— Tengo algo importante que decirte.

— ¿De qué se trata? — Me miró expectante. — ¿Por qué tanto misterio? ¿Es algo malo?

— No, no, todo lo contrario. — De alguna manera, mi sonrisa lo tranquilizó. — Es algo bueno.

— Dime. — Insistió impaciente.

— Me aceptaron en la Universidad de Nueva York. — Sólo entonces sonrió también. — Creo que, después de todo, no vamos a tener que separarnos.

— ¿Así que sí te preocupaba? ¿Te preocupaba que nos separáramos?

— ¿Y a ti no?

— Pero si fuiste tú quien dijo que la distancia no significaría nada para nosotros.

— Es que... — Suspiré. — Tengo que ser honesto... Y es que no puedo hacerme la idea de pasar mis días sin ti. Te has vuelto tan necesario para mí.

— ¿Y no te asusta?

Fruncí el ceño.

— ¿Por qué? — Dije. — ¿Por qué tendría que asustarme?


«Bajando lentamente

Bajando lentamente

Las palabras más bellas no pueden arreglar lo que está roto»


— ¿No te asusta necesitar tanto de alguien?

— No. — Mi sonrisa seguía en mi rostro cuando negué con la cabeza. — No si se trata de ti.

—... Frank... — Su cara, sin embargo, no me aportaba tanta seguridad. Se suponía que debía estar feliz y no lo parecía.


«Sé que algo está mal, tengo un presentimiento que no puedo alejar

Perdiendo todo mi tiempo deseando que te pudieras quedar»


— ¿Qué pasa, Gee? No esperaba que reaccionaras así... Se supone que deberías estar feliz, tanto como yo lo estoy ahora.

— Lo estoy, créeme. Eso es lo que me preocupa.

— ¿Te preocupa estar conmigo? ¿No querías eso también?

— Lo que me asusta, Frank, es depender de ti. Te amo tanto, tanto, tanto, que mi mayor miedo es necesitar de ti, ya no poder imaginarme una vida si no es contigo, porque... Si algo sale mal, estaré deprimido, no quiero estar triste por nadie, quiero seguir manteniendo mi independencia emocional.

Aquellas declaraciones habían sido un poco fuertes para mí, pues yo había abandonado esa "independencia emocional" sin ningún conflicto, más bien, lo hice de manera involuntaria. A mí no me importaba necesitar de él porque, al fin y al cabo, la posibilidad de que me decepcionara me parecía inexistente. Él había acabado con mi inseguridad, por eso nunca tuve miedo de que pudiera dejarme.

— Yo no tengo miedo de necesitar de ti. — Le dije.

— Y haces mal.

— Gee... — Me senté en el suelo y apagué mi cigarrillo en el cenicero entre nosotros, por lo que él hizo lo mismo y se sentó frente a mí. — Ahora sí estás asustándome.

— Perdona, perdona. — Se acercó más a mí, para tomarme de las mejillas. — Es que pienso que esto es demasiado bueno para ser verdad y se me hace difícil creer que esa eternidad con la que soñamos podría ser real, es que pasé tanto tiempo creyendo que esas cosas no pasaban en el mundo real... Por eso desconfío en este momento.

Path(po)etic; FrerardWhere stories live. Discover now