"Me encargaré de destruirte, a ti y a tu hermosa sonrisa, tal como destruiste la mía... Jeon Jungkook".
• Historia 100% Original.
• Prohibida su Copia.
• Pareja Principal KookV.
• Capítulos cortos.
• Contenido Homosexual.
• Inicio 24-05-2018
• Crédi...
Las cosas estaban saliendo en su mitad bien y en su mitad no, eso lo tenía con el alma pendiente de un hilo. Estaba intentando de todo y lo único que conseguía, era a un Jungkook intentando a toda costa controlar sus molestias y demostrando a cada segundo interés en él.
Se estaba quedando sin ideas y eso sencillamente lo perturbaba. Entonces, pensó qué tal vez no era mala idea fingir que tenía a alguien más y así poder fastidiar al menor. A su mente vino él simpático Hoseok, pero después simplemente lo descartó. No era justo que un tercero saliera lastimado por su culpa.
Estaba sentando sobre la hierba del parque a unas calles de la Universidad, apoyado sobre el árbol e intentando pensar seriamente, cómo seguir todo esto. Jungkook tomó asiento a su lado, tras unos veinte minutos después.
—Te estaba buscando. —señaló.
—¡Ohh! ¡Sorpresa!, ya me encontraste. —respondió, irónico.
—Vamos... —prosiguió él menor.
—¿A dónde quieres ir ahora, Jeon?. —preguntó con desgano.
—Sólo vamos, ¿Bien?. —frunció levemente el ceño.
Jungkook se puso de pie y ayudó al castaño a hacer lo mismo tras darle la mano. Taehyung se sacudió rápido sus pantalones y suspiró con fuerza al ser arrastrado desde la muñeca por él menor. No hizo reclamo alguno, tan sólo continuo caminando.
Sus ojos se expandieron cuando sus pasos cesaron, viendo frente a sus ojos, aquel local de comida que tanto le gustaba en el pasado, y en donde tantas veces fue a comer con él azabache.
—Entremos. —le dijo. —Hoy no has comido y no quiero que te enfermes. —sostuvo con su rostro lleno de preocupación.
—Olvídalo, yo no...
Se quedó con las palabras a medias cuando Jungkook lo obligó a entrar al lugar, sin soltar su mano. No pudo evitar observar aquella unión, porque había olvidado lo bien que se sentía ese tipo de contacto entre ellos.
—¿Por qué? —interrogó cuando tuvo en frente la carta de comida.
—Siempre te ha gustado demasiado, Panda Express. —le respondió enseguida.
—No me refiero a eso. —advirtió. —¿Por qué te preocupas tanto?, no somos na...
—Nada, lo sé. —completó las frases del mayor. —pero en algún momento lo fuimos y ahora, seriamos algo así como compañeros y... ¿Es necesario que tenga que dar explicaciones para todo?. —preguntó tras sentirse levemente abrumado.
Taehyung negó. —Es sólo que, no me hagas caso, quiero ésta. —apuntó aquel plato de pollo a la pimienta negra, que lo hacía babear años atrás.
Jungkook sonrío cuando pudo notar que, él castaño había cambiado de ánimo tras dejar su postura a la defensiva, por lo que agregó un par de galletas de la fortuna a la orden, más dos limonadas extra.
La comida no tardó, sin embargo, y pese al buen ambiente, comieron en silencio. Sólo hicieron algunas pausas para hablar cosas banales, sin mayor incomodad. La extraña calidez que se dada entre ellos cuando estaban solos, era por lejos mucho mejor que cuando las cosas se salían de control.
—Escoge una galleta al azar, la primera que tomes será tu suerte en los días próximos. —indicó Jungkook, con algo de seriedad.
Ambos se carcajearon dedicándose una mirada extrañamente sensitiva. —Bien, espero y no sean malas noticias. —sostuvo él castaño.
Taehyung cogió una entre el pequeño lote y Jungkook hizo lo mismo después de él. Partieron la galleta y sacaron el papelito que se encontraba al interior. Se miraron una vez más, Taehyung dedicando una sonrisa ladina y luego bajando la mirada hacia el papel del menor.
—¿Qué dice? —preguntó, expectante.
Jungkook llevó su mirada al papel y comenzó a leer. —Lo importante no es dejar de cometer errores, lo primordial es aprender de ellos y salir victorioso al final, tras agotar todas tus posibilidades. —hizo una pausa al encontrarle sentido a la frase y continuó. —Número de la suerte, el 10. Color rojo.
—¡Aggr!, eso fue injusto. Te tocó mi número y color favorito. —señaló él mayor. —¡Bien!, leeré el mío. —indicó, tomando el papel entre sus dedos. —La felicidad no es real, si no es compartida. Suele estar delante de nuestros ojos, aún es tiempo de empezar otra vez. Número de la suerte, el 1. Color Azul. —finalizó, su discurso, con la mirada baja.
Eso era jodido y extraño. Demasiado real a su parecer, frunció el ceño e intentó no parecer sorprendido. Llevó su mano al vaso de limonada y bebió del líquido. —¿Podríamos ir a ver una película al cine? —preguntó de imprevisto, recibiendo una afirmación del azabache que, intentaba mostrase poco afectado.
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