Capítulo 17: Te susurrare hasta que duermas

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– ¡POCHÉ! ¡SALTA! – La voz de Calle se escuchó desesperada.

A las repentinas acciones de ambas personas, la peli-azul perdió el balance, al observar hacia los dos tan repentinamente, deslizándose de su agarre. Calle sin pensarlo corrió más cerca del borde, viendo que está no lograba parar su caída.

– ¡CALLE!  – La peli-azul gritó.

Calle extendió los brazos nuevamente al ver que la peli-azul se acercaba a ella, y con facilidad detuvo la caída, tomándola en sus brazos con seguridad. Poché pasó sus manos por el cuello de la chica, escondiendo su rostro en este, mientras su cuerpo temblaba del susto, tristeza y la agonía que causaban las palabras de su padre.

La castaña posó una mirada seria en el tipo, reflejando rencor y odio en estos, mientras la imagen de este lleno de sangre, y más joven, aparecía en su mente. » Tarde o temprano vendré por ti « Pensó con veneno en sus pensamientos, mientras se daba la vuelta escuchando gritos provenir del hombre.

Ignorando los por completos, mientras sus ojos eran presos hacia la peli-azul en sus manos, observándola con preocupación y tristeza, al verla en dicho estado. Al llegar a la motora, está sentó a Poché alante, sentándose detrás de esta mientras encendía la motora con facilidad.

– ¿A cuántas has montado en la motora de esta forma? – Poché preguntó, distrayendo su mente de lo sucedido, intentando su mayor esfuerzo.

Calle se sonrojo un poco desviando su mirada a lo que hacía – Solo a ti – Musitó apenada, mientras arrancaba.

Poché se quedó observando el rostro de la castaña, en la forma que la luz azul de la luna la bañaba, dejando sus ojos brillar más hermosos. Está observó hacia el cielo, observando las estrellas.

– ¿Por qué parece que han quitado las estrellas del cielo para decorar tus ojos? – Está preguntó inconsientemente de que lo había dicho en voz alta, volviendo a desviar su mirada hacia la castaña.

Calle miró a la chica por menos de un segundo, sintiendo sus mejillas arder un poco más, sin poder comentar nada.

» Tú eres la que tienes las estrellas en los ojos « Pensó la castaña, mientras observaba la oscura carretera, siendo iluminada por la luz de su motora, y el fulgor de la luna.

Unos minutos pasaron y llegaron a la casa de la castaña, está estacionó el vehículo en el garaje. Poché se bajó primero, y seguido la castaña, quien observó a la chica, con detenimiento.

Sus ojos estaban cristalinos, como si estuviera aguantandose la agonía del mundo dentro de ella, mientras jugaba nerviosamente con sus dedos, desviando su mirada con la intención de no ser descubierta nuevamente en un frágil estado.

Calle trago hondo – ¿Cómo te sientes? – Está preguntó con preocupación y delicadeza; fueron esas palabras que rompieron la barrera de la chica.

La chica comenzó a llorar sin intención de detenerse un tiempo cercano, las lágrimas salieron a millón, como si hubieran contenido siglos dentro de ella, aguantandose. Cayó de rodillas al suelo, haciendo que la castaña reaccionara y se dirigiera a ella con rapidez, invadiendo el espacio personal de esta, mientras pasaba sus brazos alrededor de esta; en un abrazo proyectivos, no comentando ninguna palabra.

– ¿Que esta sucediendo aq... – Las palabras de Juliana fueron cortadas a medio aire, al ser testigo de aquella escena.

– Juli, ¿Puedes hacer un poco de chocolate caliente? – Calle comentó, desviando su mirada hacia la menor mientras le dedicaba un mirada calmada, para que no se preocupara.

Está asintió sin mucha protesta, adentrándose nuevamente a la casa. La castaña tomo a la chica en forma de princesa, con delicadeza y cuidado, caminando hacia la casa, entrando por la puerta y continuando hacia las escaleras, donde las subió, prosiguiendo hacia su habitación. Depósito a la chica en la cama, y al intentar de saltarse del agarre de la peli-azul, está se quejó.

– No me dejes sola, por favor, quédate conmigo – Está susurró entrecortada, hiperventilando.

– No iré a ninguna parte, corazón – Calle susurró con seguridad, acostándose al lado de la pequeña – Ahora, respira despacio – Está finalizó.

Está permaneció llorando por una hora antes de lograr calmarse, rechazando el chocolate caliente que fue llevado en cierto momento a la habitación. Calle le comento a su hermana que lo depositara encima de la mesita de noche, mientras dejaba que su mano derecha hiciera pequeños círculos confortantes en la espalda de la menor, transmitiendo su confianza, seguridad, protección y cariño a la chica. Una vez más tranquila, la castaña observó a la peli-azul, unos minutos, antes de que está rompiera el silencio.

– ¿Crees que soy un estorbo en la vida? – preguntó en un susurró, sin mirar a la castaña mientras permanecía observando fijamente el estómago de su compañera, y a la vez observaba a la nada.

Calle abrió los ojos, sorprendida por la tan inesperada respuesta, y luego de unos segundos, negó con la cabeza – Jamás – Está pausó, desviando su mirada hacia el cabello azul de la chica, quitándole con su dedo de su rostro, algunos mechones que la cubrían – No eres un estorbo para nadie, mucho menos para mí, el hecho de que siempre estemos gruñiendonos, no significa que no me preocupe por tí – Está siguió depositando un beso en un costado de la frente de la chica – Cualquier palabra que él te haya dicho no es cierta, y puedo asegurarte – Está confesó, al fin ganando que la peli-azul mirara hacia ella.

Sus ojos se encontraron, en una mirada calmada y sutil, la castaña le sonrió con cariño y genuina.

– Si tengo que susurrar te toda la noche, el por qué no eres un estorbo, lo haré hasta que logres dormir – Calle aseguró una expresión llena de pasión, y amor.

Poché se le quedó observando, y se acercó un poco más a ella, pasando una mano por su cintura, apretando su agarre lo suficiente para sentirse segura, y no lastimar a la chica.

– Te lo agradecería – Está susurró por lo bajo, cerrando los ojos.

Calle comenzó a dar sus razones, desde las más suaves hasta las más cursis, hasta que el suave ronquido de esta le dejo saber que podía detenerse. Sus ojos se posaron en la chica, y sin despegarse se acomodó, depositando un beso en la comisura de su labio – Y me has dado a mí una razón por la cual creer en el amor – Susurró finalizando, y cerrando los ojos.

Te Entregare Mi Corazón - [Completado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora