dio un suspiro pesado para evitar que las lágrimas salieran de sus ojos, hizo con su servilleta una bola pequeña y se levantó hacia el bote de basura, su atención fue llamada de nuevo al escuchar un chillido similar al de hace un momento. Después de tirar la basura, regresó a la banca y se inclinó para mirar entre las hiervas, una pequeña cosa peluda se movía entre ellas.

-Hola-. Dijo con una sonrisa. -¿Estás atrapado? -. Con un delicado movimiento sacó al pequeño gato de ahí, tratando de no rasparlo con las espinas. -Debe ser desesperante, yo también me siento atrapado -. El chico comenzó a acariciar la cabeza del gato, el cuál le correspondía con algunos ronroneos. -¿En dónde está tu madre?... Eres muy delgado, debes ser huérfano igual que yo... Te diré que -. Dijo emocionado. -Te llevaré a casa conmigo y esperemos que la señora Rosetti te acepte conmigo -.

Con el gato en brazos, Tato se levantó de ahí y partió hacia su casa, en el camino se encontró con un niño, mayor que el y notablemente más alto.

-¿Qué es esta bola de pelos?-. Dijo arrebatándole al gato y cargando al animal del cuero de su nuca.

-Por favor, dámelo -. Dijo casi tartamudeando.

-Pero si está esquelético, míralo, acabemos con su sufrimiento -. El chico colocó al gato en el suelo quien al ser tan tranquilo no se movió.

Tato intentó levantarlo, pero fue empujado por aquel bravucón, lo ultimo que vió antes de perder la conciencia, fue a aquel niño levantando su pié y dejándolo caer con fuerza sobre la cabeza del gatito.

Despertó a las nueve y media en su cama, estaba completamente confundido, eso se le convirtió a depresión al recordar al gato y pensar que ahora estaba muerto y no pudo defenderlo. Santino entró unos minutos después.

-Despertaste -. Dijo sonriente.

-Si, lo hice, ¿Qué ocurrió? -.

-Mamá y yo dábamos vuelta en la esquina cuando vi como un chico alto te empujaba, iba a defenderte pero el levantó su pié como tratando de pisar algo y en ese momento tu te lanzaste sobre el-.

-¿Qué dices? -. Su triste mirada cambió a una de sorpresa.

-¿No recuerdas nada? Te tiraste sobre el y parecía que doblaba tu peso-.

Las imágenes en la cabeza de Tato aparecían vagamente a medida que luca hablaba. Se veía a si mismo golpeando la cara de aquel sujeto hasta hacerla sangrar "¡maledetto porco dio deficiente!" gritaba seguido.

Salvatore se miró los nudillos, estaban rojos y lastimados, hizo una mueca con sus labios y miró fijamente a Santino.

-Oh, otra cosa -. Agregó su amigo. -Mamá dice que puedes quedártelo -. Levantó del suelo al pequeño y rayado gato, el cual Tato tomó en sus brazos incrédulo.

-Creia que... - .

-Te dije que lo defendiste, no sabia que tenias tanta fuerza -.

-Ni si quiera yo lo sabía - .

-Oye Tato -. Esperó su respuesta, la cual solo fue una mirada. -Yo se que no es el mejor momento, pero tu me gustas -.

Tato terminó ahogándose en su propia saliva, al terminar de toser dejó a un lado a su gato y volvió su atención a Santino.

-¿Qué? -. Dijo mientras se aclaraba la garganta.

-No me digas que no lo habías notado -.

-Yo... Siempre creí que me veías como un hermano menor o un simple amigo -.

-Nadie hace tanto por un simple amigo -. Lentamente acercó su rostro al de Tato dispuesto a besarlo. Aquel, aunque no objetó al principio, ya estando a escasos centímetros volteó su cara y se movió. -Mierda... No eres gay -.

-No tengo idea de lo que soy o no, pero Santino, te veo como... Mi hermano, no podría... Yo -. El chico estaba al borde de las lágrimas cuando la mano de Luca comenzó a acariciar su cabello.

-Eres tan sensible, tanto que buscas la forma de no herir a los demás tratando de decir tus propios sentimientos -. Tato lo miró sin saber que responder. -Oye, está bien si no te gusto, no es obligatorio -dijo riendo. -Pero mejor deja de verme como hermano, porque pienso ganarte algún día -. Esto fue lo último que dijo antes de salir de la habitación y dejar al niño con las mejillas más rojas que un tomate.

Por dos minutos, Tato pensó en el asunto de Santino, pero tenía otro asunto, ¿por qué había atacado a aquel niño? Para salvar el gato, claro está, pero el era la clase de niño que no tenía fuerza más que para levantarse solo, ¿y las groserías? El jamás las usaba, ni aunque estuviera realmente molesto.

<<Quizá ... No era yo en ese momento>> pensó.

Olimpo: Una infancia complicadaTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon