18. The lady is a tramp

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No podía dejar de mirarle, era plenamente consciente de ello, estaba siendo demasiado obvia y aun así allí seguía, apoyada contra la puerta de cristal del box sin poder desviar su mirada, ignorando completamente la música que sonaba olvidada de fondo. Suspiró, algo molesta, enfadada consigo misma por no poder mantener la compostura, por no poder reprimir aquella necesidad de mirarlo aun desde la distancia. Estaba realmente guapo, con ese punto sofisticado y atractivo, sus movimientos, su voz, la mirada al decir cada frase... Todo teñido de aquel tono seductor, atrayente, de aquella seguridad que destilaba en cada gesto, en cada frase, gravando cada una de las palabras a través de su mirada, intensa y juguetona. Sí, estaba sexy, joder si lo estaba... Pero es que encima, por si fuera poco, decidió que para aquella actuación debía vestir su traje azul, sí, el traje azul de Georgia, aquel traje que ya de por sí consiguió ponerle bastante durante su primera actuación. Estaba perdida, lo sabía,

—Estás fatal —murmuró Aitana, sin poder controlar la risa, sentada en el suelo del pequeño box. Amaia le dedicó una mirada de reproche— Ya paro... ¿Pero no ibas a cantarme la canción?

—Sï... Pero... Jolin Aitana no me mires así —intentó justificarse consciente de la imposibilidad de aquello, al igual podía concentrarse ella ahora con el calentón que tenía... Pensó. Amaia se agachó también, a la misma altura que Aitana pero sin abandonar aquel sitio estratégico que le permitía no perder detalle de los movimientos del muchacho— Es que lleva el traje de Georgia...

— ¿Y? ¿Tiene poderes mágicos o algo?

—Da calor —se limitó a contestar, escuchando la risotada de su amiga encantada de escuchar aquella confesión. En la sala, ajenos a todo, Alfred y Agoney seguían jugando con los pies de micro mientras cantaban de nuevo la canción, ensayando la coreografía que no hacía más que incrementar el morbo que le producía su actuación.

—Oye ¿Puedes hablar claro aquí? —preguntó Aitana algo cansada de esas conversaciones a medias delante de las cámaras.

—No, pero...

—Pues ven, vamos a la habitación —dijo levantándose de golpe, agarrando la mano de Amaia y obligándola a alzarse de nuevo. Ésta se quejó, haciéndose la remolona, sin querer irse ahora que empezaba su parte favorita pero Aitana tiró de ella con fuerza— Esto es tu culpa, llevas demasiados días sin contarme nada, amiga.

—Eso no es cierto —se quejó, Aitana la censuró con la mirada— Bueno, vale, pero tú también has estado muy ocupada últimamente, eh.

Aitana giró la cara, ignorándola. Bajaron las escaleras, apresuradas, llamando la atención de los muchachos que se giraron al verlas salir de golpe.

—¿Qué pasó? —preguntó Agoney curioso.

—¡Amaix! ¿Dónde vais? —añadió Alfred corriendo hasta la chica, obligando a Aitana a pararse unos instantes. En cuanto llegó a su lado agarró sus mofletes, con una mano, apretándolos con ternura.

—A la habitación —contestó ella sin demasiada efusividad.

—¿Después merendamos juntos? —preguntó con su tono de bebé y Amaia se derritió al instante, soltando la mano de su amiga para rodear al chico con los brazos. Llevaba ya bastante rato deseando eso, imaginando que interrumpía aquel ensayo para sentirlo contra su cuerpo.

—¡Ooooooh! Pero qué mono —dijo pegándose más a él, acercando la nariz a su cuello para poder oler aquella aroma que adoraba y envidiaba a partes iguales. ¿Cómo podía oler tan bien? Acercó sus labios y dejó un par de besos rápidos en la zona antes de separarse, mirando al chico con picardía, ambos sabían lo que significaba realmente la merienda— Claro, juntos.

ONESHOTS: ANTOLOGÍA ALMAIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora