7: Salida.

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 Un mes después la crisis en la empresa había terminado y ahora podía relajarse un poco. Aunque eso no significaba que podía confiar en que todo fuera de las mil maravillas, siempre tenía que estar atento.

Tenía a su favor que contaba con un gran equipo eficiente y que él tenía una destreza innata para los negocios.

Entro en su coche y se dirigió a su casa. Habían comprado aquel coche seis meses atrás, era un Lykan Hypersport , todo una belleza . Uno más para su colección, si había algo más que le gustaba aparte de dirigir su empresa, era coleccionar autos.

En su gran colección contaba con autos cómo: Lamborghini, Mercedes Benz, pero no todos eran de la nueva generación, no también tenía  algunos los cuales era una reliquia.

Cuando llego a casa después de un largo día, no obtuvo quejas acerca de su esposa.

Subió a su habitación y allí tomo una ducha. En vez de descansar un poco, se puso a investigar sobre una compañía china de software que quería comprar. Después de esos llamo a su mano derecha, Diego Fernando, era un latino proveniente de Colombia. Era un hombre inteligente y leal. Uno de los pocos amigos leales que tenía.

-Diego, he investigado sobre la compañía china. Quiero más información sobre ella. Sabes que me gusta invertir en lo seguro, no me gustan las sorpresas de último momento.

Sentado detrás de su escritorio Diego, escuchaba a su amigo y jefe con atención. Salvatore era como un hermano para el, no solo le había dado trabajo, si no que le había ayudado con ciertos problemas que había tenido en el pasado. Había llegado a la posición de vicepresidente en aquella empresa, no porque fuera amigo del jefe si no porque había demostrado lo bueno que era en lo suyo. Se había esforzado al máximo y al final había logrado sus objetivos.

-Bien, tengo un conocido, que puede ayudarnos con eso. En cuanto tenga todo la información te la enviaré.

-La estaré esperando, quiero comprar la empresa. Tengo planes con ella.

-Pero, por lo que tengo entendido no está a la venta.

-Ahí es donde entra tú, por algo eres mi mano derecha. Una vez confirmado toda la información, viajaras a China. No quiero un no como respuesta. No puedo permitir que la competencia Se me adelante.

-Comprendo, Jefe. Descuidé me encargare de todo.

Terminó la llama y se dirigió al salón, en pocos minutos sería servida la cena.

Cuando bajo se encontró a Mariel, lo cual no le sorprendió ver la allí, era una vieja amiga de la infancia y una amiga muy querida de la familia.

-Querido, es un placer verte nuevamente-dijo estampando un beso en su mejilla.

-Bienvenida.

En aquel momento una empleada le informo que todo estaba listo para la cena.

Cuando Mariza bajó, ya estaban todos reunidos. Miró a Mariel con odio está estaba sentada al lado de su esposo y este conversaba con ella de lo más sonriente.

La señora Lombardi, le lanzó una sonrisa de satisfacción.

Pudo ver la burla en los ojos de Alicha.

Ignorando a todos se sentó tan alejada de ellos como pudo, el comedor era grande lo cual le facilito la tarea. Salvatore le lanzó una mirada de reproche y ella le respondió con una cargada de indiferencia.

-El menú de hoy, fue elegido en honor a nuestra invita- escucho a la anciana mujer decir.

-No debió molestarse. Soy cómo de la familia, cualquier cosa hubiera estado bien- dijo Mariel.

-Es un placer tenerte aquí querida, eres más que parte de nuestra familia. Eres como una hija para. Hubiera sido la nuera perfecta.

Mariza se estremeció y un nudo se formó en su garganta. Estaba tan cansada de todo aquello. No miro a su esposo.

-Madre- la fría voz de Salvatore se escuchó en todo el salón- Mi esposa es Mariza y como tal exijo respecto-dijo dejando en claro su posición. Entendía que su familia aun estuviera molesta por su boda, pero no iba a permitir aquella clase de comentario, no era propio de su madre y estaba seguro que lo había dicho sin pensar.

