Capítulo 1

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—Usted es infértil —su rostro serio con una mirada apenada, llena de compasión.

—¿Qué? —frunció sus cejas y observó a su pareja y luego al doctor frente a él—. No entiendo, ¿cómo que infértil? Soy un omega.

El hombre de cotona blanca suspiró con una expresión triste, acomodó sus lentes.

—Hay casos donde omegas o betas pueden ser infértiles... usted es uno de ellos, señor Jimin —movía sus manos mientras explicaba calmadamente.

Jimin pestañeó varias veces, podía sentir como sus lágrimas se avecinaban. Un apretón en su mano lo distrajo; su pareja le observaba con compasión y tristeza infinita.

—¿Cómo...? —pronunció sin poder seguir.

—Señor Namjoon, esto suele pasar y en el caso de su pareja es por...

—Por favor, no. —cortó Jimin sin la fortaleza de poder escuchar aquello—. Sólo... vamos, necesito estar en casa ahora —perdido, sin poder pensar en nada más que en la palabra infértil, se levantó y salió dejando atrás a su pareja y doctor.

Aquello no podía estar pasándole a él, era un omega, se supone que podía tener hijos propios, que esa era una de las felicidades de ser omega. ¿Qué iba a pasar ahora? ¿Justo ahora que había decidido dar el siguiente paso con su pareja y tener un hijo? Un cachorro, de ellos dos.

El ruido de un claxon y un tirón que le hizo estrellarse contra un fuerte cuerpo.

—¿¡Cómo se te ocurre cruzar sin ver!? —preguntó el alfa con su corazón latiendo a mil, tomó entre sus manos el rostro del omega y lo observó—. Amor, ¿estás bien? ¿Jiminnie?

Jimin parpadeó varias veces tratando de ahuyentar sus lágrimas sin éxito. Pronto su labio inferior comenzó a temblar y sus sollozos no tardaron en salir.

—L-lo siento... —sollozó—... Tu querías un be-bebé y yo n-o pu-puedo... Lo siento... —rompió a llorar sin importarle estar en la calle abarrotada de personas que, curiosos y sin disimulo, los observaban.

Namjoon sonrió y limpió con sus pulgares las lágrimas de su pequeño omega.

—Vamos a estar bien, Jiminnie, lo prometo —besó los abundantes labios de su pareja con delicadeza, como si al mero contacto se fuera a romper.

Jimin sorbió su nariz, creyendo de todo corazón las palabras de su alfa.

—¿Lo prometes? —cuestionó escondiendo su cabeza en el cuello del contrario.

—Lo prometo. —besó su sien, seguro de sus propias palabras.

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Confió en él. Creyó ciegamente en sus palabras. Voló en lo más alto, casi sobre las nubes y luego cayó en picada. Sus falsas promesas de amor y confianza... no fueron más allá que promesas rotas que terminaron rompiéndolo, más de lo que ya estaba.

—Me engaña, Tae... —pronunció entre sollozos, aferrándose a la marca en su cuello.

—Minnie... —sus ojos lo observaban con dolor—. Tal vez no sea nada, sólo tu inseguridad por... ya sabes... —hace una mueca—. Nunca me cayó bien Namjoon Hyung, pero no creo que sea ese tipo de persona; además, tu marca sigue ahí, lo que significa que no ha mordido a nadie más —trató de animar sin éxito.

—Yo lo sé, Tae; lo presiento. Ya no es como antes, ahora y con suerte llega a casa, no me ve como antes, ni me toca, Tae —hipó tomando otro vaso de cerveza.

BrokenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora