Capítulo 10

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Me hice una tila, me tapé la nariz e intentando no vomitar, me bebí aquella cosa que sabía a comida de perro (quizás la comida de perro no esté tan mal como pensamos), el caso es que odiaba esto. Salí con mi lanza que consistía en una piedra afilada atada a un palo. Me adentré en el bosque, me lo sabía entero, me ha dado tiempo de explorarlo. Vi un conejo y en silencio me acerqué, con sumo cuidado, le lancé la lanza y no acerté, salió corriendo y fui tras él, pero se me escapó. Cogí la lanza y me dispuse a buscar otro, en cuanto lo encontré le lancé la lanza y acerté. Cogí el conejo y lo lié en un trapo, y volví a casa. Entré y vi a mi abuela, fui a la cocina y me dispuse a preparar el conejo, primero le quité la piel.

Abuela: No me dijiste que uno me podía ver.

Yo: No ibas a hablar con ellos ni nada ¿Recuerdas? Además, no creo que sepa quien eres.

Abuela: Le he dicho... Que estás a salvo.

Yo: ¿Qué ha dicho?

Abuela: Te busca, te va a encontrar.

Yo: ¿Cómo que me va a encontrar?

Abuela: Le dije donde estabas, pero que no le dijera a los demás.

Yo: ¡¿Que has hecho qué?!-grité- ¡Si viene estará en peligro! Tengo que irme.

Abuela: No vas a irte, no lo permitiré.

Se cerró la puerta de la cocina y no la podía abrir.

Yo: Pues seguiré haciendo la comida.

Abuela: Vale.

Mientras cocinaba, mi abuela me contaba cosas que hacía mi hermano. Dice que me echa de menos, ¿no es una monada mi hermano? Es el mejor, yo también lo hecho muchísimo de menos. Según mi abuela, las chicas estaban deprimidas, tanto es así que ya ni cantan, ni sonríen... Ni siquiera hablan, tan solo para lo necesario. Los chicos estaban mal, al igual que las chicas, no hacían nada, ni siquiera Carlos comía o reía, todos estaban hechos polvo. Mientras contaba, yo ya había limpiado el conejo y lo había cortado, ahora iba a cocerlo. Preparé una ensalada con los tomates y la lechuga que tenía en el huerto en el patio de atrás. Cuando acabé con todo, llamaron a la puerta, miré a mi abuela y abrió la puerta de la cocina dejándome salir. Me asomé en la ventana de al lado de la puerta de la entrada y vi a Blas con alguien más a su lado, no reconocí bien a la persona, pero empecé a dudar en si abrir o no, mi abuela rodó los ojos y abrió ella. Vi a Blas con ¿Dani? Miré a mi abuela y se encogió de hombros.

Abuela: Os dejo solos -dijo, y desapareció.

Los chicos me miraron y Dani se tiró encima mía abrazándome, haciendo que mis pies se despegaran del suelo.

Yo:Pitufo...No... Puedo... Respirar-dije exagerando.

Me soltó y Blas tomó el relevo, me abrazaba y me daba besos en la mejilla. Se me saltaron las lágrimas, y no porque no pudiera respirar, si no porque los echaba tanto de menos.... Vi a los chicos llorando, y los abracé llenándolos de besos de besos y abrazos.

Vuelvo a ser la rara #Wattys2015Donde viven las historias. Descúbrelo ahora