Movimiento I El inicio (parte uno)

13 0 0
                                    

No todos los días tienes la suerte de escuchar la narración de la primera vez de una chica. ¿O sí?

El día de hoy quiero soltarlo todo; te contaré cómo fue que perdí mi virginidad.

Sí, escuchaste bien, mi virginidad...

Y algunas otras cosas. ¿Que con quién fue? Espera, no comas ansias. Te enterarás pronto quién fue el afortunado...

¿Te acuerdas cuando íbamos a la secundaria? ¡Qué tiempos aquellos! Los muchachos nos seguían...

Quiero decir, en realidad, solo te seguían a ti, porque yo siempre estaba en un rincón.

¡Exacto...!, en la banca de más atrás.

¿Cómo querías que actuara, si nadie se me acercaba? Me miraba al espejo y veía todo ese acné en mi rostro, una nariz gruesa y grande, unos ojos demasiado pequeños que siempre estaban tristes y mi estatura... casi era... no, casi soy una gigante.

Pero ese día, él estaba ahí. Sí, acuérdate, era el único rubio de la clase y tenía unos hermosos ojos verdes, que, al mirarlos, suspiraba. Quería llamar su atención y nunca lo conseguía. Lo veía muy seguro de sí mismo; era el más popular de la escuela, no solo por su hermosura natural, sino porque realmente era simpático. Nos tenía a todos riendo el día entero. ¿Te acuerdas?

No necesito decirte cómo se llamaba, seguro ya sabes de quién te hablo.

Él fue. Me da un poco de pena contarte la forma en que logré meterlo en mi cama. Un chico tan guapo que cualquier chica querría acostarse con él, y era posible que no deseara a alguien como yo; así que, un día, me llené de valor y le pregunté a uno de sus amigos cuánto debía de pagarle para que pasara un día entero conmigo.

No lo vas a creer. Se puso sus moños y me pidió una cantidad que, por aquel entonces, era el equivalente actual a mil dólares. ¿De dónde sacaría ese dinero?

Pero las hormonas pudieron más que mi austeridad, y logré conseguirlo.

Eran los noventa, años sin Internet, sin YouTube, sin Amazon, sin libros electrónicos, y mi único pasatiempo era escuchar mis discos de acetato, los cuales cuidaba con mucha devoción. Una época en que la buena música invadió la radio. No como ahora, que todas las fórmulas han sido probadas y nos llenan la cabeza con copias baratas de los proyectos de aquellos grandes años. Cómo olvidar a Guns N' Roses, con su November Rain y, al terminar, de inmediato la estación tocaba Sadeness de Enigma, o alguna de esas rolas discotequeras, que impusieron figuras memorables como Michel Jackson, Madonna y hasta Freddy Mercury, después de su deceso. Una época en que nuestros ídolos cargaban una guitarra y se llamaban Axel y lo de moda era el poderoso sonido de Metallica y Pantera; las discotecas retumbaban con los bajos de canciones de música industrial, pero no de la de ahora, sino de la primera, la que solo fue experimento. ¿Recuerdas? Sí, la que llegó tardíamente a nuestro país, pues en Europa ya tenía su rato. Era una música tan oscura, que ahora puede sonar un poco rara; es una lástima que se haya perdido y ahora llamen industrial a esas cosas que hacen por estos tiempos. Sé que alguna se escapa, pero la mayoría están para llorar. Qué tiempos aquellos, en que mis amigos cantaban canciones de Cramberries y de las Four non Blonde con una guitarra y unos panderos, o unas maracas para acompañar una balada de Fire House... todo era tan diferente.

Y mi fregona generación se olvidó de mí. No me incluyeron en su lista, pero Axel sí lo hizo.

Le pedí que no le dijera a nadie lo que había entre nosotros. Y sí, la primera vez me cobró mil dólares, pero luego todo fue más barato... Quiero decir, gratis, porque hubo algo que le hizo engancharse a mí.

Sinfonía de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora