(A)Capitulo 1: El inicio de todo

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Hace mucho existía un universo vació con el cual se podía explotar todo aquel potencial que rebosaba, dos pequeñas esferas, una de luz y otra de oscuridad, estaban en medio de tanto silencio, estas se movían como si fuera una pequeña danza. Pronto las dos grandes esferas se hicieron amigas y crearon un sin fin de galaxias, planetas y demás.

 Estas crearían a los primeros seres inteligentes de toda la historia, los denominados Elegidos, una raza de seres competentes, capaz de controlar cuatro elementos básicos a la vez, agua, fuego, aire y tierra. Aunque por su parte, la esfera oscura sentía algo de celos al ver como los Elegidos querían más a su hermana de luz.

 Pasaron los días y las dos esferas pasaban los días con los elegidos, era fantástico ver como los creadores convivían con sus propias creaciones. Los elegidos pronto comenzaron a pedir cosas, cosas demasiado grandes para ser un nuevo ser racional, pedían poder infinito y absoluto, todo causado por algo, tenían invasiones de un planeta desconocido a los cuales se les llamo A-Elegidos para poder tener una cuenta de los seres vivos.

 Era de esperar que una de las esferas se corrompiera de tanto poder, se consumió completamente de oscuridad por algo tan banal, como el querer jugar a ser Dios en su propio mundo. Los A-Elegidos solo eran copias idénticas de los Elegidos, pero con un poco más de poder, eso también hizo que su nombre fuera parecido.

La esfera corrompida pronto quiso tener todo el poder, así que se armo de valor y algo a lo que los pequeños seres llamaban magia y dividió a su hermana en cinco partes, esas cinco partes desaparecieron en el vació del espacio. La primera parte y la más importante, contenía todo lo referente a la vida, todas las partes restantes no se sabe que contienen, lo único que se conoce de estas cinco partes es que fueron absorbidas por cinco de los elegidos, quienes perdieron 3 de sus elementos a excepción de uno, el elegido el cual era el encargado de formar la vida, al menos hasta que decidieran volver a formar a la esfera.

 El equilibrio del universo parecía inestable, solo dos planetas constaban de vida y estos estaban en continuo conflicto, los cinco elegidos portadores de los cinco trozos de la esfera decidieron reunirse, los trozos los llevaron consigo, pues parecía algo necesario si se buscaba estabilidad en su pequeño planeta.

 Los seres que reinaban el universo no contemplaban el uso de algún lenguaje de comunicación, por lo que esto sucedió mayormente por mera casualidad, las piezas se reunieron y la esfera fue llevada de vuelta a la vida. A diferencia de los individuos las esferas tenían su propio lenguaje, el cual solo ellas dos entendían.

 La corrompida aún estaba con los A-Elegidos otorgándoles todo lo que le pedían, ya sea armas, recursos o cualquier cosa que les pasara por su pequeña mente, la esfera ahora completamente oscura, se las daba. Un encuentro sorprendente entre dos fuerzas y dos mundos, ejércitos del bien y el mal pasaban alrededor de lo que parecía una batalla cegadora por parte de la luz y una escabrosa por parte de la oscuridad. Tras impactante escena un ser del cual se desconoce su grupo, tallo el primer símbolo de toda la historia, el yin y yang.

 Una explosión agito todo el universo nuevamente, todos los planetas se vieron destruidos, solo cinco seres de cada especie sobrevivieron ante tal masacre, estos seres eran cercanos a la esfera que los gobernaba, y en caso de el de los elegidos, eran los que cargaron los fragmentos dentro de su cuerpo.

 Un pequeño planeta sobreviviente también resplandeció junto con su estrella, este fue bautizado como planeta Tierra, donde una nueva civilización nació y  se desarrolló a través de los años.

 -Cierra ese libro Emily- dijo una voz misteriosa, una joven de cabello rubio con un libro en las manos se sorprendió ante tal proclamación, se suponía que la biblioteca le dejaría leer el libro por lo menos hasta cuando ella quisiera, -Emily, es tu décima vez esta semana, más personas necesitaran ese libro- tartamudeo una voz joven, un chico un poco menor que Emily, del cual no se sabía nada.

 Sin que nadie lo supiera, algo estaba tomando de nuevo su curso, pues Corea del Norte por fin había roto el armisticio con Corea del Sur y una nueva guerra había comenzado. Algo se sentía diferente ese día en aquella ciudad, se notaba la presencia de algo especial, un pequeño fragmento de luz había caído en las lejanías de aquella desconocida ciudad, nadie sabía como sacarlo de ahí, si era volátil o cosas que ayudaran a saber que hacer.

 Emily, como una joven apasionada al estudio, se acercó lentamente a aquel fragmento de luz para fotografiarlo, aprovecho para tomar una muestra y usar un antiguo método alquímico. El pequeño chico de la biblioteca era amigo de Emily, ella lo consideraba como su mano derecha, era quien hacía anotaciones exhaustivas y traía todos los materiales que ella necesitaba, a cambio, Emily le daba una vida e identidad propia, lo consideraba su propio hijo.

  Pronto la joven rubia camino directamente a la escena de el fragmento, -¿Puedo pasar?- dijo con una voz tierna mientras se apretaba las mejillas, los guardias sintieron mucha ternura al ver eso, al parecer Emily sabía como conseguir las cosas, aunque no funciono, pero tenía un plan de respaldo, mientras ella distraía a los guardias su ayudante tomaba una muestra discretamente.

 Emily se miró decepcionada frente a los guardias, pronto el chico le hizo una señal y Emily se despidió de los guardias mientras desaparecía extrañamente de la nada, ninguna persona este entonces había dominado tanto la magia, menos obtener un elemento mágico a tan temprana edad y sin tanta preparación. Al llegar a su escondite, se decidió comenzar por algo simple, primero decidirían un nombre para el chico, uno que fuera fácil de recordar tanto para él como para todos los demás que ya lo conocían.

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