Shelley y Byron (una pareja muy peculiar)

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Byron se giró al tiempo que lanzaba un estrepitoso grito, mezcla de rabia y sorpresa, fue tarde, el terrible impacto de aquel chevrolet cabrio, rojo y descapotable, año 95 y conducido por una impresionante rubia platino, dio de lleno contra Byron lanzándolo por los aires como un muñeco, quedando como un puzzle, al que se le han dispersado todas las piezas, a menos de cincuenta metros de donde sucedió el impacto.

Shelley lo miró burlona sin bajar del descapotable, haciendo un mohín travieso mordiéndose de manera graciosa los labios, seguidamente le tiró un beso llevándose índice y medio a la boca.

Horas más tarde...

Byron se incorporó levemente del lecho y miró sonriente a la rubia platino que dormía placidamente junto a su costado izquierdo. Después de una noche agotadora «placenteramente agotadora». Byron no recordaba una noche igual a aquella (con Shelley). Se incorporó en la cama bajando los pies y apoyándolos en el frío suelo, de terracota francesa, se levantó sin dificultad dirigiendo sus pasos hacia la habitación de al lado, un pequeño aseo, donde se puso a miccionar tranquilamente mientras se rascaba reposadamente la oreja izquierda ¿Oreja? Byron dio un brinco que hizo que el orín saliera despedido por todos lados, poniendo el suelo perdido, «cosa que no le importó lo más mínimo» (seguro que no limpiaba él), y dando un paso atrás y otro a la derecha, se miró en el espejo que estaba justo encima del aseo. El aullido de rabia, furia y desesperación que lanzó fue superior en decibelios al que había lanzado unas horas antes en el atropello sufrido por el chevrolet cabrio, rojo y descapotable, de año 95.

— ¡Shelley, maldita seas! La despertó a gritos —, desde que decidiste dejar la cirugía para ponerte a escribir ¿qué te pasó, te volviste tonta y ciega? ¡¡Mírame! (se señalaba las orejas) — cuando me has vuelto a reconstruir... ¡me pusiste los testículos por orejas!

¡Dale a la sonrisa!  ( Micro-Relatos de humor )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora