P1: Capítulo 15

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Mi cuerpo se petrificó y a mí alrededor el tiempo pareció detenerse. De todas las posibilidades que barajé antes de venir aquí, los lobos estaban en lo último de la lista de riesgos. Y ellos por su propia condición, eran un riesgo superior a cualquier otra criatura.

—Sabes lo que son, ¿verdad? —Me dijo Alhaster en cuanto llegó a mi lado en el sillón.

—Puede que hayan pasado años desde la última vez que los vi, pero reconozco a los lobos —respondí, corriendo hasta la ventana. A través del cristal pude ver el reflejo de la luna en el mar y los árboles mecerse con suavidad por efecto del viento.

Parecía una ironía, una noche tan calmada y a la vez tan peligrosa.

—Si están aquí es porque ha sido planeado. Estuve con lobos cuando llegué aquí y todos toman medidas para no ser poseídos por la luna —masculló el dragón y le siguió una maldición. Golpeó con fuerza la pared, dejando la marca de sus nudillos en ella.

—No hay tiempo para lamentos ahora, Alhaster. Debemos proteger a Ilora —repliqué serio—. Los aullidos se escuchan un poco lejos, aún podemos ganar algo de tiempo y...

—¿Tiempo para qué? —dijo Alhaster casi gritando. Dio vuelta la mesa y le arrancó las patas como si fuera poca cosa. Partió a la mitad la tabla superior y me extendió una de las mitades, respirando de forma agitada por el enojo más que por el esfuerzo—. No importa cuántas ideas se te ocurran ahora, Ilora va a despertar hoy. Ya no hay vuelta atrás y los encantos de esa sirena no podrán hacer nada para evitarlo.

Al menos no había empleado un insulto. Me tragué una respuesta para ello y, respirando hondo, tomé la madera que el dragón me daba.

—¿Qué quieres que haga con esto?

—Ganar algo de tiempo —dijo repitiendo mis palabras—. No podremos evitar que Ilora despierte, pero sí que salga lo menos lastimada posible —continuó y, acto seguido, se posicionó frente a la ventana y colocó la madera sobre ella. Tomó el encendedor del bolsillo, el que había usado en el hospital contra los elfos, y utilizando su control del fuego fundió las secciones de aluminio alrededor de las estacas.

—Supongo que no había tiempo de usar clavos, ¿verdad? —pegunté sorprendido, mientras se acercaba a mí.

—Se llama actuar rápido y con lo que tengas a mano —replicó Alhaster, repitiendo el proceso con el otro pedazo de madera contra la puerta—. Además, esto durará más que unos cuantos clavos terranos.

—Sí y esto también —murmuré rodando los muebles para cubrir puertas y ventanas y yendo a la cocina para colocar la nevera frente al cristal que miraba la playa.

No pasaron diez segundos de que cubrimos los accesos a la casa, que pudimos escuchar las garras de los lobos intentando ingresar, rasgando la madera y aullando. No hicieron falta las palabras, con una sola mirada salimos corriendo a la escalera subiendo los escalones de dos en dos. Luigi se encontraba al lado de la puerta de la habitación, sosteniéndose el brazo con la mano.

—¿Qué te ocurrió? ¿Estás herido? ¿Los lobos ya están aquí? —pregunté alarmado, mirando para todos lados.

—No, en realidad es que... caí de la cama... —respondió mirando al suelo, sobándose el brazo.

Alhaster largó una carcajada, pero yo estaba tan impaciente que ni sonreír pude. Lo miré en forma de reproche, pero lo que lo hizo callar fue el alarido de dolor proveniente de la habitación contigua. En un parpadeó vi a Alhaster desaparecer frente a la puerta de Iliana, entrando desenfrenado. Luigi y yo lo seguimos.

Al entrar al cuarto se me cayó el alma a los pies.

Iliana tenía otra pesadilla y, aunque permanecía en silencio, todo su cuerpo alerta, con lágrimas corriendo por sus mejillas y las uñas clavadas en sus manos sangrantes, era suficiente aviso de la naturaleza aterradora del evento.

CDU 1 - El despertar de Ilora [GRATIS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora