Ocho

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Louis se balanceaba en sus pies, haciendo un extraño baile frente a él.

Harry intentaba llamarlo entre risas, pero el castaño parecía no querer oírlo. Tarareaba una alegre melodía, movía su cuerpo al compás e ignoraba la curiosa mirada de los transeúntes a su alrededor.

Se hallaban en un conocido parque londinense, recostados bajo la calidez del sol, cuando Louis decidió dar el espectáculo. Vociferó algo acerca de ganar su reto.

Pronto, Harry se dio cuenta que algo andaba mal. Podía ver cada detalle del lugar menos a él mismo, justo como en un sueño. Entonces entendió, efectivamente estaba soñando, pero aquello era algo más.

La imagen se desvaneció de su mente al incorporarse de golpe. Reconoció la tranquilidad de su habitación al abrir los ojos. 

No era la primera vez que sucedía y estaba casi seguro que las escenas desarrolladas en sus sueños eran recuerdos, partes de ellos, al menos. De hecho, si se lo proponía, podía relatar qué había estado haciendo los días posteriores a su último recuerdo. Eran sucesos aislados e insignificantes, venían a él repentinamente a través de un disparador, como un efecto en cadena. 

Supo que había estado en el cumpleaños de Jacob, un simpático chico de su universidad, cuando divisó un destapador roto que el joven le entregó como souvenir en un alto estado de ebriedad. A partir de ese objeto recordó lo sucedido aquel día y eso lo llevó a un nuevo recuerdo. Todo se detenía en situaciones que no podía descifrar como reales o fabuladas.

Debía poner al tanto al doctor. Necesitaba hablar antes con Louis, sin embargo, dado que era el único que podía responder a sus preguntas.

Se percató entonces de la ausencia del castaño. El miedo lo sacudió junto a la vergüenza por los acontecimientos de la noche anterior.

Cuando le pedía que lo lleve a su cama no pensó en lo repentino que era o en qué podía pensar el castaño de él. Actuó siguiendo a su cuerpo, a su necesidad. Se sentía tan real que jamás lo hubiera asociado a un error.

Pero la realidad era que Louis no estaba allí y no existían muchas opciones. Quizá solo quería entrar en él y marcharse, quizá lo hizo para darle el gusto y huyó al despertar. Él no sabía qué tan lejos habían llegado ellos con anterioridad. 

La aceleración en su cabeza se vio detenida ante el ruido de pesados pasos en su piso.

Cogió su ropa interior con prisa y caminó despacio hasta la sala de estar.

Louis estaba inclinado en el respaldo del sillón, completamente vestido. Tomaba su cabeza con la mano izquierda y pegaba el móvil a su oreja con el brazo restante.

- Entiendo, han sido dos veces, yo sólo... No lo puedo evitar, lo siento -guardó silencio y suspiró con demasiada fuerza-. Sabes que no puedo prometértelo. Sé que no es el único que puede salir lastimado...De acuerdo, luego te veo.

Louis se tomó un minuto antes de voltear, sorprendiéndose al verlo de pie tras él.

- Hola -saludó Harry inocentemente, como si no hubiera estado escuchando su conversación hace un segundo-. No parecía un diálogo amable -sonrió, intentando no sonar curioso.

- Era mi madre.

- ¿Tu madre?

- Sí, estuve a cargo de su hogar el tiempo que duró su viaje. Al parecer Dirt rompió todas sus plantas y acabó con su sofá. Nunca congeniaron entre sí y llamó para advertirme acerca de las cosas horribles que haría con él si vuelve a suceder.

- ¿Quién es Dirt?

- Mi gato.

- ¿Tienes un gato? ¿Cómo es que todavía no lo conozco? -preguntó emocionado. 

Winter | Primera Parte | L.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora