Capitulo - 30

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( maratón 3/3) 

Terminamos de comer. Lavo lo que ensucié, que no fue mucho, ¿Qué lleva hacer unos sándwiches? Me río de mí misma. Próxima tarea: aprender a cocinar para no pasar pena.

Después de unos minutos, Ignacio me dice que quiere acostarse, entonces siento cómo me cae un balde de agua fría encima; no se me paso por la cabeza que llegaría la noche y tendríamos que dormir. O al menos se me había olvidado de ese punto.

 ¿Hablarás con Charlotte? — le pregunto, tratando de ignorar de que estamos en su habitación. Son casi las diez de la noche y me pidió hace unos minutos ya traerlo a la cama.

 Estoy pensándolo, te dije que tal vez — me responde con voz ronca y con un atisbo de sonrisa — Necesito ayuda con la camisa, debo quitármela para dormir

Abro la boca para decir algo, pero entonces me quedo pensando en algo...

 ¿Duermes sin camisa todos los días? — indago.

 Si — dice dudoso

 ¿Y quién te ayuda a quitarte las camisas todas las noches?

Me cruzo de brazos y me acerco a él, tomando el pliegue de su camisa y tirando bruscamente.

 Mocosa, no seas brusca — susurra con enojo.

 Ahora soy mocosa — digo para mí misma, pero sé que escuchó — Alza el brazo — le mando con voz seca.

No lo miro; seguro su rostro es de mofa hacia mí.

 Niña, mocosa, enojona — me dice en susurro.

Me toma con sorpresa; lo ha dicho en forma dulce y mi pum pum acelera cada latido. Quito su camisa esta vez con cuidado, es de verdad muy tedioso pues se hace difícil sacar la manga de su camisa por el brazo donde tiene el yeso.

 Debes usar camisas más livianas — le digo.

 Me gustan estas — responde.

 Pues tienes un yeso. No se pueden sacar tan fácil.

 Pensé que se salían fácilmente, quien me las quita las saca con sencillez...

 Seguro la puta es experta — no lo dejo terminar de hablar

Tiro la camisa en cesto de la ropa sucia y empiezo a quitarle sus zapatos los cuales se colocó para ir conmigo al parque.

 Si, es muy experta. Incluso, no es nada nuevo para ella quitarme la ropa

Mi corazón se detiene y mi rabia crece. Voy hasta sus pies, le quito los zapatos y medias con más brusquedad que la de antes. Cuando ya lo he hecho, me recompongo y los tiro al piso.

 Entonces llámala que te venga a desvestir ella. Seguro y hacen sus cochinadas.

 ¿Cochinadas? — se carcajea.

 ¡Deja de burlarte en mi cara! Eres un mujeriego de lo peor

Ignacio hace un amago para jalarme hasta su cuerpo, pero lo esquivo. Hace otro movimiento con su brazo, pero es sin sentido, ya que no sabe dónde estoy.

 Ven aquí, Camila — me llama suavemente.

 No — respondo con molestia.

 Juana viene por la noche después que tú te vas y me ayuda a quitarme la ropa. No es nada nuevo para ella porque es mi nana desde que nací. Estuvo conmigo, ha estado ayudándome desde que se enteró del accidente — me cuenta

Mírame Con AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora