14. Confesión

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-Me gustas.- las palabras brotaron de su boca antes de si quiera pensarlas, lo cual lo mantenía en desventaja pues, la expresión en el rostro dulce de su amiga no podía analizarse.

-Disculpa Adrien, como que no te escuché bien. ¿Podrías repetir lo que dijiste?

El de cabellos dorados asintió, suplicándole a su corazón que se tranquilizara por amor a todo lo sagrada. Sudaba como no recordaba hacerlo hacía muchísimo tiempo y esa no era buena señal pues eso significaba que estaba nervioso, y por lo regular cuando estaba nervioso tendía a irse de lengua.

-Dije que me gustas mucho y que no sé exactamente como no me he desmayado.

La de coletas miró al muchacho frente a ella con una mueca disgustada.- ¿Te comiste los extraños panecillos que Kim ha estado llevando a las fiestas?

-¡No!-Se apresuró a asegurar el modelo con ademanes sumamente divertidos.

Marinette no estaba entendiendo, era como si la vida de pronto se hubiera ralentizado y todo pasara en una cinta del cine mudo. LE gustaba a su más grande crush. Le gustaba al chico por el que, literalmente, babeó por meses. Le gustaba al joven que tenía el corazón más hermoso del planeta.

-¿Yo?-se señala sin creerlo del todo. Durante tanto tiempo buscando formas de hablar con el menor de los Agreste, y un día sin más, éste le confiesa sus sentimientos, exponiendo no solo sus sentimientos, sino también los de ella.

Él asiente en muchas más ocasiones de las necesarias. Jamás en su vida se había sentido tan nervioso como en aquel momento. Ni siquiera estaba seguro de en qué momento había comenzado a enamorarse de esa espectacular manera de su compañera de clases y su más cercana, después de Chloe, amiga.

-No lo entiendo.-dijo la chica sonriendo sutilmente al tiempo en que miraba sus manos temblorosas. No sabía que decir o cómo reaccionar, digo, ¿desde cuándo los deseos se hacían realidad?

No era necesario ser tan exagerados, pero era casi insólito que Adrien se le estuviera declarando...

¡Ah!

Todas sus esperanzas se desvanecieron cuando cayó en cuenta. Estaba soñando.

-Se siente tan real que por un segundo me emocioné.-dijo ella, ya sin importarle.- Eres un sueño, maña temprano despertaré y tu seguirás siendo el dulce chico inalcanzable de mis más grandes fantasías y yo seguiré siendo la perdedora de las telas.-se quejó, se acercó a él lo suficiente como para sentir su respiración.- incluso hueles como él, este es el más brillante de mis sueños, lo cual lo hace genial ahora, pero mañana al levantarse no tanto.

-No estas soñando.-aseguró el muchacho, tomándola por las mejillas, sintiéndose valiente. Sin darle tiempo de reacción a la chica, mordió uno de sus mofletes con fuerza, arrancándole un gritito de dolor.

-¿Qué rayos? ¿Por qué me muerdes?-reclamó ella, intentando sobar su mejilla dañada.

-Si esto fuera un sueño, eso tuvo que haberte despertado.

Las mejillas de Marinette se colorearon en un encantador sonrojo color granate. ¡Por los calzones de su abuela!

-Por favor suéltame, necesito arrojarme al río para morir ahogada.-pidió ella, inundada por la vergüenza. Adrien sonrió y escondió de su vista a la chica, refugiándola en la calidez de sus brazos y su pecho.

-Ojalá eso signifique que también te gusto. 

Mes AdrinetteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora