Capítulo 20

2.2K 120 1
                                    

-Narra Blas-

Ya era tarde, muy tarde, así que cenamos y nos fuimos  a dormir.

Por supuesto, antes de acostarnos, me tocaba echarle cremas y potingues por todo el cuerpo, para que las heridas y los moratones cicatrizaran lo antes posible.

Estaba en ello, cuando María me dijo...

María: Hoy... no tengo sueño...

Paré de untarle las pomadas y la miré. Ella estaba haciendo lo mismo, pero al techo.

Blas: ¿Por qué?

María: No lo sé... -dijo con tristeza.

En ese momento, me vino a la  cabeza una idea "brillante".

Blas: Mira... vamos a jugar a un juego...

Ella me miró con curiosidad.

Blas: Me explico. Yo me voy  a acercar a ti, cada vez más y, cuando te sientas incómoda, me lo dices. Así sé cual es mi límite contigo, ¿vale?

María: Vale... -me respondió, con un poco de miedo.

Blas: No te voy a hacer daño... no te preocupes...

Empecé acariciándole la cara.

Blas: ¿Esto te molesta?

María: No...

Ahora me acerqué a ella. Tenía mi rostro a escasos 30 centímetros del suyo.

María: No... pasa nada...

Vale... había mejorado, estaba claro.

Me pegué más.

Si esto lo aguantaba, podría pasar a la  siguiente fase con ella.

20 centímetros...., 10 centímetros..., 5 centímetros..., 1 centímetro...

Notaba su respiración, entrecortada, azotar mi cara...

Nuestras labios estaban a punto de tocarse...

María: Sigue... -me susurró.

Estaba preparada.

Me acerqué  más lentamente que nunca, y le besé despacio, para que no se asustara.

Ella no opuso ninguna resistencia.

Cuando me separé de su boca, vi en ella la sonrisa más bonita del mundo.

¿Puedo confiar en mi ángel de la guarda?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora