Tomaré tu lugar

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14 de Agosto de 2022 12:50 p.m.

— ¡Miren es la niñita rara! —Grita un niño obeso y arroja un poco de su puré a Eleanor, el cual le cae en el ojo —. ¡Vuelve con los osos Ricitos de Oro! —Se burla el chico con crueldad.

Eleanor se limpia el puré del rostro mientras intenta retener las lágrimas. Desde el primer día en que ese niño llegó a la escuela, no ha dejado de molestarla por su cabello dorado. Eleanor ha intentado de todo para que él no la moleste, pero nada ha resultado. Solo siente impotencia por lo débil que es porque, aunque quiera responderle y defenderse, sabe que no es correcto insultar a los demás. Además, su joven mente entiende que no vale la pena ponerse a la altura de alguien que no quiere servir para nada y solo hostiga a los demás para llenar ese vacío. Por eso Eleanor, al recibir la mirada lastimera de todos, decide mantener la compostura y dignidad que heredó de su pasado inglés e ignorar al causante de sus males.

—Loreta, ¿crees que el color rojo en mi vestido se verá mal? —Pregunta a su amiga, mientras trata de no mostrar debilidad ante su agresor.

—Este... yo creo... que...

Loreta no sabe qué decir. Su amiga la ha dejado sorprendida por su fortaleza, aunque ve que solo trata de fingir, ella admira a Eleanor por mantenerse fuerte ante la adversidad. Pero nada resulta estar tranquilo, y menos, cuando el niño obeso que se ve ignorado decide tomarla por su cabello con más fuerza de la debida.

—No me gusta que me ignoren Ricitos de Oro. —Dice él con unas tijeras en las manos.

Eleanor suelta un quejido al sentir la mano del niño sobre su cabello, y cuando ve que tiene una tijera, trata de luchar para que no se lo corte. Aunque su cabello sea el blanco de muchas burlas por parte del niño, ella en verdad admira su cabello que es tan idéntico al de su padre porque espera un día ser como él.

— ¡No lo hagas, por favor! ¡Suéltame! ¡Eso duele! —Grita Eleanor entre llanto, cediendo al miedo.

—Con esto aprenderás a que no debes ignorarme. —Dice el niño con sonrisa maliciosa mientras acerca la tijera al cabello de ella.

— ¡Déjala en paz! Ella no te ha hecho nada. —Dice Loreta tratando de ayudarla al tomar el brazo del niño obeso.

— ¡Suéltame! —Dice el niño golpeando a Loreta y haciendo un leve rasguño en su mejilla.

— ¡Loreta! —Grita Eleanor preocupada por su amiga, aunque quiera ayudarla, no puede librarse del agarre del niño.

Loreta, conducida por el miedo, sale corriendo del salón de clases. Mientras los demás niños no hacen nada para ayudarla porque están asustados, el niño obeso y grande del salón comienza a cortar su cabello dorado. Eleanor, al ver la huida de su amiga, se siente muy triste. Al sentir la tijera cortar su cabello, se siente impotente. Al ver lo débil que es, se siente enojada. No puede hacer nada. Tan mal está, que sus dientes crujen por la ira contenida y sus ojos botan lágrimas calientes.

"Tranquila Eleanor, te prometí que te cuidaría"

Escucha de nuevo esa voz en su cabeza, una voz calma que sale a flote cada vez que siente impotente, enojada y débil. Frente a ella están los casilleros de aluminio para guardar las cosas, y sobre estos, observa su reflejo. Su piel pálida, su cabello dorado siendo mancillado y sus ojos oscuros. Eso la extraña, pero no le presta atención porque la voz vuelve a hablar.

"Ahora tomaré tu lugar"

El niño obeso sigue cortando su cabello sintiéndose victorioso por ser el más grande y fuerte de su salón. Todos siempre le han temido, y cuando vio que Eleanor no mostraba signos de debilidad ante sus bromas, se sintió frustrado. Su ego se vio lastimado, por lo que sintió la necesidad de ensañarse con ella. El verla sollozar es un placer, hasta que, en vez de oír sollozos y lamentos por parte de ella, escucha una risa para nada a la que él acostumbraba oír cuando la veía en los recesos.

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