La boda de Isabel

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Maisie

Oscuridad. Una inmensa masa de oscuridad alrededor de mí como arena. Como en una cruz tomados de las manos, al norte Francis y Lola, al sur el Rey y lady Kenna, al este Greer y un sirviente, al oeste Ailee en el suelo y Catalina detrás de ella y al centro, Mary y Sebastián. Mis manos llenas de sangre. La luna sobre mi cabeza. Y la voz de mi madre que provenía de todos lados ¡Muerte! ¡Muerte! decía. Entonces el agua fría me llevó a las profundidades del oscuro mar mostrando como en un haz de luz a Sebastián cubierto de sangre colgado por los pies y degollado en el bosque.

El aire volvió a mis pulmones en cuanto Nostradamus me soltó. Recordé cómo me tocó; el collar se me cayó y él pasaba junto a mí, lo levantó intentando ayudar y al chocar nuestras manos creo que tuvo una visión sobre mí y no entiendo cómo pude verla yo también.

Jadeé buscando aire. Él estaba paralizado.
— Maisie ¿Te ocurre algo? — Escuché a las amigas de Mary hablarme.

Ellas me separaron de Nostradamus antes de que pudiera preguntarle si él vio lo mismo que yo. Me llevaron a un lugar para descansar donde Francis me vio.

— ¡Maisie! — Exclamó asustado. Debo reconocer que me preocupaba mi situación. Todo fue tan real incluso sentía mi piel mojada por el agua. — Maisie, ¿estás bien? — Asentí.

— Necesito un poco de aire. — Me relajé en cuanto mi cuerpo salió del trance.

— Claro. — Contestó Lola.

Francis nos ayudó y se despidió amablemente estando cerca de los jardines. Me quedé quieta mirando las flores. Las chicas me miraron preocupadas.

— ¿Segura que estás bien, Isie?

— Sí. Fue sólo un mareo, Nostradamus intentaba ayudarme. — Expliqué mintiendo. Ellas me miraron sin creerme, entonces busqué una salida. — ¿Puedo pedirles un favor?

— Sólo dinos. — Contestó Greer.

— ¿Me ayudarían a prepararme para la boda de Isabel? — Ellas se miraron unas a otras con una sonrisa.

— ¿Color de vestido? — Pregunta Kenna como una aceptación.

— Ustedes dirán — Respondo a sus miradas de complicidad.

Nos dirigimos a nuestros respectivos aposentos para bañarnos, sin embargo, las chicas y yo nos reunimos en los aposentos de Ailly para arreglarnos. Kenna es increíble con el cabello, sabe de qué manera acomodarlo para cada ocasión y que decir de Lola y el maquillaje. Era lindo estar entre chicas, hacía mucho tiempo que yo no lo hacía. Desde que tenía 5 años, cuando mis damas estaban aquí, conmigo. Aunque eso no era algo de lo que me gustara hablar.

— Estás lista. — Habló Greer sacándome de mis pensamientos. Me miré al espejo, me veía bien, pero mis pensamientos parecían más fuertes.

— Gracias chicas. — Dije. — Iré a mis aposentos. Las veo en el banquete.

— Claro Maisie. — Escuché a Lola.

— Pueden decirme Isie. — Comenté saliendo. — Es más corto.

Ellas no me contestaron. Caminé directo a mis aposentos, los cuales estaban arriba junto a los que usaba lady Diane cuando estaba sola y los de Bash que estaban justo del otro lado.

Volteé al final de lo escalones, Bash estaba allí. Sentí un pequeño pinchazo en el estómago, algo que me molestaba, de hecho. Me traía una mala sensación. Le miré y al fondo del pasillo Diane salía de sus aposentos en dirección a nosotros, ella me sonrió con gracia y nos pasó de largo, sin embargo, Bash parecía en otro mundo, ajeno a mí.

— Oye... — Él  volteó a verme al fin. — ¿Nos vemos en el banquete? — Asintió seriamente con la mirada al suelo.

Me porté igual para ocultar la preocupación por toda su actitud, no sólo era amor lo que había en esa visión de Nostradamus; dolor, miedo, inseguridad y traición eran sólo unas cuantas más que logré reconocer.

