capítulo 1.

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Capítulo 1.
Olympus.

Cuando una sombra cruza la habitación, Helena jadea. Pero no jadea de miedo o de sorpresa, sino que de placer. Suspira sintiendo las manos de la sombra encima de ella. La recorren lentamente desde la espalda hasta la nuca atrayéndola hasta él.

Él.

Entonces, las cortinas se abren dejando pasar el sol. Y por fin lo ve. Sonríe porque está contenta con lo que ve. Está satisfecha con lo que ve. Y entonces sonríe lentamente y se acerca para besarlo. Se acerca lentamente, muy lentamente hasta que sus labios se tocan muy despacio.

Entonces se despierta de golpe por la alarma. Helena gruñe de rabia tirando una almohada hacia donde  estaba el reloj. Cae al suelo y suena como si se hubiera partido en dos. Le da igual. Se sienta en la cama y se queda mirando a un zapato durante unos segundos.

Sí, tenía una extraña sensación. Tal vez eran las pantis mojadas por el sueño, pero no era eso, eran mariposas en el estomago.

Helena llevaba soñando con el mismo hombre desde los 10 años. Al principio, lo comentaba siempre con las enfermeras, que era el mismo hombre. Alto, castaño claro, ojos mieles y recordaba su fuerza y su olor. Lo comentaba todos los días... Después, tuvo que dejar de hacerlo a medida que crecía... Pues los sueños se tornaban más íntimos.

Era como si Helena viviera dos vidas. Una de día, y otra de noche con ese hombre. Que era siempre el mismo... Y en los sueños era como si lo mirara por primera vez aunque una vez despierta, ya guardaba el sueño en la lista de "el hombre misterioso".

Suspiró estirando los brazos y después sacó las piernas de la cama con mucho cuidado, sobre todo con la derecha. Fue cojeando hasta el baño y ahí empezó a prepararse para su primer día de clase en el Olympus.

Síp, habéis oído bien. Helena era alumna del Olympus cuando era muy pequeña... Pero entonces tuvo el accidente y dejó de asistir para mudarse a Boston donde estaban los mejores médicos. Llevaban un año y medio aquí de vuelta en la ciudad, entre la fisioterapia y la recuperación de cirugías costosas, no había podido volver pero ahora Helena estaba al mil por cien para volver.

Incluso, se arregló mucho más bonita para parecer mayor, para que no la recordaran como la niña del accidente.

Pues, el accidente ocurrió en noviembre, en Canadá. Hacía frío, viento y mucha nieve. Sobre todo neblina. Hank, su padre, conducía con mucha prudencia. Ella iba en la parte de atrás. Entonces, un camión cruzó el paso e impactó de lleno a Helena.

Hank resultó ileso, pero Helena quedó atrapada entre el camión y el metal de su propio coche. No recuerda nada. Un golpe en la cabeza la obligó a olvidarse de todo lo anterior al accidente. Es más, parecía que todo lo que le contaban, era mentira. Y ella estaba contando cosas que eran completas mentiras. Por ejemplo, su madre repite una y otra vez que a ella le encantaba comer verduras... Cuando actualmente las detesta, entonces, ¿es verdad lo que le dice su madre o es simple manipulación?

Cosas que te preguntas cuando estuviste en coma y te despiertas sin recordar ni cómo te llamas.

Eso sí, fue ventajoso para Helena. Pues a pesar de ser un desastre en todo, en las clases era increíble. Memorizaba y absorbía todo lo que leía llevándola al éxito absoluto en cualquier examen o prueba.

Por eso es que iba a volver a clase, pues al estar tanto tiempo en un hospital, lo dedicaba a leer y a estudiar el temario del Olympus que le fue proporcionado amablemente. Después de miles de exámenes, por fin la habían dejado volver.

Y hoy era el inicio.

Hoy iba a empezar una nueva etapa, de la que tenía pánico ser parte, pues con el tiempo se había vuelto muy cerrada, muy tímida e incluso callada.

Olympus: Apolo 《j.b》 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora