XVI

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Miré a Matías con felicidad y él me devolvió la sonrisa, luego miró las nubes y cerró los ojos.

-amo sentir la lluvia en mi cara- dijo aún con los ojos cerrados -me hace...

-sentir vivo- agregué terminando la frase. El chico me miró con curiosidad.

-eso iba a decir exactamente-. Sonrió con dulzura, y me derretí una vez más. Adoraba que sus colmillos sobresalieran un poco más que sus demás dientes, le daba una apariencia sexy y misteriosa. Amaba su sonrisa.

-caminemos- propuse poniéndome de pie quedando al frente de Matías. Este se levantó también y comenzamos a caminar lentamente. Sentía la lluvia que poco a poco iba calando por mi ropa, mi pelo goteaba sin mesura y sentía como unas gotas rebeldes se colaban por mi espalda. Miré a Matías, el cual tenía el flequillo completamente mojado y pegado en la cara.

-parezco un avecilla mojada- dijo en un tono de bebé, quedándose quieto.

-eso es lo hermoso de la lluvia, nos muestra tal cual somos- contesté feliz -y sí, pareces un avecilla, pero sin plumas-. Matías hizo una expresión de sentirse ofendido y luego sonrió.

-ya verás cuando te atrape- gritó en una carcajada. Entendí el mensaje de inmediato y comencé a correr como no lo había hecho en mucho tiempo. No tuve miedo de pisar los charcos o que me saltara barro en la ropa, tan solo corría riendo siendo perseguido por Matías, corría sintiendo el agua caer fuertemente desde el cielo, corría sintiéndome el niño más feliz del universo. Llegué al centro del lugar, donde estaba la estatua gigante y miré a mí alrededor. No distinguí a Matías por ningún lado y me preocupé de inmediato.

-¡te enfrentarás a la ira de Matías!- dijo de pronto mi amigo detrás de mí. Dí un grito y comencé a correr de nuevo. Por la lluvia, no había nadie más en el lugar, corrí cerca de tres veces alrededor de un árbol intentando perder de vista a mi captor. No podía parar de reír por la felicidad.

-no me rendiré- dije en una carcajada mientras llegaba a un lugar con una banca mirando a mi amigo el cual también estaba llegando hasta donde yo estaba. Miré a Matías a los ojos, ya que solo nos separaba la banca. Mi respiración estaba agitada por correr, y la lluvia no cesaba. Podría asegurar que hasta tenía mi ropa interior mojada.

-solo dime que no parezco un avecilla sin plumas- dijo Matías también con la respiración agitada. Su pecho subía y bajaba violentamente, era demasiado sexy siquiera para imaginármelo. Las gotas de lluvia bajaban por su cara, recorriendo su cuello y su ropa.

-okay Matías, no pareces un avecilla sin plumas.

-¿entonces que parezco?- preguntó rodeando lentamente la banca. Sin responder su pregunta comencé a correr nuevamente. Sentí los pasos de Matías tras de mí. Me dirigí de nuevo a la estatua gigante, pero me resbalé y perdí el equilibrio. Por suerte no me caí al suelo mojado, pero Matías me atrapó y me tomó de los brazos lo suficientemente fuerte como para no soltarme pero lo bastante suave como para no dañarme, quedando frente a frente.

-dime ¿qué parezco mojado?- preguntó con una sonrisa. Su cara estaba a tan solo unos centímetros de la mía y no pude evitar mirar sus labios, mirar esa sonrisa perfecta. Las gotas de lluvia se deslizaban lentamente por su rostro recorriendo sus facciones con delicadeza y presté mucha atención a una que llegó justo a la comisura de su boca. Al parecer Matías la sintió, y recorrió sus labios con la lengua, haciendo que la gota desapareciera. Mis latidos aumentaron.

-pareces un príncipe- dije sin miedo a sonar cursi, recordando todos los cuentos de hadas que alguna vez había querido vivir en la vida real.

El muchacho me miró directamente a los ojos y luego bajó su vista hacia mi boca. Sentía la lluvia por todo mi cuerpo y mi respiración aún no se tranquilizaba. Matías tampoco respiraba normalmente, pero no sabía si por todo lo que había corrido o por lo que estaba sintiendo.

-¿en serio crees eso?- preguntó volviendo a mirarme a los ojos.

-si-. Mi solitaria respuesta sonó como un susurro, al punto de casi pasar desapercibida por el sonido de la lluvia.

"bésalo, bésalo, BÉSALO"

Me lancé a sus brazos abrazándolo como nunca lo había hecho. Matías me correspondió el abrazo recorriendo mi espalda mojada con sus manos, llegando hasta mi cintura. Me afirmé en su cuello sintiendo su aroma cítrico, el cual no desaparecía ni con la lluvia. Era una experiencia celestial. Matías también afirmó su cabeza en mi cuello y me hizo cariño con su mejilla. La lluvia caía como si no hubiera mañana y ahí estábamos nosotros. Abrazados en la mitad de un parque el cual no conocía, tan solo sintiéndonos mutuamente, sin importar el universo que teníamos alrededor. Era nuestro momento.

-I see sparks fly whenever you smile*- dije citando la estrofa de una canción en su oído con dulzura. Matías se separó de mí tan solo unos centímetros, solo para poder mirarme a los ojos.

-¿a qué viene eso?- preguntó.

-a que no quiero que dejes de sonreír, por nada del mundo.

"!!!BÉSALO, NO SEAS ESTÚPIDO!!!"

Y lo volví a abrazar con mucha fuerza, al igual que él a mí, apretándolo lo más que podía contra mi cuerpo. Podría jurar que cada vez que él sonreía, el mundo se iluminaba.

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· *Traducción literal: "Veo chispas volar cada vez que sonríes". Pertenece a la canción "Sparks Fly" (Vuelan Chispas) de Taylor Swift. Es una de mis canciones favoritas y siempre estará asociada a este momento.

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