Décima Pieza: Cristina.

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Y cayó  de rodillas y lloró, gritó, sollozó. Sintió su pecho arder, sentía dolor, sentía llamas de las que necesitaba deshacerse. Se caía una vez más todo, se derrumbaba su construcción, una tan difícil de construir que él no podía creer que ya no existiría, que todo se iba a resumir en cenizas y recuerdos preciosos pero a la vez tormentosos.


 —¡NO TE VAYAS! gritó con lágrimas en los ojos, donde sus mejillas eran cubiertas por lágrimas, donde sus rizos rubios se agolpaban enmarcaban su rostro lleno de angustia, de dolor.


  —No hagas esto. Esto es enfermo Luke, esto demuestra que yo no puedo ayudarte.


¡TENGO TODO! ¡TENGO DINERO! ¡TE PUEDO ENTREGAR TODO PERO NO TE VAYAS! ¡TE AMO! ¡YO TE AMO!


La mujer escuchó con atención el grito que el hombre rubio exclamaba, pidiendo ayuda, solicitándola, queriéndola, amándola, pero ella no podía hacer eso. Él necesitaba ayuda, ayuda que ella no podía brindarle.


Se volteó y con cuidado, caminó hasta él. Pronto, al notar su acercamiento, suspendió sus sollozos y gritos, pero no las lágrimas. En sus rodillas avanzó hasta ella y, cuando estuvieron uno frente al otro, Luke la abrazó por las rodillas, queriendo tenerla por siempre entre sus brazos, para así siempre sentirse de esa forma sin recurrir a ese polvo milagroso, a esa jeringa poderosa y a esos papeles que ponía en su lengua. Ella lo salvó, ella le tendió un salvavidas y él se aferró a él como nunca nadie antes.


Luke, escúchame, por favor murmuró la pelinegra, tomando los brazos del hombre rubio para quitarlos de sus piernas, así ella podía arrodillarse y estar ambos a la misma altura. Luke estaba desesperado, y asintió repetidas veces con una llama de esperanza en su pecho, que se extendía poco a poco—. Tú necesitas ayuda, tu eres un adicto, un drogadicto que necesita de cocaína y de heroína para vivir...


Pero gracias a ti lo dejé, tu fuiste mi cura, mi terapia. Te amo, te amo demasiado y me salvaste. Tú me salvaste, deberías estar feliz por eso cariño tomó las mejillas de la pelinegra y le sonrió entre lágrimas, mientras ella le devolvía el gesto con tristeza, quitando con suavidad las manos del rubio de sus mejillas, para luego tomarlas entre sus manos.


  —Luke, no puedes amarme si aún no te amas a ti mismo. Recurrir a estas drogas te destruye, no te cuidas, no te amas. Debes pedir ayuda.


Pero yo te amo, tu eres mi cura, tú me salvaste, me hiciste valorar mi vida y por eso ya no lo he hecho, no desde que me di cuenta que no eres una chica como las otras. Yo te amo, te prometo lo que más quieras como aliado de mi palabra sincera. Te amo.


La chica le entregó una sonrisa triste a Luke y luego besó sus manos sin quitar el contacto visual. Luego las soltó y con sus manos, acarició las mejillas de Luke para limpiar las lágrimas de estas, las lágrimas de dolor, pero también la evidencia de todas sus palabras que ella no podía confirmar.


  —Si de verdad me amas, pide ayuda y coméntame cada avance que tengas. Sólo así me aseguraré de lo ciertas de tus palabras, que comenzarás a amarte a ti mismo, antes de amarme a mí.

Puzzle. 5 Seconds of Summer.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora