Capítulo XVII

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Jin arrugó su nariz cuando entro al bar. El olor a sudor, alcohol, cigarro, y otras cosas que no sabría decir o distinguir, inundaron sus fosas nasales. Entre cerro sus ojos para poder ver o diferenciar algo en ese lugar con luz baja, casi escasa. No era el único, Jungkook hacia los mismo gestos a decir verdad, solo que mas curioso que asqueado.

Jimin rió ante la expresión de los dos hermanos.

—Bueno, su expresión es mejor de lo que me esperaba.

—¿Que esperabas? —pregunto el castaño claro, sonrojándose cuando unos tipos se le quedaron mirando al pasar cerca de ellos.

—Que gritaran asustados y dieran media vuelta para escapar —respondió seguido de un encogimiento de hombros—.  Supongo que nunca han tomado cerveza.

Jin negó observando al hombre del otro lado del mesón, reprimió su mueca de desagrado cuando el chico le guiño un ojo y le sonrió en lo que él suponía que sería seductor o coqueto... Humanos.

—Es mi idea... O estamos atrayendo solamente la atención masculina —pronunció acercándose más al pelirrojo para que le escuchara, tal vez estaba un poco atemorizado.

Estar aquí iba encontra de todo lo que le habían enseñado e inculcado por tantos años pero, por Jimin lo harían.

Jimin observó a su alrededor. Jin tenía razón, estaban atrayendo la atención de la mayoría de los hombres al parecer, Alfas y Betas, también una que otra mujer pero Alfa. Mierda, algunos Omegas los miraban resentidos por llamar tanto la atención, nada de lo que Jimin no estuviera acostumbrado pero ¿Y sus inocentes amigos?

—Solo ignórenlos —dijo finalmente, pidiendo dos cervezas y una botella en agua.

—¿Por qué tú no bebes? —pregunto el castaño claro, observando curioso el contenido de su botella.

—Soy malo con el alcohol —abrió su botella y tomó un sorbo de agua.

—Tenemos que hacerlo, ¿cierto? —pregunto Jin observando la suya.

—Solo pruébenlo y luego iremos a bailar —prometió con una sonrisa sincera.

—No sabemos bailar —contestaron al uniso.

Jimin blanqueo sus ojos y suspiró frustrado.

Más que el paraíso, parecía que sus inocentes amigos habían estado viviendo en una dictadura sin saberlo.

—Para estar en el supuesto paraíso, no hay nada de bueno allí arriba. —señaló ácido—. No importa, yo les enseñaré.

Jin observó a Jungkook, el castaño claro le sonrió y tomó un largo sorbo de cerveza antes de que Jin le dijera algo. Apretando sus labios, Jin observó el contenido de su botella, cerrando sus ojos tomó hasta la mitad del líquido. No como Jungkook, que si se lo termino.

—Amargo —dijeron ambos sacando sus lenguas mientras hacían una mueca.

Jimin sonrió satisfecho, dejó su botella sobre la mesa al igual que las otras dos, uno hasta la mitad y otro vacía.

—¿Cuánto? —preguntó al barman que nos les había sacado el ojo de encima, mirando especialmente al rubio.

—Corre por mi cuenta —pronunció observando descaradamente el cuerpo de Jin, incomodándolo por aquella acción.

Extrañamente recordó como aquel demonio de hoyuelos le había observado de forma similar, pero tenía un sentimiento distinto. No le agradaba que este hombre le observara de aquella forma.

Jin le enfrentó frunciendo el ceño, tratando de hacer notar su disgusto como había visto a Jimin hacer millones de veces desde que se conocieron.

El Omega del DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora