Buscando un juego scout (1)

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Tocando el timbre de la 517, se abrió intempestivamente la puerta. Se oían risas y alguien que seguía narrando un monólogo interminable. La persona que me atendió, arisca por cierto, no dejaba de preguntar con su mirada qué quería.

-Hola, me dijeron que Johnnie estaba por aquí, que había venido de visita fugaz al Perú. 

-¿Para que quiere verlo? 

-Para preguntarle sobre algunos juegos. Sabe, estoy buscando un juego desaparecido hace años, era sobre lograr el peso exacto con una balanza, pero ningún libro de juegos scouts o de dinámicas grupales lo registra. Sin embargo parecía un juego que fue popular durante unos años atrás.

Me franqueó la puerta y me trató como un vendedor de lo imposible. 

-Si quiere verlo al tal Johnnie, vaya por la parte de atrás de esta casa, entrando por el cementerio. Quizás ahi lo encuentre esperando a usted, o quizás no.

No me dejó entrar por la puerta misma de su casa. Tuve que bajar los cinco pisos sin ascensor, y dar el rodeo al viejo edificio para entrar por una parte semi derruida del cementerio, que estaba atrás y se extendía hacia lo lejos. Ni bien di la vuelta y entré a la sala del mismo quinto piso, con un aspecto de cafetería japonés años 80, y estaban Johnnie, Bruno, Vicky, el gordo Carlos, Lucho T. alias el Nigromante, entre otros. Vi que estaba ocupado con el grupo de sus amistades, pero me reconoció. Había engordado, y eso que no lo conocía mas que de nombre y fama por las calles del facebook.

Quizás por lo ocupado social en que estaba, no me dio mucha referencia del juego. Pero tuvo la amabilidad de preguntar a los demás que estaban ahí reunidos, como parte de la conversación, a ver si alguien se acordaba en especial de este juego por el que indagaba. Me invitaron un vaso con agua de color vino. Creí que era vino, pero por el sabor, sin azúcar, supe que era te frío de hibisco, una flor rojiza que en Perú lo llaman Cucarda y que si algunos perros avispados lo comen, empiezan a reaccionar de manera frenética y dan vueltas sobre sí mismos, hasta cansarse de tanta actividad y luego se mandan con una diarrea interminable (algo de diurético tenía la flor). 

La conversación agarró punto cuando mi tema inicial del juego se derivó a las actividades scouts que se hacían de antaño, en lugares donde se sentía mayor presencia scout. Yo sabía que varios de ellos tenían libros antiguos de juegos, pero no era ni el momento ni la ocasión para andar molestándolos con la extraña petición de recordar aquel juego de las pesas. Después de una media hora, entendí con la mirada de Johnnie que debía retirarme, cosa que así lo hice para no seguir interrumpiendo su reunión.

Cuando me retiré, salí por la puerta y bajé los cinco pisos de nuevo. Ni modo, había que recorrer las asépticas calles del facebook, combinación perpetua del blanco y el azul característico, donde las veredas son interminables, llenas de publicidad y memes estúpidos de cualquier cosa. No hay grafittis o intentos de cambiar los colores de las paredes. Al menor cambio, sea con grafittis .DLL o con imágenes .GIF, venían los escuderos del orden a eliminar esos bugs de color para que solo se perpetuara la extrema pulcritud de lo blanco y azul. La combinación en sí no me desagradaba, incluso podía llegar a ser adictivo durante tardes enteras, aunque hubiera preferido la combinación de Martinica, el cual era el blanco con un celeste sobrio pero a la vez elegante, que los podías ver en los platos de Mamina, o en las casas que seguían los dictámenes de esos colores de la isla de Martinica y ciertas islas de Grecia.

Un juego. Todo se resumía en un juego. Una simple cosa como un juego, o pedir prestado algún libro para indagar sobre su paradero. Pero hacer un juego no era fácil, se requería ciencia y arte para depurar los errores iniciales del mismo y quedarse con la esencia, con las reglas apropiadas y el funcionamiento del mismo. 

Porque los juegos scouts no eran los mismos que se jugaban en un barrio de antes (salvo algunos por rescatarlos), ni los infantiles que uno inventa cuando tiene 5 años y piensa que cuando se va el sol es muerte y cuando reaparece es vida (luego te das cuenta que es por acción de las nubes que pasaban entre las 2 y las 3 de la tarde que hacían ese sombrío aspecto de vida y muerte). O tampoco cuando recorres con un carrito rojo de metal por el barandal de la escalera e inventas que estás en el Nascar o en el F-1 interminable, cruzando selvas imaginarias y desiertos de cemento y campos de alfombra.

Los juegos scouts tenían otra naturaleza. Algunos eran de competencia entre patrullas y otros de resaltar la inteligencia coleciva, recurriendo al sentido común y a la lógica. 

El juego por el que andaba en su búsqueda tenía mucho de lo último. Se requería pocos materiales y más bien demasiada lucidez por parte de los scouts para ganarlo. El detalle es que ese juego tenía un par de reglas importantes, que la memoria me ha obligado a olvidarlas, por considerarlo un juego menor frente a otras más interesantes en aquel juego amplio realizado en un parque que no tenía cuando terminar de expandirse.

Lo sensato hubiera sido averiguar directamente quiénes organizaron aquel juego amplio, para indagar por el juego en cuestión. Pero ni recordaba el grupo que lo había hecho ni los nombres de sus respectivos jefes (cuando uno es subguía de patrulla no repara en ese tipo de cosas). 

El plazo se vencía dentro de dos semanas y la lista de juegos estaba sin terminar. Aún tenía la esperanza de encontrar aquel juego. Una balanza. Un par de reglas esenciales. La memoria que no ayudaba. La astucia. Un juego. Un simple juego que no recordaba...

(Continuará)

Buscando un juego scoutWhere stories live. Discover now