Capítulo 4.- Al borde del colapso

566 74 17
                                    

Toda esa noche Waldo la pasó despierto, no pudo dormir ni un solo momento

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Toda esa noche Waldo la pasó despierto, no pudo dormir ni un solo momento. Hizo su mejor esfuerzo por estar cuerdo y no perder la razón y ahogarse en su pena, para poder realizar todos los trámites funerarios de su esposa.

Estuvo a su lado, con ella todo el tiempo que pudo y así le llegó el día. Solicitó el apoyo de Alondra para que le llevara a su hija a la hora en que fuera el entierro.

En casa, Angélica estuvo con su pequeña y no se despegó de su lado; juntas llegaron al cementerio donde ya estaba todo listo para despedirla. Miró a su alrededor muchas flores de tonos blancos y amarillos, vio a amigos, familiares y arreglos que venían de parte de su trabajo.

La nostalgia hizo un hoyo en su corazón al golpearla con su cruda realidad, ella había dado tanto esfuerzo y tiempo a su trabajo, haciendo horas extras por petición de sus jefes, y en estos momentos, ni siquiera podían estar presentes para brindar apoyo y pésame a su familia.

Se dio cuenta de que su error con Waldo había sido precisamente ese, por dar prioridad a su trabajo, lo había abandonado, se había alejado de él y nunca se dio cuenta de aquello hasta este momento.

El llanto de su pequeña la hizo salir de sus pensamientos, ella estaba en brazos de Waldo y la niña gritaba y pataleaba, pues recién habían cerrado el féretro y comenzaban a bajarlo con lentitud dentro de la tierra.

-¡No! ¡Mi mami está ahí, no la pueden meter ahí! ¡Mami!

Waldo lloraba tratando de controlar a su hija, hablándole con cariño, tratando de que ella entendiera que ahora que su madre había fallecido, esto es lo que sucede cuando hay que dejarlos partir; pero la pequeña Penélope desesperada gritaba por su madre, pensando que estaba viva encerrada en una caja enorme a la cual le estaban echando tierra.

-Mi niña estoy aquí -Angélica llegó a su lado y la niña la miró respirando en alivio y extendió sus brazos hacia ella- ¡Mami, mami! pensé que no podías salir de ahí.

La niña pataleaba en brazos de Waldo quien no la soltaba.

-Tranquila mi vida, yo estoy contigo, tranquila corazón. -Waldo acariciaba el cabello de su pequeña hija.

-Tranquila bebé, aquí estoy ¿Lo ves? -Angélica ayudó a tranquilizar a su hija.

Penélope siguió con sus ojitos llenos de lágrimas pero había calmado sus gritos y ya no pataleaba.

-Me asusté mucho mami. -Dijo la niña.

-Mamita ya no está aquí mi amor. -Respondió Waldo, quien no podía ni ver, ni escuchar a Angélica.

Penélope lo miró muy seria. Era un gesto entre triste y enojada.

-Mi mami sí está aquí pero tú no me crees que puedo verla. Quiero irme con ella.

-No mi amor, no digas esas cosas. Tú tienes mucho por vivir, no puedes irte con tu mami ahora, ella está en un lugar mejor al que no podemos ir a visitarla.

Me niego a morirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora