Amaia saltando.

Las notas sin sentido.

El camino de teclas... ¡Sí! ¡Las teclas son el camino!

Amaia saltando.

Las notas que cobran sentido. No son notas, son letras.

Amaia saltando.

DO grave – LA en Fa – DO grave – RE en Fa – DO grave...

"A... M... A... I... A...".

¡Las teclas son mis letras!

¡Pero cómo no he podido verlo antes! Treinta y dos teclas, si cojo la primera por la izquierda, el DO grave... Esa sería la A. El RE grave, la siguiente, sería la B... Y así, del DO al SI, primero con los graves, luego con la clave de Fa, luego con la clave de Sol y, por último, con los agudos. Esas teclas que he recorrido tantas veces en mi mente, y hay más que suficientes para todas las letras del alfabeto...

¡Las teclas son mi alfabeto!

El descubrimiento me deja sin respiración. ¿Funcionará? ¿Seré...? ¿Seré capaz de tocar las teclas? Me vuelve a invadir el miedo... Pero no dejo que me coma terreno. Sí. Podré hacerlo. La mano es una de las partes que más controlo. Esa puerta la tengo abierta. Conozco el camino.

Y ahora... Ahora se me ha abierto otra. Podré hablar con Amaia. ¡Podré hablar con Amaia!

Siento que me descontrolo un poco en la cama, quizás a causa del nerviosismo. Un pensamiento me sacude: yo siempre había tenido la llave, solo que no había sido capaz de interpretarla. Hasta mis sueños me lo gritaban. Pero entonces... ¿Será siempre así? ¿Acaso tengo yo la llave para todas las puertas de mi mente?

Sumido en estas cavilaciones, mis ojos se topan con Amaia durmiendo en la cama plegable... Anoche debió llegar tarde.

Me recreo contemplándola. Es guapa hasta cuando duerme. Y me acuerdo de todas las mañanas que me desperté a su lado en la Academia, y de todas las que también lo hice en los años que siguieron después. Siempre me ha parecido igual de hermosa. Desde el primer día.

Entonces, la duda cae sobre mí, asfixiante, casi tanto como la losa.

¿Serás capaz de entenderme, Amaia? ¿Comprenderás mi alfabeto?

Se remueve en sueños y emite un profundo suspiro. Pero solo eso me basta, me sirve de confirmación. Siento cómo la presión se reduce.

Claro que lo será. Nadie me entiende mejor que ella.

Y tú me diste la llave para que abriera la puerta, Amaix. Y ahora que está abierta, solo tengo que mostrarte cómo entrar en mi mundo...

Pero sigue durmiendo y, al poco, me revuelvo inquieto. No me extraña que esté cansada de ayer y quizás tarde en despertarse, pero siento cómo la impaciencia me atenaza. Menos mal que caigo en que aún no sé si seré capaz de acertar con mi dedo en las teclas...

Quizás debería prepararme y, al menos, eso me entretiene durante un rato. Repaso mentalmente las notas que se corresponderían con las letras:

DO grave – LA en Fa – DO grave – RE en Fa – DO grave

Amaia. El nombre más bonito del universo. Y será mi primera palabra en el teclado. Me imagino que toco las teclas. Pongo el dedo índice de mi mano derecha recto. Tengo que poder pulsarlas... Y quiero que sea ya.

Ay. Paciencia, Alfred, paciencia.

Las notas vuelven a mi cabeza y se mezclan. Mi dedo empieza a moverse solo, como si quisiera seguir el ritmo de las melodías... Y, de repente, añoro el no poder tocar casi tanto como no poder hablar. Mi trombón, mi bendito trombón que me granjeó el pase a OT e hizo que Amaia se fijara en mí, los primeros ratos de guitarra junto a ella, la semana del City of Stars, los dos pegados al teclado... El mismo que hará que volvamos a entendernos con el mismo lenguaje, como la primera vez.

Esa primera vez que nos conocimos, nos tanteamos, nos descubrimos... Nos enamoramos. Y Nos embarcó en la aventura más emocionante de todas, el compartir tu vida y tu pasión con la persona que más te importa. Pero esta vez...

Esta vez lo es todo, Amaia. Lo eres todo para mí, así que también mi mundo será todo para ti.

Vuelve la melodía a mi mente

Porque eso, mi amor (eso, mi amor)

Eso es...

Lo que mueve mi vida.

Vuelvo a buscarla con los ojos, mientras se me encoge el corazón de la emoción.

Sí, tú la mueves. Tú eres la música en mí. Por eso sé que entenderás el camino.

Sin embargo, eso no quita que me revuelva inquieto, impaciente. Necesito compartirlo ya. Nunca había sido más consciente que ahora de la necesidad de comunicarme con ella.

¿Puedes...? ¿Puedes despertarte ya, Amaix?

El camino a casaWhere stories live. Discover now