—Te dije que no les dijeras nada —dijo en voz baja él.

—¿Disculpe?

—Te dije que no les dijeras nada de tus sueños —repitió.

—Lo siento, pero no sé de qué me habla.

—No necesito nada —replicó él, negando con la cabeza.

—Oh, bien —43 entrelazó sus dedos—. Entonces, llámeme cuando me necesite, Max. Estaré a su disposición.

Notó su mirada sobre ella mientras se dirigía a la puerta.

***

—Muy bien. Di tu información.

—Número de serie: 43. Modelo: 4300067XG. Creación finalizada por el padre John Yadir el 17 de noviembre de 2025, a las 03:01 de la mañana. Recuerdos artificiales implantados por vía modular. Zona: Ciudad Capital. Sin uso formal. Función: sin especificar. Reprogramación finalizada.

—¿Cuánto hace que fuiste reprogramada? —preguntó el padre Tristan, aburrido.

—Tres días, padre.

—¿Nombre adquirido?

—¿Disculpe?

—Se te ha olvidado el nombre adquirido —replicó él.

—No tengo nombre adquirido, padre. Solo el de serie.

—¿El nombre de Alice te dice algo?

43 parpadeó al oír el nombre, pero no reaccionó.

—No, padre.

Él la miró en silencio unos segundos, antes de seguir.

—¿Has experimentado algún tipo de incomodidad?

—No, padre.

—¿Algún problema con el programa?

—No, padre. Todo funciona bien.

—¿Has soñado alguna vez?

—Padre, debo recordarle que los androides no tienen la capacidad cognitiva de soñar, y por lo tanto...

—Ya, ya —él hizo un gesto con la mano—. Entonces,  ¿no has tenido nada parecido a un sueño? ¿O algún recuerdo?

—Puedo acceder a mis recuerdos implantados si lo desea.

—No será necesario. Vamos a repasar tu presentación. Dila.

—Mi nombre es 43. Estoy a su disposición para cualquier tipo de información que necesite saber.

—Vamos a cambiarlo. Lee este.

—Mi nombre es 43. Es un placer conocerlo. Estoy a disposición si requiere mis servicios. ¿En qué puedo ayudarle?

—Mhm... no —él negó con la cabeza—. Vamos a quedarnos con el anterior.

Alguien llamó a la puerta y asomó la cabeza. Era el capitán Clark.

—Me han dicho que tengo que vigilarla —replicó, mirándola—. Hasta que venga el alcalde.

—De hecho, primero tenemos que hablar en su despacho —el padre Tristan se puso de pie—. Que no se mueva de aquí, ¿entendido?

—Sí, señor —dijo el capitán mientras lo veía marchar. Cuando hubo cerrado la puerta a su espalda, cambió su expresión—. Imbécil.

43 lo miró mientras se acercaba y se sentaba en la silla que acababan de dejar libre. Miró los papeles con curiosidad y luego la miró a ella con más curiosidad todavía.

Ciudades de Humo (¡YA EN LIBRERÍAS!)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora