Los traidores de la sangre.

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Doble capítulo, ¿Por qué? Porque bueno, estaba escribiendo y una cosa llevo a otra. Así que actualización aoeofod :v

Regulus Black nunca fue un hombre que pudiera enojarse tan fácil, había soportado a Lord Voldemort con sus ataques de diva y sus ganas asesinas cuando alguien le contradecía (aunque no era seguido gracias a Harry que cambió su comportamiento). Tampoco fue una persona que tuviera algo de lo cual lamentarse. Había salvado gente como la había matado, porque lo merecían, por ser un obstáculo o por el simple hecho de haber hecho algo contra el niño del Lord.

Tampoco tuvo que sufrir con su familia de una manera aterradora como el resto de niños sangre pura, Sirius había Sido el mejor hermano, Bellatrix era una mujer aterradora pero razonable.
Narcisa nunca hizo cosas innecesarias que necesitaran su atención. Andrómeda fue una chiquilla demasiado desafiante pero su esposo hizo que la familia mirara con buenos ojos el matrimonio entre Muggles, mestizos y hasta traidores de la sangre.

Nunca estuvo tan mal en la familia, sus padres fueron amables y les permitieron tomar sus propias decisiones. Aún si estás eran equivocadas y tontas. Snape en la familia fue menos que una piedra en sus zapatos, porque lo veía como un hermano demasiado duro. Los Weasley que había conocido no le parecieron tan malos. La gente en su mundo nunca le hizo enojar y Sirius fue lo suficiente realista cuando se enfrentaron en un duelo para aceptar que causaba miedo aún sin enojarse.

Pero ahora, en esta situación. Cuando la misma hermana del chico del cual estaba locamente enamorado (¿Para qué negarlo?) Estaba sosteniendo su varita alzada mientras acusaba al chico de ser un mortífago, ¿A caso los Gryffindor's no tenían nada mejor que irse inventando conspiraciones inexistentes? Porque él solo estaba de visita, luego de rogarle a Snape que le dejara ver al chico.

—¿Qué esta pasando aquí?—esa era la profesora Minerva Mcgonagall caminando a paso rápido.

Severus Snape estaba detrás suyo con su imperturbable cara de frialdad con su capa dándole un toque de misterio. Pero el problema no era tener a dos de los maestros más temidos de Hogwarts intentando evitar la riña. El problema radicaba en que nadie debía saber que estaba de visita. Menos que Severus eran quien le había infiltrado al castillo bajo la estricta confidencialidad de la que una serpiente era capaz.

—Señor Black—la voz de Mcgonagall le detuvo de huir de manera discreta—¿Y usted a donde cree que va?

Era su oportunidad, después de todo Ronald también era un Black. Y de manera doble.
Minerva rodó los ojos enojada, se cruzó de brazos sobre su pecho con disgusto.

—Le hablo a usted señor Regulus Black.

Se detuvo, no había otra opción, menos cuando la mujer le veía con ojos severos. No cuando su varita aún estaba apretada contra el cuello de la chiquilla que se atrevió a insinuar que era capaz de hacerle daño a Ron.

—Minnie—sonrió de lado Regulus intentando apaciguar a la Leona—, es un total y completo gusto volver a verte.

—Regulus Black—la mujer fue implacable al mirarle como si pudiera descubrir todo lo que estaba planeando.

Él hombre suspiro resignado. Regreso sobre sus pequeños y para nada discretos pasos que había dado para huir. Sus dedos temblaron con ira reprimida ante la sola idea de la pelirroja amenazando a Ronald. Busco al chico con entusiasmo antes de contestarle a Minnie con alguna palabra grosera.

—¿Y Ronald?, ¿Dónde esta Ronald?

—¡Black, no cambies de tema!—chillo la bruja indignada.

Él azabache le ignoró mientras buscaba al chico, hace un momento había estado parado a lado suyo mientras Ginevra Weasley amenazo de hacerle pagar por el secuestro o algo así de sus hermanos.

—Profesora—Regulus se sonrojo al recordar que la bruja era buena en transformación—ella amenazo a mi sobrino—se ahogo al solo imaginarse como tío de Ron—diciendo que sus madres eran mortífagos y que él se seguro lo era.

Y tal vez la amenace con practicar algunos hechizos punzantes y magia oscura contra ella” pero nunca aceptaría aquello contra la Leona. Capaz y le colgaba de los pulgares. No quería pensar en lo que Snape le haría por no ser discreto como un buen Slytherin.

—Regulus, ¿Qué haces aquí?—Snape, claro, debía mantener la fachada de no saber nada—pensé que ya te habías ido.

—Solo saludar—le restó importancia buscando al chico que de verdad le importaba—. Estaba visitando a Ronald, cuando la chiquilla Weasley salió con la varita en mano diciendo que eliminaría a un sucio mortífago.

Lo encontró extrañamente bien oculto al chico detrás de Severus. Era su jefe de casa, claro, pero algo dentro suyo no le impedía sentir celos de su amigo. Porque nadie más que él tenía la confianza de los muchachos a pesar de sus severas formas de castigarlos que casi parecían injustas.
Severus le fulminó con la mirada, una de esas que usaba cuando James Potter actuaba como un idiota cabeza de chorlito.

—¿Señorita Weasley?

La niña tembló al escuchar la voz sedosa y suave que era completamente engañosa. Sus manos temblaron dejando de lado la amenaza y pestañeo dulce, era tan tonto que podría pasar por una mirada inocente.

—Eso no es cierto profesora Mcgonagall—la bruja chillo indignada—este extraño señor estaba tomando del brazo a Black con fuerza mientras lo empotraba en la pared. Solo pensé que lo estaba intimidando.

—¡Eso claramente no es verdad!—reclamo Regulus con el tono rojo subiendo por su cuello.

—Señor Black—Severus sacado de atrás suyo al chico que estaba totalmente sonrojado—¿Él señor Regulus le ha intimidado?

Él niño negó con la cabeza intentando ocultarse con las manos el rostro. Estaba avergonzado.

—¡Señor Black, hablé!—Severus estaba perdiendo la paciencia.

—No profesor—casi sollozo de la pena—, Regulus solo estaba hablando conmigo y ella salió gritando. Me llamo Mortífago.

—¡Lo eres!, ¡Tus madres son unas locas!—grito perdiendo la postura de niña buena—¡Ellas mataron a mis hermanos y amenazaron a mi familia!

—Minerva miró a la chico con severidad—Espero que se disculpe con el joven Ronald, señorita Weasley.
Madam Black y Lady Black son dos mujeres decentes—le recriminó la bruja mirando al chico llorar ante aquellas palabras sobre sus madres—. Y usted Regulus Black, espero no verlo de nuevo por aquí o le enseñaré a no amenazar a mis alumnos.

La mujer se retiró jalando del brazo a la chica Weasley que no dejaba de gritar sobre lo absurda que estaba siendo la profesora Minerva Mcgonagall con respecto a la forma en que aceptaba en la escuela escoria como los Black.

—Eres un idiota—Severus siseó dándole un zape en la cabeza—, no debiste actuar tan imprudente y tienes suerte que Mcgonagall adora a Sirius.

—¿Minnie, adorar a Sirius?—pregunto incrédulo—te aseguro que adora más a Potter que a mí tonto hermano.

Colateral (En Revisión). Donde viven las historias. Descúbrelo ahora