Cap. 1

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Cap. 1.

Llegué a trabajar algo nervioso, pero a la vez preocupado. No ver al chico de todas las noches venir a verme me resultó bastante extraño y me mataba la curiosidad saber que le pasó. Mi día entre hojas de informes no hizo más que empezar, pero no podía pensar en otra cosa que no fuera eso.

- ¡Hernández! — alguien con voz ruda me gritó.
- ¿Si?
- ¿Es que usted no está viendo que esos informes no van en ese montón, y que esos contratos no van en ese otro? ¡No me haga hacer lo que estoy pensando!
- Lo siento, no volverá a pasar.
- Eso espero, y como vuelva a ocurrir, a la calle.

El jefe. El agradable y simpático jefe. Estaba ya un poco harto de este trabajo de traje y corbata, estaba ya harto de trabajar en una oficina como contable, pero no tenía otro remedio si quería comer y tener una buena vida. Por suerte, la hora del almuerzo llegó, y tuve que salir a comprar la comida a una cafetería. Había un montón de cola en el sitio, pero me daba igual. Tenía demasiada hambre como para no comer. Estando en la cola, me llamó la atención por detrás alguien. No sé si es que ya estaba muy obsesionado con el tal chaval o que se le parecía muchísimo por atrás. Las mismas orejas, el mismo peinado, el mismo color de pelo... Me moví un poco, pero lo suficiente como para no salirme de la cola, y, efectivamente, sí, no era él. Había sido imaginación mía. Nisiquiera me acordaba de como se llamaba, creo que jamás me lo llegó a decir. Pedí un refresco y un bocadillo de lomo y salí de la cafetería. Tampoco tardé más de cinco minutos en comerme el almuerzo. Volví al papeleo, y ahí estaba, otra vez el jefe. Qué pesadito era.

- Hernández, tenemos que hablar seriamente usted y yo.
- ¿De qué quiere hablar usted conmigo?
- Vénganse a la oficina porfavor.

Me empujó por la espalda hasta su oficina y me obligó a sentarme en una de sus sillas de cuero bastante oxidadas.

- Creemos que lo mejor para la empresa es que no siga trabajando con nosotros.
- ¿Qué?
- Aquí tiene su finiquito, coja sus cosas y marchese.
- No me puede despedir. ¿De qué voy a comer yo ahora? Mi familia no vive aquí en Madrid.
- No es mi problema, marchese, vamos, que corra el aire.

Fijó su vista en contratos nuevos para reemplazarme tan rápido como se pudiera. Recogí y me marché hacia casa. Y ahora, ¿De qué iba a vivir yo? ¿Qué iba a ser de mi?

- Volver a Canarias sería lo mejor... Pero, no puedo decepcionar a mis seres queridos, debo buscar trabajo. Mañana mismo busco ofertas de trabajo y echo un currículum. — Repetí para mí mismo.

Al llegar la tarde/noche, volví a bajar a tocar, pero nada, el chico misterioso no aparecía de nuevo. Desde que ese muchacho no aparecía por ahí lo único que me pasaban eran cosas malas. Nada, ni un golpe de suerte, nada, todo malo.
Saqué mi trompeta de su funda, cuando una voz masculina y un tanto peculiar se acercó a mí.

- Perdona, ¿Te dedicas a esto?
- Sí, ¿Hay algún problema?
- Para nada. Encantado, me llamo Ricardo Merino, manager de futuros músicos y cantantes. He visto algo en tí que me ha gustado, si no tienes trabajo, puedes llamar a este número, estaré encantado de recibirte y hablar tranquilamente en una mesa todos juntos.

El muchacho me tendió una tarjeta con su nombre, la dirección del sitio y un número de teléfono.

- Gracias. — Respondí contento y motivado.

¿Quizás esto es un sueño? ¿Lo es? Espera a que me pellizque. Vale, no, no lo es, es la realidad. ¿Quizás sería él el chico que venía a verme y a aplaudir? No, no puede ser. El otro muchacho era rubio, este es moreno. Pero alomejor podria ser la luz de la farola que daba reflejo... No puede ser, el otro muchacho era más bajito. Pero, quizás sería mi impresión. No, que va, no es, este chaval tiene barba, y el otro no, aunque se podía haber afeitado. Menudo cacao tenía en la cabeza.

¿Qué tal el capítulo 1? ¿Os ha gustado? ¿Quién pensáis que es el chico misterioso? 🤐

La Farola. || Ragoney.Where stories live. Discover now