Capítulo V

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Jimin observó a su padre, quien extrañamente se veía sano pero a la vez no. Tal parece que esta vez no había consumido ni bebido nada y eso solo significaba que su estúpido padre no estaba ya que era este el que le traía cosas y lo convencía de probarlas.

Pero aun así el hombre estaba sentado en el sofá observando perdida la TV, la cual estaba apagada.

—Papá ¿y el vejete? —preguntó sacándose sus zapatillas y dejándolas en la entrada de la casa.

El hombre beta volteó a verlo, le observó unos segundos y luego volvió a ver la apagada TV.

Namjoon observó en silencio a Taehyung, señalando al beta de cabello anaranjado en el sofá, este se encogió de hombros restándole importancia totalmente, observando a Jimin.

El pelirrojo rodó sus ojos y decidió subir a su habitación al ver que su padre no le respondería, al entrar observo cuidadoso cada rincón. Se saco su chaqueta y se paró delante su espejo de cuerpo completo, dos figuras con aspecto humano estaban parados detrás suyo, uno a cada lado.

—¿Ya nos ve? —pregunto el que tenía pelo largo, casi hasta su hombro al demonio contrario.

—Se supone que ya nos puede ver —respondió el otro, observando fijamente al pelirrojo.

Suga apareció en la habitación y se paró al lado de Jimin.

—Oye jefecito, así me cubre a mí —se quejó.

Suga rodó sus ojos y chasqueo sus dedos cambiando así el espejo por uno más ancho, donde perfectamente se veían los cuatro.

—Seamos claros, ¿qué quieren? —pregunto Jimin, cruzando sus brazos sobre su pecho.

—Ven por que me gusta mi manzanita roja —su tono presumido mientras observaba a sus dos seguidores.

—Es un humano interesante.
—concedió Namjoon.

—Muy interesante —añadió Taehyung.

Jimin entre cerro sus ojos, sin gustarle las miradas y tono de los tres no humanos.

—No soy tu manzanita, quiero que se larguen de mi casa y de mi vida.

—¿Por qué? —cuestionó Taehyung—. No es como si hubiera sido mejor antes de que nosotros llegáramos, es mas, deberías de estar agradecido de que estemos aquí —señaló con una gran sonrisa simétrica.

—Un padre que te insulta y trata como la mierda hasta el punto de querer golpearte, un padre adicto que prefiere estar en su propio mundo que en el real. No tienes amigos, y por lo que veo tampoco familiares, las personas a tu alrededor te tratan como un fenómeno. ¿Qué hay de bueno en tu vida antes que nosotros? —cuestionó esta vez Namjoon, alzando una ceja.

El de pelo negro se mantenía en silencio, escuchando atentamente y observando al pelirrojo que seguía sin demostrar ninguna expresión en su rostro.

—Esa es la vida que me tocó, que tal vez no escogí como tal vez sí, una vida que a ustedes, demonios, no les interesa. Una vida que vivo y sobrevivo, prefiero la soledad antes que mala compañía, los humanos somos traicioneros y rastreros, como todo ser vivo, como todo ser no vivo —sonrió petulante—. Ustedes no son más que demonios en los cuales la mayoría de las personas no creen, y los que sí creen, no son más que gusanos que los llaman para pedirles y exigirles algo. Nadie les quiere, nadie les necesita en sí a ustedes, solo a sus poderes y aun así, no agradecen porque para ellos, ustedes siguen sin existir —escupió sin importarle que a quién le estaba hablando era a demonios, seres de los que estaba seguro que no podría hacer nada para defenderse.

El Omega del DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora