Capítulo 15

2.1K 199 141
                                    

The one - Kodaline

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

The one - Kodaline

Me dejó a unas calles de mi casa, nos despedimos y quedamos de seguir en contacto

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Me dejó a unas calles de mi casa, nos despedimos y quedamos de seguir en contacto. Y era increíble lo tranquila que me sentía, era como si me hubiese quitado un gran peso de encima. Aunque sabía que me estaba metiendo en aguas desconocidas, que no sabía a ciencia cierta qué era lo él hacía, qué tan peligroso podía ser, traté de no pensar mucho en eso. Porque, en cambio, me insté a que debía ir paso a paso, escarbando de a poco. Y lo primero sería conocerlo, saber quién era y qué tanto había cambiado, pero sobre todo, descubrir qué había pasado en su pasado, qué lo había llevado a ser cómo era en ese momento. No obstante, no podía ignorar todo el miedo que me corroía por dentro, porque me aterraba solo el hecho de pensar en todo lo que, posiblemente, podía encontrar. Sin embargo, otra parte de mí —la más esperanzada y quizá inocente—, me animaba a no rendirme y a que, pese a los lóbregos días que se avecinaban, no me rindiera.

Llegué hasta mi habitación en completo silencio, pérdida en una maraña de pensamientos, con una sonrisa ladeada en mis labios, así como, con el palpitar acelerado de mi corazón. Entonces, al estar completamente sola y segura, me permití perderme en los recuerdos de la reciente tarde. En la increíble e inesperada aparición de Dylan, y aunque había sido muy duro conmigo en un principio, tan frío y hosco, no podía echar a un lado la forma en que, nuevamente, se abrió ante mí, mostrándome todos sus miedos e inseguridades.

 « ¿Y si se arrepiente, Lucy?, ¿qué vas a hacer si decide desaparecer?» El miedo que esa posibilidad se cumpliera me atravesó de lado a lado. Sin embargo, me negaba a creer que él podía ser capaz de tanto, porque él había aceptado, teníamos trato. «Pero pudo mentir», repuso mi consciencia. Cerré los ojos, luchando en contra de esa retahíla de pensamientos negativos, entonces, en un arranque de ansiedad tomé mi celular y revisé mi casilla de mensajes, no tenía nada. ¿Debía marcarle primero o esperar a que él lo hiciera?

—Cálmate, Lucy. Él no va a desaparecer —murmuré, reprendiéndome y tratando de alentarme. Cerré los ojos con fuerza al tiempo que liberaba un suspiro cargado de nerviosismo, tomé el móvil con ambas manos y lo llevé hasta mi pecho. Pero mi mente no dejaba de torturarme.

Contigo, nada más © [Pronto en Amazon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora