12 - Te equivocas.

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Decir que le molestaba cuando Hoseok se acercaba más de lo necesario, se quedaba corto. Le ardía más allá de lo posible el ver como acariciaba tan a la ligera cada parte del cuerpo que a su parecer, tenía escrito su nombre.

Chasqueó la lengua dentro de la mejilla cuando él de visos violeta, posó su mano en la cadera de Taehyung, para luego continuar su camino y detenerse justo a mitad de la espalda. Frunció el ceño al notar que al castaño, no le molestaba.

Estaba enojado. Creía que esa noche en la fiesta —hace unas semanas atrás— habían logrado avanzar, pero al parecer recibió muy mal las señales. Desordenó un poco su cabello y luego bajó la mirada, no se sentía para nada merecedor de Taehyung, pero tampoco sentía que ese chico lo fuese.

Se abrumó aún más cuando él castaño llevó su mano hacia la nuca del otro y acarició el lugar con ligereza. Él hecho de que le regalara una sonrisa, terminó por lanzar toda su paciencia a la basura.

Se levantó de la mesa y caminó hasta donde se encontraban ambos chicos. No supo que reclamaban los demás, ni tampoco es como si le hubiese importado. Ya era demasiado tarde para retractarse, había tomado bruscamente del brazo de Taehyung para llevárselo lejos de allí.

Hizo oídos sordos cuando Hoseok le gritó un par de cosas, no le importó en lo nada, sabía que estaba dando un agarre con más fuerza de lo normal pero tampoco quiso aflojar, así que se internó en el baño junto al mayor.

—¿A qué estás jugando? —preguntó con evidente enojo, aprisionando el cuerpo del castaño entre el suyo y la fría pared.

Taehyung la última semana había pasado de intensos coqueteos a una ignorancia despiadada. Daba y luego le quitaba, cada día era igual. Jugaba con él, luego lo desechaba y finalmente, se iba con Hoseok. Estaba harto...

—No juego a nada, Jeon. No sé a qué te refieres. —señaló, llevando su mano hacia la nuca del azabache, internando sus dedos para entrelazarlos con las hebras del cabello del menor. Sonrió ladino sin apartar la mirada.

—¡A esto, Taehyung! —alzó la voz y estrelló de un golpe una de sus manos en la pared, a la altura del rostro del mayor.

Taehyung aprovechó el impulso de descontrol del azabache, para llevarlo todo a un nivel más alto. Acercó su rostro hasta las comisura del cuello de Jungkook, inhalando el aroma del lugar y luego acercó sus labios a la oreja del mismo. —Te equivocas... —musitó, llevando su lengua hasta el lóbulo del azabache para lamer una sola vez.

Jungkook se dejó llevar por la cercanía, posando su mano sobre la cintura del contrario para así internarla por debajo de la tela de la camiseta. Sintió como el cuerpo de Taehyung se tensaba, entonces decidió apegarlo aún más. Separándose sólo un instante para observar al mayor.

Allí estaba, él mismo chico asustadizo de hace años atrás, mirándolo con seriedad pero no se detuvo, siguió recorriendo el torso del castaño hasta llegar a la altura de la pequeña areola, deteniéndose allí cuando Taehyung soltó todo el aire contenido en un suspiro. Luego tragó saliva y pellizcó la circunferencia con dos de sus dedos, disfrutando aún más cuando él mayor abrió la boca para soltar un suave gemido.

Sus respiraciones agitadas por aquel contacto. Taehyung se sentía atacado, no era justo, él menor hacía que en un segundo se olvidara de todo. Cerró sus ojos cuando jadeó en respuesta, queriendo impregnarse de lo malo del pasado para así poder alejarlo, pero no podía, aquellos sentimientos de amor resguardados bajo siete llaves, eran más fuertes esta vez, tanto, que no pudo contenerse.

Abrió sus ojos y afianzó el agarre en el cabello de Jungkook, luego se abalanzó hasta que sus labios hicieron contacto con los del contrario. Nadie podía decir ahora que estaba siendo obligado, él quería eso, lo quería todo.

Sus lenguas moviéndose en lujuriosos vaivenes, saboreando todo a su alcance, deleitándose una vez más con el sabor de Jungkook. Su cordura desapareciendo a un lugar donde difícilmente pudiese alcanzarla. Sentir su cuerpo caliente por la intensidad del azabache era bastante desconcertante. Gimió otra vez al sentir la mano del menor sobre el botón de su pantalón.

Y odió, odió con la vida cuando Mingyu abrió la puerta del baño, interrumpiendo aquello que tanto estaba deseando, y que lo tenía al borde de la locura, esa locura que llevaba por nombre Jeon Jungkook.



Y odió, odió con la vida cuando Mingyu abrió la puerta del baño, interrumpiendo aquello que tanto estaba deseando, y que lo tenía al borde de la locura, esa locura que llevaba por nombre Jeon Jungkook

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