La mujer lo miró y al ver la advertencia en sus ojos decidió dejarlo pasar.

-Que lastima, que su hijo no se casó con quien usted quería, me imagino que debió ser horrible para una mujer que le gusta controlarlo todo- dijo mariza mirándola, con una sonrisa de burla en su rostro.

La otra mujer abrió la boca para responder pero se vio interrumpida por una voz furiosa.

-Vasta, no quiero escuchar más del tema- gruño Salvatore.

- Como quieras querido- dijo Mariza con burla.

No iba a dejar que aquello buitres le humillaran sin tener su merecido.

La cena fue servida y todos empezaron a comer, menos mariza la cual había perdido el apetito. Se sentía, mareada y con frío. Solo esperaba que la enfermedad no regresará, había tenido comienzo de neumonía hacia algunos meses y aquel día, le había caído un buen chaparrón, pues había tenido que caminar un poco para llegar a la mansión, como siempre salía de casa y se refugiaba en su lugar secreto lejos de la casa y aquel día no había sido la excepción.

Cundo el primer plato fue levantado, Salvatore no se percató de que no había comido nada. Estaba muy centrado conversando con la modelo.

Todo el mundo parecía ignorarla, como si no estuviera allí. No era nada para aquella familia. ¿Cuánto más iba a poder soportar aquello? Si él no le hubiera chantajeado con quitarle el bebé cuando naciera, ella ya hubiera buscado un empleo y a la menor posibilidad se hubiera ido.

Sabía que a Salvatore no le interesaba el bebé, no del todo, al menos al principio había sido así. La única razón por la que se había casado con ella, era para evitar las habladurías. No era lo mismo dejar una amante que dejar a una embarazada. La prensa le hubiera acabado.

Él era muy sobreprotector con su familia y sabía que se había casado con ella para evitarle una vergüenza a su familia. Siendo una familia tan adinerada aquello hubiera sido un tema de debate en la alta sociedad. Aunque la familia de él, la odiaba y se habían opuesto al matrimonio, al final él había hecho lo que más había sido conveniente.

Ya había escuchado más de una vez, de la boca de la madre y la hermana menor de Salvatore, que él solo se había casado con ella, por el bebé y para evitarle una vergüenza a su familia. Aunque siempre agregaban que de todas formas él había avergonzado la familia al casarse con ella.

Delante de él solían disimular su odio por ella o al menos no le trataban tan mal como lo hacían cuando no estaba. Debes en cuando dejaban caer comentaros malicioso, pero no iban más allá.

Cuando él no estaba la atacaban sin piedad, con sus comentarios hirientes y sus acciones.

El segundo plato fue servido y esta vez ella no soporto el olor desagradable de los alimentos en la mesa.

-¿Adónde vas? - pregunto él. Al verla levantarse de la mesa.

-Ciertos olores me resultan desagradable- se limitó a decir.

-Le pediré a Ofelia que te prepare algo más- dijo, fijándose en lo pálida que estaba.

-No es necesario, no tengo hambre.

Se alejó de allí, antes de que él dijera algo más.

La cena continuo y después todos pasaron a la terraza a tomar algo, mientras conversaba.

Por otro lado, Mariza lo estaba pasándolo mal.

-¿Hermano, porque no salimos un rato este noche? Podemos ir los tres.

-No creo que sea conveniente- dijo.

-Vamos, Salvatore. Una salida entre amigos. Conozco un buen lugar- insistió Mariel coqueta.

Antes la insistencia de las dos mujeres más jóvenes, acepto.

Además tenía mucho tiempo, sin salir. Aquello no le vendría mal.

Antes de salir estuvo a punto de ir a ver a Mariza, pero lo descarto, seguro ya estaba dormida.

Boda por obligación. (4- Serie magnates apasionados)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora