La trampa

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"Esto ha ido demasiado lejos." pensó Jackes, mientras hacía guardia en el mercado. Se sintió ridículo, patruyando la calle para cazar a un prisionero sin tanto valor como Madhouse.

Florian solo era un crío encaprichado. No tenía recursos suficientes para convertirse en una amenaza. Y sin embargo, la británica... podría ser la persona detrás de la explosión de la Bastilla, y no Moreau.

Gerald no era capaz de contemplar esa posibilidad, pues deseaba atrapar a Florian con toda su alma. Veía en ese chico algo o alguien que deseaba destruír, para que cesara el sufrimiento que cegaba su mente y empañaba su vista.

De pronto, una figura. Le bastó un instante para reconocer a la mujer en medio de la multitud.

No lo dudó. Cogió de las riendas al caballo, sin perder de vista la delgada figura entre el gentío.
- ¡Señor!- oyó a lo lejos la voz de Signatore. Pero él no le escuchaba.

- ¡Apártense!- gritó demasiado alto, lo suficiente como para su objetivo se volvieran hacia él y entrecruzaran las miradas brevemente, antes de emprender una frenética carrera a través del mercado.

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El general que había interrogado a Alice los había reconocido. Jannah observó que iba acompañado de un joven soldado que, a pesar de su juventud, parecía tomarse la persecución muy en serio.

Sabían lo que debían hacer.

- ¡Lo buscan a él, Warren!- jadeó Jannah.

Él no respondió, pero la alarma era palpable en su mirada.

- Debemos llegar a su casa cuánto antes.- continuó ella, apartando a una mujer.

"Pero antes, deshagámonos de este."

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De pronto, los criminales cambiaron de dirección brúscamente hacia un callejón, alejándose del mercado.

Jackes, siendo un viejo zorro, sospechó que había gato encerrado. Pero no pudo comunicárselo a su joven compañero, el cual salió disparado hacia ellos.

- ¡Vuelva aquí!

Pero el joven era demasiado impetuoso para rechazar la gloria, y ni siquiera le escuchó. Quería ganarse la gratitud de su oficial, aunque eso lo llevara a la insubordinación.

Echó mano del arma, apretando los dientes, pero no hizo nada.
Sudaba de pies a cabeza.

Jackes se debatía entre la posibilidad de perseguirlos o la de caer en una trampa en aquel callejón apartado de París.

"Si les atrapamos, podremos sonsacarles la información y sabremos donde está el resto de revolucionarios." comprendió.

No haría falta interrogar a Florian.

No haría falta sacrificar a una familia entera.

Mandó al cuerno la misión prevista, y decidió arriesgarse, emprendiendo la carrera.

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La calle estaba oscura, y había pequeños charcos de agua en el suelo. Era uno de los rincones más asquerosos y nefastos de París, pero proporcionaba a nuestros amigos un buen escondrijo.

Warren fue el primero en abrir una puerta de hierro oxidada, de la cual parecía brotar moho y un olor desagradable a hierro mojado.

Jannah entró luego, abriéndose paso entre telarañas y suciedad acumulada. Sus pasos resonaron en los charcos mientras caminaban por el túnel.

- Por aquí.

Jannah y Warren se encogieron y adentraron en un agujero en la pared.
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Parecía una gran boca de lobo. Jackes dedujo que Signatore había seguido a los revolucionarios a través del agujero, así que se asomó y gritó:

- ¿Soldado?

Empezó a temer por su vida en cuanto vio, a lo lejos, una mortecina luz que parecía indicar el final del camino. Preocupado, se apresuró a alcanzar la salida.

Ni siquiera le dio tiempo a reconocer el lugar al que había llegado: parecía una enorme sala hecha enteramente de piedra, la cual se sostenía sólidamente sobre gruesas columnas corintias. Esta estaba iluminada enteramente por numerosas antorchas y grandes fogatas.

Le empujaron al suelo. Antes de poder siquiera levantarse, unas manitas rápidas y fuertes lo agarraron de las extremidades y lo maniataron con ásperas y duras cuerdas.

Intentó gritar, pero la mordaza le impidió pronunciar palabra alguna: entre gruñidos de resistencia, Jackes fue finalmente reducido por sus enemigos.

- Bien hecho, compañeros.

"¡Niños...! ¡Son niños!"

Warren se abrió paso entre los chavales para encararse con los ojos encendidos de Jackes. A su lado, la mujer que intentó matarle en su última escaramuza con el enemigo, y a lo lejos, atado a una columna, la delgada figura de Signatore con los ojos desorbitados por el terror.

"Signatore... no..."

El espía miró a Jackes con desprecio unos instantes, hasta que pronunció:

- Preparadle. Y soltad al otro: deben saber que tenemos a su hombre.

Jackes no pudo evitar retorcerse, llevado por el pánico.

Sacaron una larga cuerda, y Jackes se esperó lo peor: una ejecución privada en aquel extraño y escondido lugar, donde nadie podría rescatarlo... al menos, a tiempo.

La Llamada de la Esfinge [GANADORA de los WATTYS2019]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora