Capítulo 3- La atracción del peligro

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-¿Qué te pasa? ¿No consigues conciliar el sueño?- interrogó Edwin al notar que su esposa llevaba removiéndose por un largo tiempo en el lecho tras dormir a los niños.

-No puedo dejar de pensar en Gigi...¿habré sido demasiado dura? ¿Tendría que haber ido a buscarla? Si hubieras visto los ojos de Karen... sé que no me tolera, si supieran cuanto he echo por ellas y para ellas, para que tuvieran una buena educación y posición...sé que a veces no soy cariñosa, pero creo que he intentado colmarlas con todo lo que he podido, sé que no fui perfecta ni lo seré pero yo siempre miré por la familia, jamás habría huido con un hombre dejando atrás mi legado...mi nombre...aún tengo la carta que papá le escribió en mi cofre, ¿sabes cuánto me duele que siga sin abrirse?

Lord Seymour apoyó la cabeza sobre una mano mientras miraba y escuchaba con atención a su esposa, había pasado tanto tiempo des del día que la rescató en el lago de Chatsworth House que a penas se habían dado cuenta que se habían convertido en dos adultos con tres hijos y cuatro jóvenes a las que cuidar; ya que aunque ahora tan sólo quedaban dos damas bajo su protección, nunca podrían desentenderse de las que ya habían partido de sus vidas aunque se hubieran casado, seguían preocupándose por Bethy así como lo harían por Gigi aunque hubiera decidido escapar.

-Creo que debemos empezar a comprender que no podemos controlarlo todo, siempre te he dicho que no des tanta importancia a la sociedad, siempre tendrán algo de qué hablar...y son tan hipócritas que aunque lleváramos una de esas compotas marrones que hace nuestra Alice en la cabeza, seguirían reverenciando-nos por donde pasáramos porqué sólo les importa nuestro nombre y nuestro dinero. Lo único que nunca tolerarán es la pobreza y , eso , afortunadamente ,está muy lejos de nosotros.

-¿Entonces crees qué debería haber ido a por ella?

-No, creo que debes dejarla marchar, si Lord Peyton la hubiera forzado o se hubiera aprovechado de ella sabes bien que acabaríamos con él pero no es el caso. Ella se ha entregado a él y él la ha aceptado, he podido saber a través de unos contactos fiables que ya están de camino a Gretna Green.

-Sí , tengo conocimiento de ello, he mandado un lacayo bastante discreto a seguir-les los pasos, ahora mismo deben estar en Brampton.

-No tardaremos en tener noticias de ellos a través de Gigi misma, no creo que tarde en escribirte o incluso en pedirte que la recibas personalmente y para entonces deberás acceder.

-¿Qué? No, ni hablar. No me importa que se haya entregado a un hombre si lo ama, de verdad que no, pero la forma en la que lo ha echo ha supuesto una traición hacía mi persona, hacía los Cavendish y hacía el legado y la memoria de mi padre.

-Audrey...

-No, Edwin, no hay más que hablar.Siempre sabré dónde está y qué hace y la ayudaré des de las sombras pero jamás permitiré que vuelva a sentirse respaldada por mi y mucho menos que se presente en nuestra propiedad como si nada hubiera pasado.

-Orgullosa...-ultimó el teniente Seymour pasando su brazo libre por encima del cuerpo de Audrey atraiéndola hacía él con fuerza para depositar un ardiente y pasional beso sobre sus finos y rosados labios fundiéndose así en el ardor de la pasión como si el tiempo no hubiera transcurrido para ellos -¿Olvidas cómo te deshacías entre mis manos cuando tan sólo eras una joven casadera? -susurró Edwin deteniendo por un momento los movimientos rítmicos de su mujer , la cual se deleitaba con cada roce del viril cuerpo de su marido, haciendo que ésta hiciera una mueca de fastidio rápidamente eliminada por el delirio del momento.

****

Lady Sopia Peyton se dirigía a su alcoba tras una noche aburrida en la que tuvo que dedicar sonrisas fingidas y soportar conversaciones banales, cuando de pronto una fuerza arrolladora como si la propia noche la engullera le tapó la boca y la arrastró hasta un recóndito lugar sin darle oportunidad a moverse o quejarse hasta que su captor decidió que era el momento de liberarla.

Ojos del anochecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora