7

21.2K 1.6K 446
                                    

Salto de la cama repleto de energía, saliendo de mi sueño como disparado desde un cañón

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Salto de la cama repleto de energía, saliendo de mi sueño como disparado desde un cañón. Creo que me dará un ataque al corazón ¡Va demasiado rápido!

Unas manos me agarran por detrás, empujándome de nuevo a la cama y al ver que se trata del vampiro me calmo de inmediato y lo miro.

—¿Q-Qué sucede? —pregunto, mi corazón aun latiendo como el de un colibrí.

—Ayer te di mi sangre para curarte. Puede tener efectos adversos, así que me quedé, pero parece que has estado bien toda la noche. —abro los ojos con desmesura ¿Él se ha quedado toda la noche esperando por mí? ¿Preocupado? No debo hacerme ilusiones, seguramente tenía miedo de que su esclavo se echase a perder. — Has despertado nervioso, pero eso es todo y ya no tienes heridas.

Palpo mi cuello, incrédulo, y doy un chillido al ver que mágicamente está liso. Eso no es posible. Camino hacia el espejo de la habitación, me pongo de espaldas y tuerzo mi cabeza; tampoco están los latigazos. Es impresionante.

—Ahora, querría compensarte y comprobar cuan fiel eres a tus promesas. —dice con una voz ronca, demandándome cerca. Ando hacia él de nuevo, quedando justo delante suyo. —De rodillas. —su tono insinuante y la pequeña sonrisa en sus labios despiertan mi entrepierna y no puedo evitar sentirme avergonzado por ello y preocupado porque, en pequeñas dosis, el miedo me haga ponerme duro.

Veo que hurga en su bolsillo y cuando saca la mano entro en pánico. El pequeño aro metálico que tanto me hizo sufrir vuelve a estar frente a mis ojos y no comprendo cómo puede eso ser una compensación.

—¡Me he portado bien, por favor, no! —grito tratando de levantarme; en el intento caigo de culo al suelo y me arrastro lejos de él.

—Vuelve a arrodillarte frente a mí, esclavo. —niego con la cabeza, mis ojos fijos en ese aparato de tortura. El hombre se levanta y me mira desde su posición, haciéndome estremecer. —¿No recuerdas lo que sucede cuando te portas mal? Confía en mí y obedéceme. Estás siendo premiado.

Trago saliva tratando de creer sus palabras y me aproximo a él volviendo a arrodillarme.

—Soy tu amo, así que yo decido sobre ti. Decido cuando te vistes, cuando sales, cuando comer. Decido cuando te corres, por eso siempre llevarás este anillo a partir de ahora y yo lo quitaré cuando lo crea conveniente. Si te portas bien te dejaré correrte cuantas veces quieras, pero siempre después de que yo lo haga. Si alguna vez te lo sacas tú sin mi permiso te encadenaré y te follaré hasta que me supliques poder tener un orgasmo ¿Queda claro?

Sus palabras hacen que mis ojos se pongan llorosos de miedo, sin embargo, mi polla parece tener voluntad propia y, encantada por el tono de su amenaza, apunta hacia él con pre semen escurriéndose por la punta.

—Sí, amo. —no sé por qué pero decirlo se siente demasiado bien y pensar que será él quien diga si puedo o no llegar al clímax me resulta tan tortuoso como sensual y hace que me encienda todavía más.

Órdenes y desorden (gay, BDSM, vampiros) [EN AMAZON]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora