Capítulo 5-Beldades problemáticas

Comenzar desde el principio
                                    

En algunos momentos de su vida , se había planteado si era amor o simplemente una obsesión lo que sentía por ese caballero, si es que podía ser nombrado así;no obstante, su recuerdo se había quedado pegado a su piel y a su mente des del momento en que Marcus la salvó de ahogarse en ese río helado cuando ella tan sólo tenía trece años. 

¿Cómo lo esperaría? ¿Sería mejor que se quitara la bata y se tumbara encima del lecho tal y como Dios la había traído al mundo? ¿O sería más sutil sacarse el cinturón de la misma y dejar la tela holgada de manera que se pudiera entre ver su desnudez? Finalmente, optó por la segunda opción y se deshizo del cordón azul para dejarlo reposar sobre el manto negro que cubría el lecho. 

Unos pasos se acercaban y su cuerpo se tensó, pero éste aún se tensó más cuando oyó que no eran dos pies los que andaban en su dirección sino cuatro. Y si su sentido del oído le era certero,una voz femenina acompañaba a la de Marcus.

Las cómplices de Catherine se habían rezagado en un rincón del pasillo ,un tanto lejos de la luz, pero lo suficiente cerca como para observar a la habitación en la que había entrado su amiga, a la espera de que Lord Raynolds apareciese. Todos sus proyectos y sus esperanzas fueron ahogados en cuanto vieron al duque de Doncaster acompañado de una mujer bastante resuelta y receptiva a los besos y caricias que el mismo le estaba regalando. Quizás sus ojos castos vieron más de lo que debían ver cuando vieron al famoso libertino empujar a la mujer con tanta pasión y ansias hacía el interior de su alcoba que incluso ellas mismas desearon por un instante estar en su lugar, no porqué les gustara ese cretino sino para poder sentir por un momento que era aquello que llamaban pasión;a Karen , la situación, sólo le recordó a Asher y deseó verlo sin saber por qué. 

Tras el colapso instantáneo entre las debutantes, se preocuparon por Catherine y se preguntaron si presenciarían algo tan horrible como que fuera descubierta por ambos amantes, sin embargo, no escucharon ni vieron nada y, creyeron, correctamente, que se habría escondido. 

-Marcus... Marcus...- agonizaba de placer la mujer al tumbarse sobre el lecho en el que el duque la había depositado con demasiada habilidad y erotismo mientras éste besaba cada rincón de la dama con frenesí, rozándola con su barba y penetrándola con sus ojos pecaminosos, que a veces parecían azules y otras grises. 

Lady Nowells había conseguido esconderse en un amplio armario en el que a penas había ropa mas no podía escapar de lo que se estaba viviendo en esa estancia; lo vio, lo escuchó y lo sintió. A veces se sintió dolida otras extrañamente acelerada, sobre todo cuando el duque dejó a la vista su torso y algo más que eso acompañándolo de un movimiento frenético que Catherine desconocía que existiera. 

Finalmente, todo terminó pero la joven escondida a penas podía controlar su respiración, no sólo por lo que acaba de contemplar sino por el miedo de ser descubierta. 

-Puedes irte-ordenó Lord Raynolds que se había levantado a servirse una copa de whiskey. 

-¿Estás seguro que no quieres que me quede?- insinuó la dama con voz melindrosa recogiendo su ropa y volviéndose a vestir y fue en esa acción en la que la mujer encontró un cinturón satinado de color azul que, evidentemente, no era suyo. Y que por la tela, debía pertenecer a una noble de alta cuna. 

-Vaya, vaya...tu sed es insaciable...- se burló la pelirroja tirando el cordón añil sobre el manto del duque haciendo que éste reparara en él - ni las nobles de alta alcurnia pueden resistirse a ti...

Marcus cogió el satén entre sus manos y reconoció las iniciales que había bordadas al extremo de la tela "C.N", inmediatamente frunció el ceño y pasó su vista por la habitación hasta dar con la puerta de un grande armario entre abierta. 

Ojos del anochecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora