El secreto de mi novio

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Sabía que las cosas no iban bien, algo se guardaban, y sólo se me ocurría pensar que aquellas, a quienes consideraba mis amigas más íntimas, pensaban que no era digna de su confianza. Me dolía, realmente lo hacía.

Así que lo mejor que podía hacer para restaurar los viejos lazos era invitarlas a divertirnos un rato.

—...Como en los viejos tiempos —subrayé, apelando a la nostalgia.

—¡Suena fantástico! —opinó Lily, —pero ya tengo planes para la noche—enseguida se excusó con un tono de disculpa.

—Yo estoy al tope de tareas y ...también he hecho planes —secundo Marlene imitando el mismo aire de falsa resignación y lamento.

—Podríamos hacer algún hueco, para charlar... hace tiempo que no charlamos—propuse tímidamente, haciendo un último esfuerzo por acercarme a ellas.

Marlene tomó la tarjetilla y la releyó. A continuación, esbozó una risa exhausta y posó su mano sobre mi hombro.

—Intentaré guardar un hueco para asistir —manifestó finalmente, aunque sabía que esas palabras eran una mentira de consuelo para que yo no siguiera insistiendo.

Cuando posé la mirada hacia Lily, ésta se limitó a emitir una sonrisa de espasmo que borró tan rápido se llevó una cucharada de avena a la boca.

Quizá pedirles una reunión en San Valentín había sido demasiado codicioso. Ambas tenían pareja y era evidente que habían reservado ese día. Probablemente hubiera tenido más suerte si hubiera esperado a la próxima salida a Hogsmade.

Con la punzada de resignación y tragándome el rechazo me encogí de hombros.

—Bueno, era solo una idea—. Disimulé una mueca condescendiente, ocultando algo de vergüenza por proponer aquello. —...supongo que iré con el grupo de tejonas.

—¿No irás con Sirius? Es decir, es San Valentín —preguntó Lily confundida.

—Estará en detención —expliqué con desgano.

Ambas chicas emitieron ese gesto de nula sorpresa. Era tan habitual que Sirius se lo pasara por detención que ni siquiera se habían molestado en preguntar que había hecho esa vez.

***

Al punto del crepúsculo comenzó el convivio del amor y la amistad en el castillo. Se celebraba en el patio principal, frente al comedor. El coro del colegio musicalizaba la celebración con melodías medievales y los serafines, que Flitwick había encantado, se dedicaban a arrojar pétalos y chispas rosadas entre los presentes. Cursi, tan realmente cursi que me sentía patética sólo en asistir.

 Jugueteaba con mi copa de zumo de calabaza sin prestar mucha atención a mi alrededor. Las chicas de Hufflepuff se habían dedicado a socializar entre los chicos de Hufflepuff y otros tantos de Ravenclaw de otros grados.  Ya no éramos niñas, supongo que era normal que prefirieran dedicarse a buscar pareja en lugar de enfrascarnos en una entusiasta platica de mujeres. En realidad, yo me mantenía en la fiesta con la promesa de que se presentara Marlene, aunque entre trago y trago de sumo de calabaza, me convencía cada vez más de que me hacía demasiadas esperanzas de que eso sucediera.

—Hola Mary —me saludó Artemia  Abbott súbitamente, sacándome de mi ensimismamiento.

Me alegré mucho al verla, era de pronto como una promesa de encontrarme a Marlene.

—"Arty" —Exclamé y sonreí. La chica se acercó a mí en un gesto más bien confidencial.

—¿Puedo hablar un segundo contigo? —pidió vacilante. Asenté el rostro.

Amiga de James PotterWhere stories live. Discover now