Ausencia.

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Cuando era apenas un bebé NamJoon solía contarle historias, cuentos bíblicos en su mayoría.

JungKook recordaba a la perfección un cuento en especifico, del como Dios forjó al mundo, creando a un alfa y a una beta en su imagen y semejanza.  Recordaba como NamJoon le relataba el paraíso, con sus interminables praderas y hermoso cielo.  Recordaba que la única regla que Dios le había puesto a sus lacayos para no ser expulsados del edén era que no comieran de la fruta prohibida y el cómo esta regla fue rota por culpa de Lucifer, el ángel más hermoso de Dios, que cegado por el odio y la envidia creo al omega, un ser inventado con el único propósito de engañar al alfa y a la beta, induciéndolos a comer el fruto prohibido para luego ser expulsados del cielo.

No estaba muy seguro porque recordaba ese cuento infantil ahora, ya que en lo personal JungKook siempre pensó que esa historia era una mierda, no por la religión sino por la enseñanza que intentaba mostrar sobre el origen de los omegas, el como el gobierno manipulaba la información para manipular al pueblo.

Odiaba ese cuento pero inconscientemente no podía evitar relacionar aquello con TaeHyung, su pequeño y adorable TaeHyung.

¿Acaso el destino le estaban haciendo pagar por todos esos momentos robados junto a su amado? El castigo después de comer el fruto prohibido era doloroso y más aun cuando lo estaba sufriendo completamente solo.

JungKookie, debes dormir —escucho la voz del omega susurrarle, como si estuviese hablándole al oído —si no duermes estarás gruñón en la mañana y no quiero que YoonGi te castigue por responderle mal.

JungKook obedeció, cerró los ojos tratando de ignorar los gritos en la sala de abajo, los estallidos de botellas rompiéndose y el llanto de YoonGi.

—No puedo... no puedo, TaeTae —gimoteo y las lagrimas se juntaron en el rostro del alfa, había demasiado ruido, demasiado dolor.

Miles de voces susurrándole al oído y todas sonaban como YoonGi, culpándolo por caer ante el pecado, por traicionar a la familia, por matar a NamJoon.

De repente, sintió unos dedos acariciar su mejilla y todo ruido paro, como si aquel toque acallara todo sufrimiento.

Y al abrir los ojos TaeHyung estaba a su lado.

Mi alfa —susurro el omega, acariciando los azabaches cabellos del menor, calmándolo con una sola caricia —Por favor duerme, te prometo que yo velare por tus sueños.

JungKook negó con desesperación pero aun así sus ojos se cerraron, inconscientemente obedeciendo la orden del mayor.

No podía dormir, TaeHyung corría peligro ahí, YoonGi o NamJoon podrían encontrarlo.

Tranquilo, mi amor —dijo el omega, como si hubiese leído su mente —Nada me pasara.

—¿Por qué lo dices? —pregunto JungKook, ya casi vencido por el sueño.

Sintió al rubio removerse y en un acto de instinto levanto la cabeza para quedar cara a cara con el omega.

De repente el rostro de TaeHyung se transformo en algo mas, sus mejillas se llenaron de heridas, sus labios se mostraron resecos, casi morados por el frió y sus ojos estaban rojos gracias a las lágrimas que soltaba.

Porque yo no soy real, JungKookie.

La imagen cambio, TaeHyung desapareció de su lado y solo estaba JungKook, en la ducha del baño, mirando la sangre seca que pintaba sus manos de un rojo oscuro.

La sangre de NamJoon.

Gimoteo con dolor y su cuerpo entero tembló.

¿Qué le estaba sucediendo? ¿Dónde estaba TaeHyung?

Innocent » kookv [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora