No supe si era una burla, pero su mano temblorosa acercándome el libro me indujo a un recuerdo, uno de los oscuros.

Perdí la lucidez instantáneamente.

Cuando regresó mi cordura, ya era de noche. No había nadie conmigo y lo único que iluminaba mi habitación era la luna, seguramente había hecho daño a alguien, pues las puntas chatas de mis dedos me dolían terriblemente, y aún tenía cabellos rubios alrededor de la palma.

¿Serían de Malfoy o de Luna?

~Draco~

La lunática se ganó mi respeto luego de ese día. Granger se me fue encima y Lovegood pareció olerlo, entró como bólido y la contuvo igual que haría con un animal salvaje. Me pidió que me alejara, deje el libro sobre la mesita de noche y salí.

Esperé a que los gritos pararan para ver si Lovegood salía sana y salva, o si terminaría devorada por la bestia en la que se convirtió Granger. A los pocos minutos lo hizo. Despeinada y con manchas rojizas en los brazos por el violento agarre de Granger.

—Mañana tal vez. —me dijo, dándome unas palmadas en el hombro.

Creí que me pediría que ya no volviera, pero sus gestos decían lo contrario, parecían agradarle mis visitas y en ese punto ya no me detendría.

Ese día no tuve un episodio, me había sorprendido todo lo ocurrido. Encontrar a Granger lúcida era toparme con la sabelotodo insufrible de Hogwarts. Al momento de verla entera entristecí. Creí que tal vez se estaba curando, pero su cordura se desvaneció rápidamente y se lanzó sobre mi, dispuesta a hacerme daño y tal vez si Lovegood no hubiera intervenido sé lo habría permitido.

El alma me regresó al cuerpo cuando pasó, allí estaba lo que buscaba, seguía presente su locura y eso me hacía sentir satisfecho.

En cuanto me metí a la cama y recordé sus pequeñas y maltratadas manos dando de puños sobre mi pecho, una parte de mi cuerpo que hacía mucho no despertaba comenzó a hormiguear. Tuve el pensamiento de autocomplacerme, pero desistí en cuanto escuché a mi padre abriendo la puerta para comprobar cómo estaba.

Al día siguiente hice mi tercer intento, debía apresurarme, Rolf me dijo que Potter y Weasley habían estado visitándola, que algunas veces lograba entablar una conversación civilizada, pero que la mayor parte del tiempo se les lanzaba a la yugular. Al parecer esos idiotas desataban sus emociones más profundas y enloquecía.

—Espere por favor. —me pidió una de las enfermeras que hacía guardia frente a la puerta de Granger. En el interior se oían gritos, llanto y golpes.

Después de unos minutos Rolf y la lunática emergieron de la zona del desastre.

—Ya está bien. —sonrió Lovegood, se veía agitada —¿Quieres entrar?, Posiblemente no te hable, pero no te hará nada. Ya gastó toda su energía en nosotros. —sonrió y pude notar un leve temblor en su voz. La lunática comenzaba a cansarse, se podía notar tan visiblemente que me hizo sonreír. Eso facilitaba las cosas para mí.

—Gracias.

Entré listo para ser ignorado por la chica catatónica que me describían. El libro que había llevado el día anterior seguía inmóvil en la mesa de noche. No saludé, ni me detuve a observarla, me dirigí al libro, lo tomé y me senté frente a ella. Granger tenía la vista en el infinito. Podría quitarme toda la ropa y pasear desnudo frente a ella y ni lo notaría.

—Fue escrito por muggles. —comencé casual, señalando el libro como si nuestra conversación se hubiera pausado el día anterior y hoy volviera a darle una continuación. —Me parece una joya literaria. Encontré un par de trastornos que me van de maravilla. —dije con ironía y por fin Granger me miró. Luchando por conectarse a la realidad para responderme. —Hay una parte que me gustaría que leyeras, habla de lo imperdonable. —tuve miedo de pronunciarlo, era una palabra que podía desatar el gatillo de su locura. Sin embargo, nada ocurrió así que continúe. —Dicen que muchas de las heridas, conductas agresivas o destructivas, desviación, perversión, todo eso se puede llegar a sanar con terapia, pero que hay una excepción, un límite emocional que es lo imperdonable, algo que nos dañó permanentemente y que nada puede borrar, esa clase de cosas solo nos llevan a...

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