Capítulo 21

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21:05 la chica de cabello rojo

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21:05 la chica de cabello rojo

—Katie, haceme un favor —le pidió a su hermana, mientras le daba la espalda, como para que buscara algo en la mochila que llevaba —ahora— colgada sobre el antebrazo.

—Sí, Logan... —dijo ella, mientras su hermano la miraba por sobre su hombro—, lo que sea. Decime, te escucho.

—Sacá el bozal de Centinela y ponéselo —pidió el muchacho, y Katie, quien comprendió de inmediato lo que él había pensado, se puso manos a la obra—, está en el bolsillo más chico de abajo, si no me equivoco. Me parece que lo vamos a necesitar muy pronto.

Habían decidido llevar un bozal con ellos porque, a veces, a Centinela se le daba por ladrar, y eso, podía llegar a ser algo peligroso —si no fatal— en una situación en la que se vieran rodeados de muchas de aquellas criaturas, y es que se le daba bastante ladrarles. Al parecer, detectaba en ellos algo malo, una cosa que nunca le había agradado. Y si bien aquella no se había tratado con exactitud de la situación que habían imaginado, hubiera sido un peligro aún mayor si comenzaba a hacerlo de repente, fuera por la razón que fuera. Por suerte, los chicos dieron con uno en una veterinaria, tan solo unos cuatro o cinco días antes.

Katie se lo colocó sin quejarse, porque sabía la razón por la cual su hermano se lo había pedido. El negro bozal entonces selló —de una manera bastante increíble— los futuros, posibles y probables ladridos que daría el Golden. Para fortuna de ambos, solo sería capaz de emitir algunos lamentos casi inaudibles.

—¿Estás lista, Katie? —le preguntó, mientras aseguraba bien las fundas en las que llevaba las armas.

—Sí, Logan —le contestó ella, de una manera tan suave y precavida, que hubiera pasado por una chica muy tímida; cosa que ella no era así en lo más mínimo. Al menos, no se comportaba de aquella manera con los seres queridos que más conocía y apreciaba—, ¿qué hacemos?

—Nada más seguime —fue su respuesta. El tono de voz del muchacho, resultó ser similar al que se había hecho presente en el timbre del de su hermana—, en silencio.

Ella no le contestó. Con algo de sencillez, y un poco de vergüenza también, lo tomó de una de sus manos y le permitió que fuera su guía. Logan se sorprendió porque lo tomara de aquella manera, pues hacía mucho tiempo que la chica no hacía aquello. El muchacho sonrió. «Bueno, supongo que no todo el tiempo vivimos momentos tan tensos como estos» pensó, sin darle tanta importancia como le hubiera parecido más tarde.

Caminaron de manera cautelosa una o dos cuadras en el tiempo en que, en una situación normal, deberían de haber recorrido cuatro o cinco, con paso firme y decidido, y sobre todo, con mucha facilidad. Las voces se hacían cada vez más y más audibles, y por demás, claras. Al parecer, no les faltaba mucho para llegar. Dieron con el siguiente cruce, en el que la calle conectaba con una gran avenida. Un coche incendiado, se podía apreciar no mucho más lejos de mitad de cuadra, y poco a poco, se dirigieron hacia allí. Mientras más se acercaron, consiguieron vislumbrar dos cosas. Una era la trafic blanca que se encontraba estacionada a unos cinco o seis metros más adelante, la otra, era que había tres personas en ese lugar.

La balada de los muertos (Wattys 2019 Horror/Paranormal)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora