Llego tarde

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Es la hora. Estoy muy cansada. Esta noche no he dormido nada. Debería haberme tomado una infusión para poder descansar algo. Lo necesitaba. Bueno, vale. Ahora ya no puedo hacer nada. Se me ha cerrado el estómago y no me veo capaz de tomar ni siquiera un vaso de leche. Los nervios me están poniendo más nerviosa todavía. Si no voy  comer nada, mejor salgo ya.

Voy a llegar muy pronto. Aún queda una hora y media. ¡Una hora y media! No puedo salir aún. ¿Qué pensarán de mí si llego una hora antes? Eso no es ser puntual. Es pasarse. Fanatismo, creo que se llamaba. No, fanatismo era obsesionarse con algo. ¿Y si piensan que soy obsesiva con la hora? Bueno, pues entonces mala suerte.

Será mejor que salga de aquí, estar sola me pone nerviosa. Fuera el día está nublado, aunque no parece que vaya a llover. No sé. El cielo está cubierto. Dios, cuánta gente hay a estas horas de la mañana en la calle. Casi no se puede ni pasar. Parece que estamos en China, o en algún otro país donde las calles están llenas de gente a todas horas. Seguro que con vista aérea parecemos un montón de hormigas. Qué tontería.

¿Por qué me he puesto tacones altos? Y encima de aguja. Me voy a hacer daño en los pies. Y para colmo parece que voy marcando el ritmo de una marcha militar. Se oyen igual de fuerte que si fueran un tambor. Izquierda. Izquierda. Izquierda, derecha, izquierda.

Vaya, qué vestido de novia más bonito hay en ese escaparate. Seguro que cuesta una fortuna. Voy a ver. Vale, me equivocaba. No cuesta una fortuna, sino dos. ¿Por qué ponen vestidos a ese precio en una callejuela?

No tiene sentido. ¿Dónde estoy? Genial. Me he perdido. ¡Me he perdido en el lugar donde vivo! Me parece que voy a necesitar un guía si alguna vez quiero salir de aquí. No puedo ni siquiera dar un paseo para relajarme por mi propia ciudad. Pues no es un buen momento para perderse, Sara. ¿Y ahora cómo se supone que voy a encontrarme? Cualquiera diría que debo conocer la zona por lo mucho que la frecuento, pero no es así. Debo salir más si no quiero perderme. O puedo comprarme un GPS. Ahora que lo pienso… ¡mi móvil tenía GPS incorporado!

Me parece que lo dejé en el bolso, en el bolsillo pequeño… o a lo mejor en otro bolsillo. Pues no está… ¡Pues claro que no está! Me lo guardé en la cazadora que me puse ayer y no lo volví a sacar. Esta mañana se me ha olvidado cogerlo. ¿Y ahora qué hago? El director de la serie y el productor me iban a llamar al móvil.

¡Eh, esta calle yo la conozco! Está cinco calles en dirección norte del teatro. Perfecto. Ahora voy a casa a por el móvil y llamo al director… que no recuerdo cómo dijo que se apellidaba… y le pido la dirección más detallada. Con la que me dio me voy a perder otra vez. Sí, a pesar de tener un GPS. Aunque primero podría intentar seguir las indicaciones que me dio… No, es más sencillo si me lo dice él directamente. Nos ahorramos complicaciones. O al menos yo.

Ya he llegado al teatro. Ahora sólo tengo que seguir dos calles a la derecha para llegar a la tienda de golosinas y de ahí una hacia el sur para llegar a mi casa.

El reloj me acaba de confirmar lo que me temía. Sólo queda una hora para que empiece la prueba. Vaya, es pensar en ello  y noto cómo los nervios me recorren la espalda y el corazón se acelera.

Lo que hace la adrenalina.

Es extraño. Estoy nerviosa y ni siquiera ha comenzado la prueba. No estoy ni cerca del lugar donde se supone que es. Me estoy poniendo nerviosa por lo que temo que suceda. Tiene gracia. Me estreso por algo que no está pasando todavía porque me imagino lo que podría salir mal y eso me preocupa. Increíble, parece que tengo prisa por ponerme nerviosa y me invento motivos. Seguro que me podría imaginar otra situación estresante y me pondría más nerviosa aún… Pero como eso no debe pasar, no me voy a imaginar nada.

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