Esperaba algo más de su parte, aunque sólo puede escuchar un suspiro y los pasos escaleras abajo, por su parte era todo. Puede que fuera muy peligroso para mí amar a alguien. Las personas que están cerca de mí siempre salen heridas o muertas.

Una persona como yo, una bastarda que nació con el sólo objetivo de dar poder y bienes a otros, no es nada importante para muchos dentro de la realeza, pero para otros; soy el claro ejemplo de lastimar a la familia Estuardo, a la familia real de Escocia. Pues según las enemistades mi familia me trajo al mundo porque mi madre estaba enamorada y ahora piensan que por amor estarían dispuestos a pagar una gran cantidad por mí o como venganza. Y las veces que lo han intentado han fallado, pero se han llevado por delante a las personas que han intentado protegerme.

— Tienes que protegerte... — Escuché una voz. Me encontraba en mis aposentos buscando entre mis cosas mis argollas favoritas . Esa voz era extraña y me causaba una sensación de miedo.

— ¿Quién está ahí? — Pregunté temerosa.

— Mary y tú no están a salvo en el castillo. Debes cuidarla. — No entendía por qué. Caminé con timidez hacia donde creía que venía la voz.

— ¿Por qué razón? — Pregunté.

— No aceptes ir de vuelta a Escocia morirás si te vas — La voz me congeló, me daba miedo pero escuché paciente lo que tenía que decir. No comprendía la razón de esto. No tenía sentido en lo absoluto pero realmente me preocupaba más que alguien estuviera en mis aposentos. Sin más que el miedo me terminé de preparar.

Una vez en la fiesta, me quedé junto a las damas de Mary. Parecía que la corona escatimó más en gastos de lo que tenía planeado para la boda de Isabel. De hecho no me importaba en lo absoluto, sólo buscaba una distracción para dejar de pensar en lo que escuché detrás de mi tocador.

— ¿Qué tienes Isie? — Preguntó Kenna tomando mi mano. — Parece que estás en Anjur con esa mirada. — Ellas rieron y me contagió su risa.

— Nada, sólo espero a Sebastián... — Dije.

— ¿Sebastián de Poitiers? — Pregunta Greer. — ¿Acaso él y tú.... — Me miro esperando respuesta. Negué con una sonrisa, aunque ellas rieron.

— Bueno, es un hombre apuesto, aunque eso sí, todos aquí saben que coquetea con todas. — Habló Lola modestamente.

— ¿Te refieres a eso? — Reí irónicamente señalando un claro ejemplo. — Sebastián es un hombre misterioso. Creo que nadie logra comprenderlo del todo.

— Algunos hombres ocultan lo que quieren para no parecer débiles.  — Asentí al comentario de Greer. Realmente la plática no era de mucha importancia para mí.

Nos quedamos en silencio un rato más hasta que me aparte en busca de vino, luego me acerqué a Mary para verla y estar más cerca de ella. La Reina Catalina se levantó rápidamente de su trono y con una sonrisa comenzó a hablar.

— Antes de la consumación. Me complace anunciar que he recibido una carta de Mary de Guisa, madre, de la Reina Mary Estuardo y su hermana, la princesa, Maisie de Guisa. — La miré expectante y asombrada. — Ella me pide cordialmente que envíe a su hija menor a Escocia ya que ha cumplido lo que su madre le mandó aquí en la corte. — Entonces fue cuando me di cuenta de que la voz que escuché, hablaba con la verdad. — Maisie, querida. Tu carruaje sale de aquí a dos noches, extrañaremos tu presencia en la corte pero esperamos que seas feliz en tu antiguo hogar.

Ella me miró a los ojos como despidiéndose de mí, la fiesta continuó y Mary y sus damas salieron a bailar. Me preocupaba todo esto y no pensaba que las cosas salieran bien después de esta noche. Sebastián se hizo presente y algunas lágrimas brotaron de mis ojos pues las preguntas eran simples.

¿La visión de Nostradamus era mi futuro? De ser así ¿Por qué Catalina querría enviarme lejos? Y... ¿Qué pasaría entre Bash y yo, si me voy?

No podía más con esto. Así que me marché a mis aposentos. Puede que fuera lo mejor antes de que alguien me vea llorar.

Bastards | Bash & Tú | ReignWhere stories live. Discover now