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Los dioses del Olimpo lloraron

al sentir mi pecho desgarrado

por la hipérbole qe sus pinceles trazaron.


Su parábola me condenó a la destrucción.

Y ahora ese foso es mi templo de salvación.


Ojalá nunca lamente lo qe aún yo supuro,

pero ojalá siempre me alcance al levantarse telones.


Siendo el eco de mi ya sangre seca, aún riela. 

· Floreceré y te pareceré poesía ·Donde viven las historias. Descúbrelo ahora