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"Las heridas que no se ven son las más profundas."

William Shakespeare.

Katia tomó las llaves de su bolso y abrió la puerta de su departamento, encontrándose en el suelo un pequeño sobre blanco con su nombre en una caligrafía desconocida para ella.

Frunció el ceño al observar una dirección y una hora escrita. Era todo. No llevaba firma ni tampoco tenía un pequeño indicio de saber quién podría ser. Observó su reloj y se dispuso a ir al lugar donde la habían citado, quizás fuese una de las nuevas pruebas de las que HYDRA la tenía sometida constantemente gracias a su traición por haberse escapado hace un año. Debía apresurarse, de lo contrario, entonces estaría nuevamente en graves problemas.

Sus altos tacones se enterraban en el césped a medida que avanzaba por aquel campus donde la habían citado.

—Señorita Ivanova. Es un placer conocerla por fin en persona. —saludó un hombre con una gorra.

Katia soltó una risa irónica al reconocer el rostro del hombre.

—¿Qué hace aquí? ¿No debería estar escondiéndose en vez de meterme en problemas?

—Quizás. Pero he venido a darle un mensaje. —suspiró Steve, acercándose a ella.

—No quiero nada que venga de ustedes.

—Es la última voluntad de Bucky, Katia.

Bucky. Aquel nombre que no había vuelto a pronunciar desde ese día que la abandonó junto a todos sus planes y sueños que habían construido juntos.

—No me interesa. —declaró, sintiendo como algo por dentro se quebraba de nuevo.

—Usted a él sí.

—¡¿Qué sabe él o usted sobre eso?! Él no sabe nada de lo que pasé cuando me dejó, no sabe cuántas torturas recibí cuando regresé para intentar localizarlo, ni siquiera le interesó si aún seguía viva o muerta. En cambio yo me pasé todo este maldito tiempo soportando ese asqueroso lugar para después lograr darme cuenta que solo fui su herramienta para escapar, me usó y luego cuando le fui inservible me abandonó a la suerte como a un maldito perro en la calle.

—Él solo quiso protegerla, pero usted regresó a ellos. —manifestó —. Se odió día y noche al saber que no podría protegerla si estaba dentro de HYDRA, por eso...

—No me interesa saber nada más sobre él. Fue un cobarde. —interrumpió, molesta.

—Él está...

—Sé perfectamente donde está y en qué estado está, Rogers. No necesita decírmelo y si era todo, creo que mejor debería esconder bien su trasero ahora que es fugitivo en vez de andarse preocupando en decir las cosas que su amigo no dijo.

—Él lo lamenta profundamente. —suspiró

—Le enviaré la correspondencia para que la lea cuando despierte. —manifestó, antes de darse la vuelta y soltar una lágrima.

Immortal || Bucky BarnesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora