Capítulo 6

144K 16.9K 2.7K
                                    

¡Walaaaaaaaaa!, En fin... no digo más, lo leeréis vosotras hahahahaha ¡Nos vemos pronto amores floriles!

Habíamos salido de aquella discoteca y llevábamos al menos media hora en aquel coche dando vueltas mientras yo no dejaba de pensar una y otra vez en que aquello era un disparate

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Habíamos salido de aquella discoteca y llevábamos al menos media hora en aquel coche dando vueltas mientras yo no dejaba de pensar una y otra vez en que aquello era un disparate. ¿En qué momento se me habría ocurrido pensar que podía ser una buena idea?

—¡Porque un día yo seré una buena escritora!, ¡Si señor!, ¡La mejor!, ¡Y seré tan famosa como Erika Leonard James! —exclamó Celeste que estaba a mi lado, justo entre Regan que no dejaba de darle conversación y yo. Wilde se había quedado en la discoteca porque no podía abandonar la despedida de su cuñado y en el vehículo íbamos el resto incluyendo a la española de ojos Celestes que no sospechaba en absoluto de nada sobre lo que estaba a punto de suceder.

—¿Alguien sabe quien es la tal Erika Leonard esa? —preguntó Regan con cara de póker nunca mejor dicho, ya que era un jugador excelente.

Tenía mejores cosas que pensar que aquello, aunque estaba bien saber que al menos la chica tenía aspiraciones en un futuro. Eso no me devolvía la tranquilidad, era consciente de que si hacía aquello me estaría aprovechando de ella de alguna forma, estaría abusando de su nulo juicio para que accediera a ayudarme sobre un asunto que realmente nada tenía que ver con aquella hermosa joven y peor aún, la estaría exponiendo a un mundo completamente desconocido para ella y del que no muchos están preparados para soportar.

—¿Es que no sabes quien escribió el libro erótico más famoso del mundo? —exclamó Celeste acaparando las miradas de todos, inclusive la mía.

Su tono de voz evidenciaba que estaba bastante embriagada, aunque aquello desde luego debía ser el efecto provocado de lo que fuera que Regan le había echado en la bebida.

—¿Escribes novelas eróticas? —pregunté tragando saliva fuertemente. No sabía si de ser afirmativa su respuesta, sería mejor o peor seguir con aquella idea absurda.

—Nooooo —siseó haciendo movimientos con las manos—. Yo escribo cosas mucho más profuuuuundas —añadió y por alguna razón empezó a reírse.

Por alguna razón respire algo más tranquilo al saberlo, sabía que estaba mal, de hecho, sabía que me iba a arrepentir al cien por cien de aquello, pero... ¿Tenía realmente otra opción?, ¿Encontraría a alguien de aquí al baile lo suficientemente tenaz de soportar los desplantes de mi madre o que sencillamente no se largara con el imbécil de mi primo para variar como hicieron las tres últimas? Eso sin contar que estuviera interesada en algo más que la corona que pudiera ostentar en un futuro.

Necesitaba tiempo y solo de aquella manera iba a conseguirlo.

—¡Bien, ya lo tengo! —gritó Carlos que iba en el asiento del copiloto y me pasó los papeles hacia atrás—. Recoge todo lo esencial, firma todas las hojas, ella también y al menos tendrás un documento que avale las condiciones. Ya me encargaré de sellarlo en cuanto regrese al despacho el lunes a última hora.

El Príncipe Perfecto Donde viven las historias. Descúbrelo ahora