único

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— ¿Lo habéis leído?

Sero y Jirou fruncieron el ceño y se miraron entre ellos. No comprendían la emoción de Kaminari, el cual no dejaba de mirar hacia detrás cada poco tiempo y señalar hacia el gran tablón que ahora decoraba el fondo de su clase. La pareja acababa de llegar a la clase, a mala gana y recién levantados, por lo que no estaban para los trotes del rubio.

Ambos le ignoraron, dirigiéndose hacia sus sitios y dejando su maletín encima de sus mesas, pero el tercero se las apañó para no dejarles sentarse y arrastrarles hasta el final de la sala, tirando de las mangas de sus camisas con la suerte de que ambos se dejaron llevar sin poner resistencia alguna.

Los dos vieron revolotear a su amigo enfrente de aquel tablón, buscando alguna de las notas escritas a ordenador que su profesora les obligó a escribir. Según ella, soltar anonimamente alguna de las cosas que más les atormentaban y ver como los demás reaccionaban podía sacar una mejor versión de ellos. Así que tuvieron dos semanas para entregar su secreto a la profesora y así ella poder exponerlos a la gente porque, claramente, era lo que un grupo de adolescentes querían. Por si fuera poco, era obligatorio para toda la clase, algo que aún mejoraba más la situación.

Y ese día era el primero de aquella infernal semana donde sus mayores intimidades colgaban cara al público sin que ellos no pudieran hacer nada más que esperar a que nadie reconociera su secreto.

— ¿Has venido solo a clase para ver esto? Llevabas dos días sin aparecer, ¿lo sabes? —comentó Sero mientras el otro no paraba quieto.

—Claro que lo sabe. No sé porqué no me sorprende que esta estupidez sea suficiente para que él vuelva.

— ¿¡Estupidez!? —Se llevó una mano al pecho, mostrando un tono más que ofendido—. Esto es muy importante, Jirou.

La chica soltó un resoplo mientras que el moreno se limitaba a mostrar su habitual sonrisa. Dentro de lo importante que podía ser el hecho de exponerte al público, la teñida seguía pensando que no era necesario aquel circo de los horrores.

— ¿No los habéis leído?

— ¿No ves que acabamos de llegar?

—Hay cosas muy interesantes. —La chica ahogó un grito, girando sobre sus talones.

— ¿Para qué nos querías, Kaminari? —preguntó Sero, agarrando a Jirou del brazo para evitar que se fuera a su sitio.

—Quiero saber quién es la persona de esta confesión.

Ella se giró para ver como su amigo se ponía de puntillas, intentando agarrar un papel que se encontraba más alto que sus posibilidades por aprobar ese curso.

— ¿Se pueden coger los papeles? —Frunció el ceño, mirando al moreno.

—No lo sé y tampoco quiero saberlo. Aunque supongo que algunas personas no verán los de arriba y podrán cogerlos.

El rubio alcanzó al fin el papel, mostrándoselo a sus dos amigos. Los dos se inclinaron para poder ver el mensaje más cercano.

«Me avergüenzo tanto de mi misma que soy incapaz de confesarme a la persona que amo. Nadie puede querer a una persona con mi cuerpo. »

Los dos se miraron de reojo antes de dirigir la mirada a Kaminari. La seriedad en su rostro les causaba algo de gracia. Era una faceta de su amigo que desconocían ya que siempre estaba con bromas y todo tipo de estupideces.

— ¿Y qué nos quieres decir con esto?

—Hay una persona en esta clase que no se ama a si mismo. —Jirou puso los ojos en blanco, llevándose una mano a la frente—. Una mujer que no se ama. ¿¡Sabes qué es eso!? Un maldito delito. Las mujeres son los seres más hermosos del planeta y no puede haber una sintiéndose así.

Cuando sepas de mí ; KamijirouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora