Amo el silencio.
Hace que la audición y la atención se evaporen
y se preste su lugar a la vista.O a los mismos sonidos, haciendo que mejoren.
Si este sentido se me fuera al acto,
se podría reemplazar, digamos, con el tacto.No podría escuchar el viento,
pero cuando pase por mi piel afirmaría que lo siento.
Detesto.
Aborrezco el ruido.
Es un castigo que siendo honesto,
ni siquiera yo lo merezco.
Aunque es distinto si es con la naturaleza.
Eso me da a entender que oir no es el problema.
Son los humanos y sus quejas
lo que hacen que escuchar sea una condena.
Cerrar los ojos y estar en paz
con calma sin fruncir el ceño.A veces parece que de eso uno no es capaz
si no está únicamente en sueño.
Por eso me alejé de la urbanización;
es más, no extraño esa sensación,
en la que aparentemente se gozaestar perdido en completa distracción
Ahora solo disfruto del aire de cuando diluvia
del sonido y el aroma de la lluvia.
Del hermoso cantar de los pájaros...Todo en silencio para cuando me visite Tánatos.